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José Viso: “Habría que estar abiertos a revisar los conciertos educativos”

Entrevista N&B a José Francisco Viso, delegado de Educación en Córdoba

Alejandra Luque

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Es el tercer curso escolar para José Francisco Viso Sánchez (Córdoba, 1961) en el cargo de Delegado de Educación de la Junta de Andalucía en Córdoba y el primero que estrenará con dos colegios menos en la capital: el CEIP Duque de Rivas y el CEIP Alfonso Churruca, ambos, en el barrio de Las Palmeras. Tanto Viso como la delegación y la consejería se afanan en llamar “integración” a lo que, en la práctica, es el cierre de ambos centros educativos. A lo largo de esta entrevista, el delegado también hablará del, en esta ocasión sí, cierre de otros dos colegios en Azuel y Venta del Charco. Tiene muy frescas estas clausuras, ya que fue el inspector que determinó que el cierre de ambos centros -en 2012 y 2021- era lo mejor para los menores. En ambos casos, los estudiantes fueron trasladados a un colegio en Cardeña.

Durante casi dos horas charlamos con quien es, además, autor de literatura infantil, licenciado en Filosofía y, en un pasado, docente de los colegios La Aduana y Santa Bárbara. La dirección del CEIP Vista Alegre nos abre las puertas de su biblioteca para la que será la primera entrevista con Cordópolis desde que Viso cambió su mesa de inspector por el despacho de la delegación. Viso se aleja de un perfil estrictamente político con la tranquilidad de no deberle nada a su partido y de ser funcionario de carrera. De vez en cuando posa la mirada en su jefe de prensa porque sabe que le es imposible responder sin argumentar durante largos minutos y que delante suya hay cinco folios llenos de preguntas. Tal vez sean gajes del oficio. Pero el tiempo apremia porque estamos a principio de curso y otros medios de comunicación buscan también entrevistarse con el delegado.

PREGUNTA (P). Empezamos el curso con dos colegios menos: Duque de Rivas y Alfonso Churruca

RESPUESTA (R). Constan reuniones con los directores y directoras, que algunas siguen en activo, para dar el paso, que nunca se ha dado, por miedo a la repercusión de otro tipo que pueda tener. Es que la situación es sangrante; hay que ayudar a esa población. Es que no podemos blanquear y decir “bueno, pues ya el año que viene, el otro, dentro de 10 años, es que ahora políticamente no…”. Esto ha sido ahora y tenemos el respaldo de un claustro entero que dice que es la solución y que quiere quedarse, que se va a ir teniendo la mejor oportunidad en concurso de traslados porque les ilusiona. Y han firmado todos. Los mismos colectivos con los que nos hemos reunido nos dicen en privado que ojalá salga bien. Y claro que va a salir muy bien, porque los menores van a tener muchos más recursos, mucho más PT [Pedagogía Terapéutica] y AL [Audición y Lenguaje]. Los menores van a tener un refuerzo tremendo para que salgan de lo que hemos considerado algunos, que se llama marginación, nos pongamos como nos pongamos, y se ha querido maquillar de muchas formas. Pero nosotros no vamos a pasar por ahí. Nosotros vamos a ayudar de verdad. ¿Coste político? Pues sí, coste político. Aquí está mi cabeza. Yo soy el responsable máximo. Mañana me voy y regreso a mi despacho, pero hay que ayudar. Si no, ¿para qué estás aquí? Si llevas 20 años diciendo que hay algo que no funciona…

Tenemos un profesorado para quitarse el sombrero que presta un servicio con ganas y con gusto

