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Walkiria, Calígula y el Bulevar del Gran Capitán

Antonio Monterroso

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¿Es posible tener un vial cultural y arqueológico digno en el centro de Córdoba?

El “Bulevar” quiere recordar a París pero asemeja a Calle Ancha. Ese nombre quería mi madre para la ex- José Cruz Conde: fin de los problemas. Calle Ancha, calle Larga, lo pragmáticos que somos en los pueblos (y que eran los romanos). En Córdoba, digo, ya se sabe que, con los nombres, gaditaneamos de categoría. Ya saben, los “ciegos” en Vista Alegre, el cementerio en la “Salud”, la feria también de la “Salud”, di que sí, y más cosas de la jocosa toponimia cordobesa. De todas ellas, llamar bulevar al Bulevar es la medida de nuestras cosas. Como me dijo alguna vez con lozana clarividencia una profesora muy querida mía: “Sevilla es una ciudad cateta, pero al lado de Córdoba, convénzase Antonio, parece Nueva York”. Cierto. Ni falta que hace conocer a Hausmann en Córdoba ni ver más mundo en Sevilla.

Ese Paseo, por dios, Paseo o Avenida, habrá palabra española con más amor en sus adentros, es conocido en su memoria histórica más reciente por haber sido la Zona 0 de la Operación Walkiria. No les hablo de la peli de Tom Cruise, ni de matar a Hitler. Les hablo del plan de Julio Anguita y del consistorio cordobés para tapar las excavaciones del - que trabajo me cuesta - Bulevar, en pleno agosto de 1985, con la oposición acusando al alcalde de haber hecho las cosas a sabiendas. En los enlaces anteriores tiene algo de la memoria cordobesa del asunto.

Tapando el agujero, se acababa así con lo que, tanto entonces como ahora, es un problema arqueológico y, de paso, se cortaba de raíz el jaleo con la empresa (catalana) SABA, que cual constructora y futura explotadora del parking pedía 30.000 pesetas por cada día de trabajo perdido. Es decir, por cada día sin destruir el yacimiento. Ya me gustaría a mi que los párquines del Paseo de Gracia los explotara una empresa andaluza. Lo digo por las cosas de los agravios.

Aquel problema pasó. Córdoba se las veía por entonces con algo más o menos nuevo: el desarrollismo y la arqueología urbana. Y hay que entender, como historiadores, las cosas en su contexto: al menos para poder explicarlas. Anguita se obcecó, porque bien que Ana María Vicent y el mundo universitario se lo advirtieron varias veces: no lo abras. Y lo abrió, hasta que tuvo que taparlo y crear un problemón. Quizás, el único error que tuvo fue el de no tener un espejo donde mirarse. Si lo hubiera tenido, quizás no se habría empecinado o habría querido escuchar mejor. Anguita no es persona de incoherencias, ideas políticas aparte. Bellido, José María, no lo abras…De verdad. No abráis la Ronda Norte, no abras Vallellano, invierte en otras cosas más necesarias. Deja en barbecho esa “Puerta de Córdoba” que no lleva a ninguna parte. Con todo respeto, hazte caso, que no lo digo, y lo repito tanto, nada más que con criterio y visión del pasado.

Lo peor del Bulevar no es sólo aquello. Lo sangrante es que, incluso en 2017, sigue perdiendo memoria. Ya habían aparecido unas pinturas en el nº 5 en los años 30, que se arrancaron del muro que les servía de soporte y, por lo menos, se llevaron al Museo Arqueológico. Unas pinturas romanas sencillamente espectaculares. En 2017, nuestras autoridades españolas competentes, dejaron salir de España para su venta un soberbio, excelente, majestuoso retrato romano del emperador Calígula que proviene del Bulevar nº 7. Es decir, del mismo edificio romano. Gracias al apoyo financiero de la Fundación Cultural de Länder, la Fundación de Arte Ernst von Siemens y la Asociación de Amigos y Patrocinadores de la Glyptoteca de Munich, el busto se pudo comprar en el comercio de arte español. Equipado con una licencia de exportación estatal, el retrato salió de España por primera vez y ahora se encuentra entre los retratos de los gobernantes de la casa juliano-claudia en Munich. Aquí les dejó toda la genealogía de la herencia familiar de la familia que, con arreglo a derecho y autorización, lo vendió. Y aquí, aunque en alemán, la noticia, enjundiosa que dan los alemanes para celebra la adquisición de este, repito, espectacular retrato romano de Córdoba, vendido sin ejercer el derecho de tanteo o sin prohibición de salir de España. Consentido por nuestras autoridades en la materia. El “sventramento” de Córdoba que no cesa, permítanme el italiano, porque no conozco termino igual de rotundo.

Me pregunto si un proyecto de ciudad que se precie, ahora que tanto destacamos en número de turistas, pernoctaciones, fitur, cuatro elementos y el resto de la parafernalia dadivosa con la que atraer la caridad de los turistas, no sería apostar por cambiar el paseo del pueblo por un vial cultural propio de esta gran ciudad. El yacimiento es impresionante, Córdoba quiere y ama la arqueología como no lo hacía en 1985, no pasan coches…Quizás es el momento de la oportunidad.

Digo yo que se puede poner la Feria del Libro en la Corredera, así le recuperamos su pasado libresco y cultural entre tanta terraza, y nos ahorrarnos unos cuantos cacharritos de Navidad. Para paseo de pueblo, me quedo siempre con mi belmezana Calle Córdoba. Desde allí vemos el mundo que haga falta.

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