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José Escudero: “La recuperación de Medina Azahara no es la labor de una persona, sino de un equipo”

José Escudero | FOTO: MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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Museo de Medina Azahara. Las puertas del que puede ser el edificio contemporáneo más impresionante de Córdoba se acaban de abrir. Apenas ha comenzado a entrar el público, pero ya se escucha hablar en francés. Algunas palabras suenan germanas. Y otras tienen un indiscutible aroma a árabe. Los visitantes son pocos a estas horas, pero ya reflejan los internacionales efectos del imán cultural que es el conjunto arqueológico omeya más importante de occidente.

“Buenos días”. Son las primeras palabras en castellano que se oyen. Las pronuncia José Escudero, Pepe, como le llaman los más cercanos. Espigado y con perfil aguileño, el nuevo director de Medina Azahara, nombrado en marzo, da la mano con firmeza y cordialidad a un tiempo. Aunque todavía parece que se siente un poco incómodo en primera línea mediática, Escudero se hace rápido con la entrevista.

No es para menos. Conoce a la perfección la materia de la que tratamos. Ha trabajado 25 años como técnico de Medina Azahara. Escudero solo cambiará -muy ligeramente- el gesto cuando se le pregunte sobre el cese de su antecesor Antonio Vallejo, que estuvo al frente de la institución 28 años y del que fue estrecho colaborador. Una decisión que suscitó protestas en algunos círculos por las dudas generadas en torno al futuro del yacimiento.

Escudero ocupó el cargo en medio de esa incómoda polémica académica pero también -y lo que es más duro- en un momento económico muy difícil. Un presupuesto menguado le obliga a exprimir al máximo sus capacidades de gestión. Sobre todo, cuando surgen imprevistos como el vivido esta semana con el corte de la corriente eléctrica del museo durante unos días, a causa una avería.

El incidente ocurrió un par de semanas después de que se realizase esta entrevista. Pero cobra relevancia al hilo de un comentario que hizo José Escudero mientras se preparaba para la sesión fotográfica. “José, ¿cómo has vivido estos primeros meses en al frente de Medina Azahara?”, le pregunta el periodista. “Apagando incendios”, responde.

Diez minutos después, ya en su despacho, el cuestionario empieza por ahí.

PREGUNTA. Me decías que en estos primeros meses has estado apagando incendios. ¿Cuáles eran los principales focos?

RESPUESTA. Entiéndeme esa expresión, que no debe malinterpretarse. Me refería a que cuando llegas a un sitio y a un ámbito de actividad completamente nuevo -por mucho que tengas experiencia como técnico-, los primeros meses consisten en ponerte al día e intentar solventar lo más urgente. Lo he dicho en todas las entrevistas que me han hecho y en el mismo acto de presentación de mi cargo: había determinadas cuestiones que había que solventar rápidamente y sobre las que se ya se está trabajando. Hablo de solventar las deficiencias del edificio, la puesta en marcha de la segunda fase del proyecto de restauración del Salón Rico -que ya anunció el consejero de Cultura [Luciano Alonso] en su momento; y todo el tema de los servicios del edificio, con la puesta en marcha de la cafetería, en la que también se está trabajando.

P. Hablamos desde un punto de vista técnico y de gestión del museo, pero como yacimiento, ¿cuáles serían las principales líneas de actuación y metas que te has marcado?

R. Cuando hablamos de patrimonio y, sobre todo, cuando tratamos el patrimonio arqueológico -y Medina Azahara es un paradigma en este sentido- las líneas de trabajo son estrategias que deben planificarse a lo largo de los años. No estamos hablando de actuaciones inmediatas. Hay, evidentemente, una actuación diaria que es mantener la limpieza y el adecentamiento del sitio, de cara a los visitantes. Porque de otra forma, sería una falta de respeto a nuestros visitantes que el edificio estuviera sucio y no es nuestro caso. Además, en Medina Azahara tenemos dos grandes líneas de actuación en cuanto a la conservación del yacimiento. Una, que seguimos desde hace muchos años, es continuar con los grandes proyectos de intervención integral que se ejecutan sobre conjuntos arquitectónicos concretos en el sector residencial y privado del Alcázar. Ahí está una de mis zonas favoritas, la Vivienda de la Alberca, que es donde hay que ejecutar el siguiente proyecto. Y con eso se completaría el círculo y se terminaría el sector residencial del Alcázar. Todo, por supuesto, con el objetivo de abrirlo a las visitas públicas. Así tendríamos abierta la práctica totalidad del yacimiento excavado, excepto los grandes jardines.

La otra línea pasa por una actualización del yacimiento en sí. Es decir, hay que seguir trabajando en su conservación diaria para modificar el aspecto y modernizar las instalaciones que hay en el propio yacimiento: actualizar los viarios, mejorar los pavimentos... Toda una serie de intervenciones que son sistemáticas pero no forman parte de esos grandes proyectos integrales sobre conjuntos arquitectónicos bien definidos.

P. ¿Hablamos de una mejora a la hora de visitar, visualizar y explicar Medina Azahara?

R. Hablamos de muchas cosas. Hablamos de una mejor en su visualización, en su accesibilidad, en los recorridos públicos por el yacimiento, de cara sobre todo al público con determinadas discapacidades físicas; y hablamos de una modernización de su imagen, que evite determinadas disfunciones entre los grandes conjuntos intervenidos, como la Casa de Chafar, el Patio de los Pilares o las Viviendas del Servicio, con otros espacios intervenidos que mantienen la misma imagen desde hace mucho tiempo.