P. Usted ha sido inspector de esa zona.

R. Sí. Algo no funcionaba y se miraba para otro lado.

P. Y, ¿qué conclusiones sacaba cuando trabajaba allí?

R. Era inspector de la escuela infantil de allí, que era como un hotel: cocineros, limpiadores… Todos los niños te enseñaban una barbaridad sobre convivencia y sobre las expectativas del barrio. Como llevaba los centros que estaban fuera, cruzando la carretera, y los que estaban por detrás, sabía cómo eran los flujos del Duque De Rivas, Churruca y Pedagogo. Esos flujos iban para Mirasierra y para Miralbaida. Hay que preguntarse por qué las familias no quieren comedor: esto atrae a alumnado que a lo mejor nos cuesta más trabajo porque pensamos que no estamos preparados para trabajar con ellos. Mirasierra no tuvo comedor hasta la época en la que yo fui el inspector y entonces se solicitó. La delegación nunca puede imponer un comedor, sino que tiene que venir de la comunidad educativa. En la sociedad no podemos ser cómodos. Asustan los cambios y las innovaciones, y en Educación, estas tienen que ser muy estudiadas y muy medidas. Hay que tener en cuenta que esta medida afecta a la socialización de los menores y yo, como delegado, tengo que ofrecer esa posibilidad.

P. ¿Por qué en 13 años no se ha dado este paso?

R. Bueno, en otro tiempo, para hablar con los delegados de Educación, hasta para un inspector, era complicado, por los filtros. Tú no podías hablar con el delegado si no era a título particular. Si era sobre algo que afectaba a tu servicio, tenías que consultarlo con tu jefe o jefa de servicio y ya estos lo trasladaban a la delegación. Mi teléfono lo tiene ya hasta el apuntador.

P. ¿No ha hablado con sus predecesores en el cargo sobre el caso de estos centros?

R. No, no. Simplemente, ha sido un error no haberlo hecho antes. La mesa del delegado tiene que estar abierta a todo el mundo y te tienes que empapar de lo que te digan. Si la sociedad no se siente atendida, se producen errores de bulto y se crea malestar. El otro día me ocurrió con una madre cuya petición había sido resuelta con el jefe de servicio, pero aún así tenía dudas. Pues yo se lo expliqué todo. Lo que me pedía vulneraba la norma y lesionaba derechos de terceras personas. Yo soy un servidor público, pero para quien está fuera y para quien está dentro. Yo tengo que estar a su servicio, darle respuesta, explicarle las cosas…

P. Empatizar.

R. Sí. Eso es muy importante. Nadie puede venir aquí y no ser atendido, ni siquiera por teléfono. Se tiene que ser exquisito. Siendo inspector me han llamado abuelas a las 8:00. Esto afecta a todo el mundo. Las abuelas, la vecina, el primo... Todo el mundo quiere participar en educación. Todo el mundo quiere ser escuchado. Ha cambiado todo. Antes teníamos un emisor y un receptor, pero ahora todo el mundo escribe y quiere dar su opinión.

Córdoba tiene la mejor oferta de Formación Profesional de Andalucía

P. Con el cierre de ambos colegios, aunque desde Educación apelan al concepto de integración, se iban a clausurar las unidades mixtas de Pedagogo Navarro. ¿Ha sido así?

R. Finalmente se han eliminado. Van todos los alumnos con su tutor y ahora hay autonomía de centro. ¿Qué quiere decir eso? Nosotros dotamos al centro del profesorado que necesita –van 19 docentes- y de especialistas para trabajar en un contexto muy difícil. Va todo duplicado o más, y ahora la dirección del centro organiza. Es que, a ver, ¿cómo tengo yo a un tutor o una tutora todo el curso solo con un alumno que, además, no quiere venir al colegio y que le cuesta la misma vida acudir? Vamos a trabajar hasta la saciedad para garantizar que todo funcione bien, porque luego puede venir alguien que diga que falta un determinado recurso. No sería la primera, ni la segunda, ni la vigésimo quinta vez que ocurre esto. Ya hemos tenido reuniones de ese tipo con direcciones de centro, con ayuntamientos, jefaturas de servicio y responsables del equipo técnico provincial. A ellos se les dice: “Usted tiene los recursos que necesita. Lo que pasa es que no los está empleando de manera adecuada. Tiene un error de concepto o ha preferido usted hacer tal cosa. Ajuste, pues. Le respetamos su autonomía de centro, pero no puede usted ir diciendo que faltan recursos porque es que eso es una falacia. Tiene usted recursos más que suficientes y, además, se lo demostramos y se lo voy a mandar por escrito. Y, ahora, vaya a redes sociales, si es capaz, porque entonces diremos que es un error grave. Además, a los profesionales les recordamos que tienen una evaluación procesual, una inspección en todos los aspectos. Entonces, la Inspección va a poner en su evaluación que a usted hubo que llamarlo en tal fecha a reconvertir su organización de los recursos que tenía para atención a la diversidad porque no los había ajustado bien”.

