“La polarización es hoy en día la principal estrategia de los partidos”
¿Cómo afecta a la sociedad la polarización política actualmente? ¿Qué es, quién la utiliza y para qué? ¿Qué particularidades tiene en nuestro país? ¿Cómo se crean los discursos de odio y cómo se desarrollan? ¿Qué papel tienen las redes sociales en todo esto? Algunos de los grandes expertos investigadores sociales en estos ámbitos en nuestro país se han dado cita este jueves en Córdoba para abordar estos asuntos en una mesa redonda que, bajo el nombre de Polarización Política, Discursos de Odio y Redes Sociales en España han dado respuesta a estas cuestiones con los resultados de sus estudios científicos sobre estos temas.
Y la conclusión es clara: “La polarización es hoy en día la principal estrategia de los partidos políticos”. Quien muestra esta realidad es Luis Miguel Miller, científico titular del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC. Explica en una charla con Cordópolis cómo la polarización política se basa en lo afectivo -“en sentimientos y emociones”- y eso se aplica a “lo que sentimos hacia los partidos, con los que nos sentimos identificados y con los que no. Y esa diferencia no ha dejado de aumentar”.
De hecho, esta polarización no ha dejado de crecer en los últimos años, “en la última década”. Y actualmente "estamos en máximos históricos desde que hay datos desde los años 90”. ¿Pero qué datos son esos? Los sociólogos expertos en este tema utilizan el denominado Termómetro de sentimientos: en las encuestas electorales se pregunta cómo se siente un votante respecto a los partidos o líderes políticos, siendo 0 “frío” -con lo que se asocian los odios- y 100 la máxima cercanía y que despierta sentimientos positivos en ti.
“La diferencia entre cómo me siento con respecto a los míos y a los otros no ha dejado aumentar. Y estamos en máximos desde que tenemos buenos datos. En 2021 alcanzamos ese máximo de polarización y desde entonces se mantiene”, precisa Miller.
Quienes activan esos sentimientos, esas emociones, son los partidos, principalmente en campaña electoral. Pero es que en España se da la circunstancia de que, “desde las autonómicas de 2023 hemos tenido seis elecciones y todas interpetadas a nivel estatal. Es demasiado, estamos en una campaña electoral permanente”. Y esa permanente campaña lleva a una permanente activación de la polarización política, ya instalada.
“Los grandes líderes políticos son capaces de utilizar la polarización de una forma efectiva”, constata este experto. Y pone como ejemplo “una de las cosas que ha utilizado muy bien este Gobierno (central) en su discurso, es siempre utilizar las dicotomías”. A la memoria vienen frases del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como “Más transporte público y menos Lamborghini” o más recientemente “No quiero un país de propietarios ricos e inquilinos pobres”. Dicotomías que muestran esa polarización entre unos y otros. O quienes contra “la fachosfera” hablan de “sanchosfera”. Unos y otros, polarizados de nuevo.
“Todo son estrategias para crear identidades que activen las emociones”, la identificación con el líder o el partido político, apunta Miller. Y, si bien -cuenta-, cada vez más expertos dicen que “estamos ya en una fase en la que probablemente esa estrategia o no es efectiva o ya no tanto. Tímidamente podemos ver que prueben otras cosas. Pero aunque percibimos que la estrategia puede agotarse, aún estamos ahí”, en ese uso de la polarización.
España no está sola en la estrategia partidista de la polarización, es algo mundial. “En tres semanas vamos a ver una situación muy tensa, con las elecciones de Estados Unidos”, pone como ejemplo este especialista. “Ya en campaña se están tocando temas polarizantes, como el aborto. Porque las campañas electorales van de activar las emociones”. Y si Estados Unidos es uno de los ejemplos más claros del uso político de la polarización, “a nivel europeo y en el mundo democrático, España aparece en los últimos puestos”.
La cuestión territorial, la “excepcionalidad” de la polarización en España
Pero España tiene una singularidad en esa polarización política. Amuitz Garmendia, profesora del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Carlos III de Madrid, lo ha estudiado y lo explica a este periódico. “Hay un elemento excepcional en relación con los países de nuestro entorno. Allí la polarización atiende a cuestiones de estilo de vida como el multiculturalismo, la inmigración, cuestiones económicas.... Y eso también se da en España, pero aquí hay una preeminencia de la cuestión territorial”.
¿Por qué se da esa excepcionalidad? “Viene de siglos atrás, algunas otras democracias hicieron un intento más exitoso de integrar las periferias de sus países” y pone de ejemplo las unificaciones de Italia o Alemania. Pero en España hubo un proceso diferente en el que “se intenta mantener la unidad del estado pero integrando en su seno a distintas opiniones, sentires, culturales y económicos de la periferia, pero siempre con grandes problemas a la hora de hacerlo. Eso siempre ha hecho el proceso complicado”.
