¡Vaya por todos los dioses! El Titán implosionó. Qué cosas: Lo siento mucho. El submarino, el batiscafo “de tu abismo” (como canta Silvio Rodríguez) se ha jodido.
Una chica a la que quiero sólo ve series en plataformas gratuitas: Miss Marple, Candice Renoir, Colombo, Hércules Poirot… Y se ha leído todo Julio Verne y Agatha Cristhie… y mantiene una teoría al respecto, por consiguiente.
El caso de la implosión del Titán y sus tripulantes es un claro caso de asesinato, según ella. Todo por la herencia de esos extraños turistas. O por la empresa organizadora que se ha llevado, con astucia, una publicidad inversa. Hércules Poirot hubiese resuelto el caso en una hora de televisión.
En la mitología clásica, los titanes eran mitad dioses mitad humanos, eran gigantes, pero imperfectos. No se puede ofender a los dioses si no eres más que un puto humano. Cuidado con eso.
“El que mucho abarca, poco aprieta”, dice el refrán y lo traduce todo.
Es gracioso: fue un español el que inventó el submarino, Isaac Peral. Su prototipo está en un museo en Cartagena, un puerto mediterráneo desde el que salieron reyes, judíos y plebeyos para no volver.
Me pregunto que es una “implosión”. Me pregunto qué es el ocio de los ricos, cuál es su vértigo.
Me pregunto también cuál es la necesidad de los pobres, cuál es su vértigo, si acaso son titanes que desafían a los dioses. A los dioses del mar y a los de sus mafias.
Y miro el mar.
Y ya no me gusta tanto como antes.
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