Las direcciones de los centros tienen que hacer las cosas bien porque luego hay malestar en las familias, que no saben, y que son fácilmente manipulables, porque, claro, “a mi niño no lo están atendiendo las horas que necesita”. Disculpe, no. Su niño tiene la atención que necesita y son las horas que dispone el centro.

P. Según datos de Educación, entre los tres colegios había el año pasado 80 alumnos.

R. No, no. 68 estudiantes y 30 profesores.

P. ¿Y cuántas matriculaciones hay para este curso?

R. Un total de 53 porque otro menor ha pasado a un centro de distinta modalidad. Hay familias que, voluntariamente, han decidido irse al CEIP Mirasierra o al CEIP Miralbaida. También ha habido otras que se han ido, incluso, buscando comedor, pero este último no tiene. Supongo que tendrán que pensar si es prioritario para ellos el comedor o no.

P. Hay muchas familias para las que el comedor es primordial, ya que así se garantizan que sus hijos tengan, al menos, una comida completa al día.

R. Pues, entonces, o no se han informado bien en los centros o han pensado que no necesitaban el comedor. Nosotros estamos abiertos siempre, pero allá la voluntad de cada familia. Habrá quien te diga que no quiere experimentos.

A la sociedad le hace falta un toque de realismo

P. ¿Para la delegación es un éxito que haya 53 alumnos en el Pedagogo cuando entre los tres sumaban 68 el año pasado?

R. Sí, sí. ¿Quién te dice que no habrá niños que vuelvan? La directora del centro también lo considera un éxito.

P. Familias del barrio alertan del temor de que, con los años, este colegio también acabe cerrado.

R. Pero nosotros disponemos de informes y estudios. Lo que ha pasado con estos centros se veía desde hace muchísimo tiempo y se ha mirado para otro lado. De hecho, aquí se ha dicho: “¿Y por qué tenemos que hacerlo nosotros?”

P. ¿Ha sido usted quien ha tirado más del carro?

R. Sí, sí. Mucho, mucho, mucho, pero después de haberme reunido con todo el mundo y sentarme con esta franqueza y esta naturalidad con la que estamos hablando. Eso es magia porque te levantas con un consenso.

P. ¿Tuvo presiones para no ejecutar esa decisión?

R. No. Es que es mi labor educativa. Lo único que pasa es que cuando tomas una decisión… Yo estoy dentro de un proyecto muy grande que afecta a muchas persona y a una consejería. Y es lógico que se me exija que esté seguro y que el informe técnico sea el correcto. Es lo mismo que cuando a mí me presentan una decisión de parte de una jefatura de servicio. Me lo tienen que justificar y si así es, lo defiendo a muerte. Ahora, si tiene flecos que pudieran provocar que alguien pudiera hablar de discriminación…

P. Ha habido críticas desde todos los estamentos.

R. Estamos para eso. Los inspectores de Educación somos garantes de derechos y deberes del menor por encima de absolutamente todo el mundo. Pero, además de eso, si estamos velando por el derecho del menor, yo también tengo que mirar a ese profesorado, que son muchos accidentes de tráfico los que llevo en la espalda. Y hay otro dato significativo: en todo este tiempo, en estos tres colegios, no ha habido ninguna AMPA.

Las direcciones de los colegios tienen que hacer las cosas bien

P. ¿A qué conclusión llega con eso?

R. Pues que que si no hay AMPA, otros sectores negocian con Educación y yo ya lo he avisado: me siento y negocio con esos sectores porque trabajan en el barrio, y lo vamos a seguir haciendo, pero cuando haya AMPAs, estas son prioritarias.