“No es hasta la Constitución cuando dan con la tecla de un modelo territorial que da estabilidad”, aduce, pero sin embargo esa cuestión territorial aflora y es elemento esencial en la polarización política actual. “La Constitución de 1978 reconocía la diversidad territorial a través de asimetrías. Y el modelo de negociación territorial lo dejaba abierto y en manos de los partidos políticos”. Mientras, en otros países eso quedaba establecido y cerrado, “en España, a través de la negociación política, se iría desarrollando el modelo de las autonomías. Y ese modelo que, a principios tuvo éxito, a medida que lo negociable se agotaba generó una competición centrífuga: del centro hacia fuera”.
Garmendia señala que esa situación ofrece “incentivos para la creación de partidos nacionalistas y defender esa diferencia y lo que conlleva en cuanto a más poder político, fiscal y administrativo. Y también genera una mayor división del panorama político y partidista”, lo cual influye directamente en la gobernabilidad. “La polarización conlleva la politización de las distintas divisiones y opciones que tiene la población. Y los partidos la activan con el fin de de distinguirse y captar votos”, sintetiza.
Esa cuestión territorial ha sido utilizada por los partidos en su estrategia de polarización, sostiene esta experta. En una de sus investigaciones, demostraron que a partir del procés en Cataluña y de la crisis económica de la primera década de este siglo, “entran en juego dos partidos en España que defendían posturas que antes ningún partido del establishment había defendido: Podemos y Vox. Podemos en 2015 juega con la idea de la autodeterminación y Vox defiende desde hace años la idea de un estado unitario sin autonomías”.
Esto nunca lo había defendido un partido de ámbito estatal. Y ahí, “hacen de la cuestión territorial una cuestión clave en sus discursos”. Discursos que se retroalimentan y hace que se polarice esta cuestión. “Los datos revelan que la preferencia de los ciudadanos en cuanto a la centralización o no del país se ha polarizado”. Garmendia expone cómo en torno a 2016-2'17 se llegó a cuotas máximas del número de personas que querían regiones independientes en el país y, por otra parte, ahora hay máximos históricos del porcentaje de personas que desean un estado unitario.
Discursos de odios “contagiosos” en las redes sociales
Y toda esa polarización política, ¿cómo se refleja y difunde en las redes sociales? Amalia María Álvarez, investigadora Ramón y Cajal en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC, realiza experimentos sociales en las redes sobre cómo emergen los discursos de odio y cómo se propagan.
“Unas de las cosas mas estudiadas y que más se ven es que los discursos de odio son altamente contagiosos”. ¿Por qué? Esta experta cuenta cómo, por un lado, existen actitudes negativas que están mal vistas en la sociedad y existe lo que en Ciencias Sociales se denomina una norma social que establece que hay cosas no apropiadas para decir en público y en determinadas circunstancias. “Pero cuando llegamos a una plataforma on line, a un red social y vemos los comentarios y el tono, sí encontramos comentarios contrarios a esa norma social -xenófobos o sexistas por ejemplo. Y ahí, el usuario entiende que en ese contexto, en esa red social, esa norma social no existe”.
Y ahí se da ese “contagio” y también ese “efecto imitación” de un discurso de odio. “Quien tuviese internamente más motivación por expresar este tipo de actitudes ve una vía abierta, una ventana. Y se produce el contagio, porque una vez que hay tanta gente con ese discurso de odio, hay imitación. Y también persuasión”, expone Álvarez. Y así es cómo empieza la propagación del discurso de odio.
A esto se suma que en las redes sociales, en la vida on line, “la gente que está participando ya tiene un filtro: está más motivada para dar su opinión, si no la pueden dar en su vida normal. O buscan encontrar a otras personas como ellos”. “Esa sociedad virtual es una sociedad donde hay más discurso de odio y está más polarizada”.
En esos discursos entran en juego, sobre todo, minorías o grupos sociales con los que no funciona la norma social de no decir según qué cosas. “No tienen esa protección”, dice la experta, que cita cómo son objeto de esos discursos de odio colectivos por razones de etnia o de culto como el islam -“las mujeres con velo, por ejemplo”-. O más recientemente las personas transgénero, afectadas por “cómo de conflictivo sea el tema en ese momento en la sociedad”.
También se ven en las investigaciones que hay otros discursos de odio en los que “casi todo el mundo está de acuerdo en no aceptar bien esas ideas”, entre los que cita el racismo o las referencias a las personas gays, lesbianas o bisexuales. Y hay otros colectivos sobre los que “no crece” el discurso de odio, con personas con sobrepeso o personas con diversidad funcional, por ejemplo.
La mesa redonda Polarización Política, Discursos de Odio y Redes Sociales en España en la que han participado Luis Miguel Miller, Amalia María Álvarez y Amuitz Garmendia se ha celebrado en el Salón de Actos del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC) en Córdoba, dentro de la inauguración del Programa de Doctorado en Sociología, Ciencias Políticas y Antropología de la Universidad de Córdoba.
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