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Córdoba, Medina Azahara y el patrimonio en venta

Antonio Monterroso

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Anunciaban los diarios hace dos días y el Diario Córdoba lo anunciaba en el encabezado de su portada que los turistas vienen a Córdoba por el patrimonio. El perfil medio del visitante es de 47 años, con estudios universitarios y una renta mensual declarada de más de 2.500 euros. Yo me frotaba, puesto que, sin pensarlo, veía que no teníamos sólo turismo de despedida de soltero y masa insignificante: que teníamos de sobra ese turismo formado y por ello, de calidad.

Pensé...el templo de la Calle Claudio Marcelo sigue en obras y litigios desde Vespasiano. El Museo Arqueológico reducido a sala de barrio. Cercadilla esperando su tren. El anfiteatro paraíso dedicado a los gatos. El Alcázar anquilosado en los Reyes Católicos. No tenemos museo de ciudad. No tenemos el Museo de Al Andalus que debiéramos tener. Las murallas siguen sin hablar. El C3A como si estuviera en otro sitio. Ni un solo parque arqueológico público y abierto en toooooda la ciudad. La arqueología esperando el drama de la Ronda Norte. No tenemos plantilla municipal digna en número de técnicos en patrimonio ni de arqueólogos. Y los turistas de formación y medio taco vienen por el patrimonio. Será por la Mezquita, que tira de lo que le echen. Como para no frotarse, las sienes.

Cuando leo declaraciones de algunos responsables cordobeses sobre las fortalezas turísticas de Córdoba, vuelvo a la realidad y ya veo por donde van las cosas: Córdoba es una de las ciudades en las que mejor se come del mundo, que decía la Delegada Municipal de Turismo hace poco, flamenquinina en vena. No he leído todavía, ojalá alguien me de un zasca, nada que identifique Turismo con Patrimonio Histórico, que jerarquice al patrimonio histórico de Córdoba por encima de la comida, la situación estratégica, el tipismo absurdo, Málaga puerto de Córdoba, Declaraciones Unesco....

y la muralla cayéndose.

Con todo ese recetario y media sartén, la Junta pretende impulsar una Cátedra de Turismo Patrimonial y Cultural en Córdoba. Visto parece que, cuando tal iniciativa se enmarca dentro de una lógica de turismo entendido como afluencia, no serán los monumentos, ni su estado, ni su futuro, ni su planificación, los que van a mandar, si no el negosio que se logre tejer alrededor de ellos, pero sin contar con ellos. Ese turista formado de líneas arriba, que en principio viene por el patrimonio, se irá con los boquerones en vinagre como recuerdo, de seguir así las cosas.

Les pongo la prueba del trueque o del espejismo Patrimonio-Turismo que se nos infiltra.

Hace unos días la Junta de Andalucía destituía al arqueólogo y funcionario del Cuerpo Superior Facultativo de Conservadores del Patrimonio Alberto Montejo al frente de Medina Azahara. Si hay un cambio es porque algo ha fallado, decía la Delegada de Cultura. Sólo había, quizás, un motivo para destituir a Alberto Montejo: que no vende postales ni jarrones “recuerdo de Córdoba”. Como justificación, en un escalón superior, decía la Consejera del ramo, que “vamos a intentar que Medina Azahara siga creciendo en protección, en belleza y en número de visitantes, puesto que es uno de los grandes pilares no sólo culturales sino también turísticos, un buque insignia”.

“También turísticos, un buque insignia”. Aquí la clave. Medina no tiene plantilla de investigadores. Los investigadores y las noticias de descubrimientos que retumban en la prensa son de instituciones ajenas a los que la Junta simplemente les pone el sitio. Para el Instituto Arqueológico Alemán, la Universidad de Hamburgo, el CSIC o la Autónoma de Madrid, entre muchas otras instituciones científicas de renombre, Medina sigue siendo una luz al mundo. Para nosotros no. El director (Montejo) tenía que andar poniendo chapitas en la solapa a la gente en Las Tendillas con un ordenador que medio ni funcionaba para que se sumaran a la candidatura de la Unesco; esa de la que tanto se presume. De las goteras ni los medios, ni hablamos.

Con la administración anterior, Medina tiritaba. Con la nueva, por poco tiempo que lleven, ya sabemos que lo que importa es el nuevo rumbo y saber “vender” Medina Azahara; y me parece terrible. Me parece sin embargo aún más inquietante que la Delegada de Cultura diga que se busca un nuevo perfil para el Director. No sé que mejor perfil puede haber que un alto funcionario especializado en la Córdoba andalusí y Medina Azahara, de toda su vida, que cuenta con el respaldo de la práctica unanimidad de la profesión. Y encima honrado y afectuoso. Si el nuevo director/a tiene esa preparación y consideración, lo respeto: no es cuestión de nombres. Y si es aún mejor, lo celebro. Allí donde esté Montejo se beneficiará el patrimonio. Me parece que sólo hay un nombre posible como sustituto. Si es él, lo felicitaré, por lo que Medina le debe.

Medina Azahara probablemente se llene de turistas y nuestros políticos así lo gocen. La lástima, si el nuevo rumbo se confirma, me temo, es que no podremos decirles apenas nada nuevo de lo que ya saben. La cantinela de la bella Azahara bastará para hacer caja. Que el turismo es una consecuencia de un patrimonio bien investigado, mejor cuidado, por supuesto divulgado y modélicamente gestionado, y no al revés, es algo que no trasciende de nuestro ámbito profesional: algo que nunca adopta la política. Una pena y una muesca.

Pensando en ese  turismo formado y universitario que viene sobre todo a Medina Azahara,  les cuento una chanza. Yo tengo un primo al que un día le compré un coche. Cuando le pagué, le dije: primo, ¿cuánto me has engañado? Me dijo, un poquito na más primo, porque si te engaño de gordo, ya el próximo no me lo compras a mi.

Pues eso, que el trueque sea na más que con la puntita.

(pasado mañana es 4 de Diciembre: Viva Andalucía como tierra de valores)

@AntMonterrosoCh

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