P. ¿Entonces no ha hablado con familias del barrio?

R. Con aquéllas vinculadas a esos sectores que trabajan en esta zona.

P. ¿Qué feedback ha obtenido?

R. Están con expectativas. Te cuentan cosas que tú sabes porque has trabajado en esos ambientes. Aparte de eso, he sido mucho tiempo secretario de una ONG que está trabajando allí desde hace 16 años. O sea, que yo no es que estuviera en la sombra. No he sido de los que estaban todo el día allí, ni dando clases, ni ayudando, ni acompañando actividades extraescolares, ni llevándolos a actividades veraniegas ni nada de eso. Pero sí que he estado en el ajo y desde el principio dije que la solución, desde mi perspectiva técnica, pasaba por esa integración en un mismo colegio para que los recursos estén en esa zona. A nadie le ha importado la opinión del inspector de referencia de esa zona. A nadie le importa un comino lo que diga alguien que está allí y que está luchando. He pedido reuniones con anteriores delegados como parte de esa junta directiva y se me han negado porque era inspector y no podía mezclar. Pero es que no puedes decir: “He sido un magnífico inspector. Yo he trabajado muchísimo, he echado un montón de horas”. ¿Tú qué has hecho por la gente? ¿Tú le has procurado un mejor futuro? ¿Tú le has abierto puertas? ¿Utilizas tu tiempo como limosna? Si yo tuviera poder alguna vez, no trabajaba nadie que no hubiera hecho antes un voluntariado social, porque tú estás aquí como uno más, te llenas hasta aquí [se señala los brazos] de barro, te pones a trabajar y pones ladrillos.

P. El curso pasado arrancó con 49 unidades menos en Segundo Ciclo de Infantil y Primaria en la educación pública y una menos en la concertada, según datos de la Junta. ¿Cuántas unidades menos habrá este curso?

R. Todavía estamos pendientes de ello. La escolarización es un proceso vivo. Seguimos con el procedimientos, con anexos y trabajos de Inspección sobre posibles cambios de menores en centros. Estos informes tienen que estar basados en datos y teniendo muchos aspectos en cuenta, como psicológicos, médicos y otros.

Lo que ocurría con los colegios Duque de Rivas y Churruca se veía desde hace mucho tiempo y se ha mirado para otro lado

P. Apelan a que el cierre de unidades se produce únicamente por la caída de la natalidad, pero los datos desde el curso 2019/2020 hasta el pasado muestran que la educación pública ha perdido 142 unidades y la concertada, 13. Estamos hablando de justicia social en esta entrevista y le pregunto: ¿No es justo que la concertada se valore anualmente, como ocurre con la pública, y no por los años que estipulen los conciertos?

R. Es una cuestión que hay que legislar, pero no nos corresponde a nosotros.

P. Pero ustedes tienen las competencias transferidas en Educación.

R. Un concierto es un contrato de derecho administrativo que se tiene que mantener mientras esté vigente. No nos compete a nosotros. Tendrá que legislarse donde corresponda, ya sea anualmente, vía anual o como sea.

P. Bajo su perfil técnico de inspector, ¿cambiaría esta regulación?

R. Hay que revisarlo. Nada se puede quedar para siempre.

P. Es que el descenso de la natalidad afecta a toda la sociedad, pero el cierre de unidades influye notablemente más en la pública.

R. La educación es un proceso dinámico. La sociedad cambia. Hay que adaptarse a muchas cosas. Entonces, pues habría que estar abiertos a ello si se ponen de acuerdo todos los sectores implicados, pero esto tiene que venir de arriba. Tiene que venir del Gobierno, que se tiene que sentar con todas las comunidades autónomas con competencias en Educación y decir: “Estas son las próximas reglas de juego”. Nos adaptaremos a lo que se nos ordene en una norma superior, evidentemente. Pero ahora está como está y no se puede decir que la Junta de Andalucía de Juanma Moreno está reduciendo en la pública y no en la concertada porque es falso. Estamos engañando al personal.

Si yo tuviera poder alguna vez, no trabajaba nadie que no hubiera hecho antes un voluntariado social

P. Bueno, delegado, los datos son públicos y están ahí.

R. Es que yo no puedo tocar los conciertos. Si se nos manda, nosotros, abiertos y permeables a todo lo que esté recogido en la norma. Lo cumpliremos a rajatabla. Lo que hagamos a corazón abierto, sin fundamento en norma, tiene consecuencias para terceros. Y no, no puede ser a corazón abierto, no puede ser. Tiene que ser bien fundamentado para que no dañe a nadie y todo el mundo sepa las reglas de juego.

P. Hablemos de comedores escolares. ¿Se sirve buena comida en los colegios públicos?

R. A ver, aquí hay un plan de evaluación de menús y no somos nosotros los que lo redactamos, sino que son médicos y técnicos quienes hablan de cantidades, colores, olores, aspecto…

P. Sí, delegado, pero una cuestión son esos parámetros a los que se les obliga a las empresas de catering y otra es lo que realmente luego comen los niños, que es por lo que le pregunto.

R. Las quejas deben llegar por escrito y, en ese caso, intervenimos y la Inspección acude al centro. Un ejemplo: las piezas de fruta. Los niños no pueden recibir frutas que sean bolitas de anís, pero no vale criticar en foros y levantar el patio, porque eso no conduce a nada. Solo, a crispar el ambiente. Formule quejas por escrito y se las envía a la dirección del centro. Ella la canalizará al servicio de Inspección y esta intervendrá. Y doy fe de que se interviene. Es la garante de los derechos y no está para escuchar quejas en redes sociales.

P. ¿Le han llegado a usted las quejas?

R. Únicamente la de una familia cuyo hijo no podía comer cerdo y el menú contenía trazas de este animal.

⁠Es falso decir que la Junta de Andalucía de Juanma Moreno está reduciendo en la pública y no en la concertada

P. Hablamos de la salud de los menores.

R. Claro que sí. Es que lo más sagrado que tenemos son los niños.

P. Hay familias para las que el comedor es su salvación, lo hablábamos antes.

R. Sí. Se aseguran de que comen de manera equilibrada y con otros niños. Eso solo lo sabemos los que hemos vivido eso: irte a trabajar sin saber qué va a comer cuando tú llegues a las 16:00. Gracias a Dios tenemos el sistema de bonificaciones. El comedor es una ayuda tremenda para conciliar la vida familiar y laboral. Los niños aprenden a socializarse, adquieren hábitos saludables y comen menús equilibrados revisados por personal técnico cualificado. Si hay desajustes, que se denuncien.

P. ¿Es acertado que la Junte opte por grandes lotes en lugar de recurrir a empresas locales?

R. Es complicado, pero sí que a veces dices: “¿Y por qué no se va a fomentar el asociacionismo o el cooperativismo? ¿Por qué no va a haber cuatro, cinco o seis madres que sean emprendedoras y que monten un catering? Puede ser mi competencia de manera colateral, sí. Nosotros tenemos los CADE, los centros de emprendimiento. ¿Qué es lo que estamos haciendo con los CADE? Ayudamos a la gente a emprender. Lo estamos poniendo nosotros desde estas canas viejas que tenemos. La sociedad no lo sabe pero mis técnicos lo están haciendo muy bien. Hemos vuelto a sacar las cafeterías de los institutos y se han disparado las licitaciones a través del impulso de los CADE. A lo mejor es un señor del pueblo que se ha quedado en el paro hace tres años, que ya no sabía qué hacer y le está dando vida Y nosotros le estamos dando oxígeno. Eso es lo que hay que hacer.

P. Sobre la propuesta de un colegio rural agrupado entre El Guijo, Torrecampo y Pedroche: ¿Cómo surgió?

R. Surge de una solicitud de entrevista de uno de los regidores locales. Acuden a mi despacho y me dicen que están perdiendo población. La pregunta lógica que les surge es si se cerrará sus colegios. ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Si no hay niños, dentro de dos, tres o cuatro años, el colegio se perderá, como ha ocurrido en otras localidades de la Sierra. Yo he tenido la poca fortuna de que me ha correspondido como inspector, con todo el dolor de mi corazón, cerrar el colegio de Azuel y el de Venta del Charco, pero a nadie se le ocurrió buscar soluciones, solo críticas. Sobre esto que me preguntas, los alcaldes me preguntaron qué podían hacer, así que les hablé de los colegios rurales agrupados. Esta decisión solo se podrá llevar a cabo si las comunidades educativas y los consejos escolares están de acuerdo y nos piden agruparlos.

P. Recuerdo que en el caso de Venta del Charco, la delegada de entonces aseguraba que el centro volvería a abrirse cuando aumentara la natalidad. ¿De qué cifra estamos hablando? En dos años, en Cardeña han nacido 12 niños.

R. Si aumenta la natalidad y si hay demanda. Nosotros estamos abiertos a todo. Recuerdo que como inspector me costó la misma vida sentarme con las familias porque la gente del pueblo me decía que yo tenía la culpa de que los niños se fueran. Me decían que verás como les pasara algo a los niños en el trayecto de sus casas al colegio. Es que yo he sido inspector de esa zona en dos ocasiones. La conozco muy bien y la quiero.

Las quejas [por las comidas que se sirven en centros escolares] deben llegar por escrito

P. Pues aquel día no recibió mucho cariño que digamos.

R. Han sido dos las ocasiones en las que no he recibido mucho cariño. La primera, con la residencia escolar, y la segunda con esta del cierre del colegio de Venta del Charco. Recuerdo que en el Ayuntamiento me decían: “Ahora mismo le traigo opiniones diferentes a las suyas”. Claro que las había, pero mi obligación es que esos niños se socialicen y que aprendan. ¿Cómo va a ser lo mismo un niño de Primaria jugando solo que con otros de su edad? ¿A qué va a jugar? ¿Con el repetidor de sexto a lo que diga ese niño? Yo tengo que darle oportunidades para ejercer sus derechos. Quizás el día de mañana le guste la corporación local y sea un líder en su municipio. Si yo lo dejo en su colegio, con pocos niños, muerto de risa, me va a decir que su mundo es una calle y lo que diga el alumno de sexto. Ni va a otros cumpleaños, ni juega con otros niños... A futuro esto no se vio, ni por los que estaban ni por los que le siguieron, porque allí ha habido alternancia de todo tipo… Estos niños se van a Cardeña, que está a nueve kilómetros, que está perdiendo alumnado. Están teniendo una socialización diferente. ¿Cómo va a estar una niña sola todo el día? ¿Tendrá que estar con otros de su edad para jugar a las mismas cosas y luego en Primaria mezclarse?

En el caso de la iniciativa del colegio rural agrupado, yo soy el director y ahora mismo estaría dando botes de alegría, pero yo no puedo tomar la decisión.

P. ¿Tiene ventajas esta decisión?

R. Claro. Los tres centros se mantienen; no se cierran. Al profesorado se la da estabilidad, que en estos colegios no la tienen: están un año, llegan los últimos por vacantes o por sustitución. Ninguno de los tres centros tiene equipo directivo completo porque no les corresponde. Solamente tienen la dirección, que también da clases, por lo que no tiene liberación o tiene el mínimo. Su profesorado sería estable y habría más porque entrarían por compensatoria. Los docentes serían los únicos que se desplazarían y no los alumnos. Al sumarse los tres incorporarían dirección, jefatura de estudios y secretaría. Que me diga alguien qué desventajas hay.

P. ¿Cuáles son las previsiones para este curso en estos colegios?

R. Los datos provisionales es que en el de El Guijo habrá 25; 40 en el de Torrecampo y 60 en el de Pedroche. Son tan pocos alumnos que la previsión a tres o cuatro años es que haya muchos menos. Solo un dato: Torrecampo ha perdido 100 alumnos en los últimos años.

Nadie buscó soluciones cuando se cerraron los colegios de Azuel y Venta del Charco; solo críticas

P. ¿En qué fase se encuentra este proyecto?

R. Nuestra labor es asesorar y orientar, nada más. Ahora tienen que pronunciarse los consejos escolares. Si sale la propuesta, hay que votarla y nos la trasladarán a nosotros. En el momento en que llegue, nos pondremos en marcha. Tiene todas las ventajas y eso lo puede decir la presidenta del colectivo de docentes y direcciones de colegios públicos rurales.

P. Y si la propuesta es tan positiva como dice, ¿por qué hay críticas de CCOO y denuncias de falta de información por parte de las AMPA?

R. Pues no lo sé. Lo que hay es tres centros que están perdiendo alumnado de una manera increíble y que cada pueblo va a tener su colegio. Los alumnos se quedan en sus centros y van a tener su aula específica si la necesitan. Van a tener sus comedores y todo los recursos de los que disfrutan los otros colegios públicos rurales porque los docentes entran, como yo digo, por compensatoria. Es decir, estás fijando población al territorio. Estás conciliando la vida familiar y laboral. Estás asegurando la permanencia del profesorado, que está encantado. No habrá ni un profesor que se queje. Las únicas quejas que pueden estar llegando son de las familias y porque no están bien informadas porque alguien no lo ha hecho o porque otro alguien ve que es una decisión que están tomando otros y que no ha tenido el valor ni el arrojo, ni siquiera la visión de a futuro, para hacerlo.

P. Y, ¿cómo afronta el curso?

R. Con ilusión, viendo que se están haciendo cosas, que otras se están consolidando y que estamos consiguiendo logros. Me encanta que apuestas nuestras estén funcionando, como el Grado de Sonología en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba. Es el primer conservatorio de Andalucía que imparte esa especialidad, que era una demanda de años. Más de cinco años pidiendo esos estudios. Nadie se atrevía y tiene ya listas de espera. Sólo hay tres más en toda España: en Madrid, Barcelona y Valencia. Eso significa que quien termina una ingeniería o su carrera de música puede formarse para, por ejemplo, gestionar espectáculos musicales, estar en el sonido del Gran Teatro o ser especialista en montajes audiovisuales. Ya está viniendo gente de Madrid, por ejemplo, que aprovecha que hay AVE y viaja a Córdoba, a mi tierra. Ya hay gente de Murcia que también viene para Córdoba. Un centro de FP como el Galileo Galilei se reconvierte y empieza para ser referente en tres familias profesionales. Ir a ver cómo funciona el Galileo Galilei en la granja de la Diputación es una gozada. Las 93 obras de bioclimatización están terminadas en un tiempo récord.

P. Bueno, el curso va a empezar con obras en el CEIP Pablo García Baena. [la entrevista se hizo cuatro días antes de empezar el curso]

R. En ese centro se ha actuado con una rapidez de 24 horas. Los menores empezarán el día 10 en su centro, con su aula matinal y con su comedor, absolutamente todo funcionando. En la Comisión de Infraestructuras se acordó que cualquier obra se tiene que hacer por fases, como la hace APAE [Agencia Pública Andaluza de la Educación]. Esto te permite reorganizar los grupos. Si acometes una obra al completo, es más complicado. El plan B estaba puesto en marcha por si no se llegaba a tiempo. El plan A era que los niños no salían a ningún sitio porque soy padre y abuelo, y sé la angustia que eso puede generar, además de la imagen de improvisación que eso puede dar. Porque aquí nadie va a decir que el Ayuntamiento ha hecho la obra y no ha llegado a tiempo. Van a decir: “¿De quiénes son los niños?” Nuestros. De la Junta. Teníamos preparado hasta una empresa de limpieza complementaria, pagada a parte, para ayudar a Sadeco. Allí va a estar todo acotado. No puede sufrir nadie. Me pongo que son mis hijos y me tiemblan las piernas.

⁠Crear un colegio agrupado entre El Guijo, Torrecampo y Pedroche solo tiene ventajas

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