El turismo en sí no es malo, solo hay que canalizarlo

P. Medina Azahara, como ocurre con todo el patrimonio histórico, mantiene un equilibrio delicado entre la ciencia y el turismo. Cuando se te nombró director esta fue una de las explicaciones que se dio: se iba a tratar de potenciar esa faceta más turística. ¿Cómo se va a hacer esto? ¿En qué mercado os queréis centrar?

R. Medina Azahara está situada en un ámbito turístico nacional e internacional muy concreto. Sabemos quiénes nos visitan y, de hecho, hace unos años se hizo un estudio de público donde, evidentemente, había un alto porcentaje de visitantes que accedían como turistas. Pero hay un equilibrio. Y el turismo en sí no es malo, solo hay que canalizarlo. De todas formas, el turismo que viene a Medina Azahara es un turismo de calidad que va buscando calidad en el patrimonio. No es un turismo de masas. Y ese hecho de potenciar el turismo tampoco significa que se pueda banalizar el sitio arqueológico o de los recursos que ofrezcamos a los visitantes. Es todo lo contrario. Simplemente sabemos que el turismo es una realidad en nuestro patrimonio. Y, evidentemente, hay que atenderlo.

P. Medina Azahara está sometida a una presión externa en forma de polígonos industriales, urbanizaciones... ¿Cómo se gestiona un yacimiento con estos elementos encima?

R. El conjunto arqueológico es competente en todo lo que tenga que ver con la tutela de la zona arqueológica, que es un ámbito territorial muy grande y que supera en mucho lo que es el estricto yacimiento de la ciudad palatina. Nosotros somos competentes en su investigación, en su prevención, en su conservación y en su difusión. En ámbitos de actividad que trasciendan esa tutela no somos competentes. Pero trabajaremos siempre en la línea de hacer converger todos los aspectos en un mismo objetivo. Y es, sencillamente, hacer más accesible Medina Azahara a la ciudadanía.

Hay que ser bastante humilde cuando se está al frente de Medina Azahara. Nos somos dueños absolutos de nada

P. ¿Pero no crees que habría que blindarla de alguna forma?

R. Yo creo que está ya bastante blindada jurídicamente por el BIC [Medina y su entorno están declarados Bien de Interés Cultural] y el Plan Especial. Y funcionan perfectamente. No hay mayor grado de protección jurídica.

P. ¿Consideras que puestos como el que ostentas deben estar sometidos a un límite temporal? ¿Te has marcado a ti mismo alguno?

R. No me he marcado ninguno. Yo creo que eso lo tienen que hacer los mismos proyectos o, sencillamente, cuando se está demasiado cansado, abandonas y lo dejas. O te vas cuando veas que alguien puede hacerlo mejor que tú. Hay que ser bastante humilde en este sentido. Nos somos dueños absolutos de nada.

P. Tu llegada al cargo tras la destitución de Antonio Vallejo estuvo acompañado de una polémica. ¿Se han calmado las aguas tras aquella recogida de firmas por un grupo de científicos que criticaron la medida? ¿Te has puesto en contacto con ellos?

R. Con este grupo de científicos nunca se ha cortado la comunicación. La ciencia no es algo súbito, es algo que se mantiene. Pero te quiero decir que nunca me sentí incómodo cuando llegué. Y ya lo dije en el acto de presentación: las firmas fueron en apoyo a Medina Azahara. Bienvenidas fueron entonces y bienvenidas lo son ahora.

Trabajaremos siempre para hacer más accesible Medina Azahara a la ciudadanía

P. Llevas más de 20 años investigando en profundidad y participando en la gestión de Medina, siempre con tu antecesor, Antonio Vallejo, como director. ¿Qué balance haces, como heredero del cargo, de toda esa labor, que ha sido muy larga y durante la cual el yacimiento se transformó?

R. También lo dije en su momento: la herencia es inmensa y riquísima. Eso está claro. Y Antonio Vallejo hizo una labor absolutamente excepcional. Y quiero creer que yo, durante mi etapa de técnico, como mucha otra gente, como parte del equipo de Medina Azahara, también tuvimos algo que ver en esa labor de recuperación. Creo que no es tanto la labor de una persona, como de los equipos. La recuperación de Medina Azahara, con toda la complejidad que supone, no puede ser la labor de una sola persona sino de un equipo. Esta es una de las cosas que yo tengo muy claras ahora en mi etapa de director.

P. ¿El equipo del que te has rodeado es el mismo?

R. El equipo del que me he rodeado es el que tiene Medina Azahara que, dada la situación de crisis actual, es bastante escaso. Pero tiene una fuerza y una voluntad impresionante. Tanto el arqueólogo y el asesor técnico que hay, como las dos restauradoras. Además de todo el equipo de mantenimiento y vigilancia, cuya implicación y compromiso con el yacimiento es absolutamente incuestionable.

P. ¿Cómo se pueden conseguir los objetivos que te has marcado con un personal tan justo y un presupuesto recortado?

R. Colaborando con otras instituciones, tratando de recabar dinero de otros sitios, trabajando estrechamente con los Servicios Centrales de la Consejería para plantear proyectos y trabajos que se financien desde otros ámbitos. Aprovechando, por ejemplo, esta posibilidad inmensa que se nos abre con la ley de mecenazgo. Es decir, trato de diversificar un poco las fuentes de las que se recaban los recursos.

Yo soy un defensor acérrimo del acceso gratuito a la cultura

P. El museo y las visitas al yacimiento son gratuitas.

R. Sí.

P. ¿Se puede mantener ese modelo?

R. Forma parte de la política de la Junta de Andalucía. Desde el Conjunto Arqueológico no podemos plantear cambios.

P. Y, como director...

R. Es difícil responder a esa pregunta. Hay que sentarse a ver... es muy difícil responder.

P. Lo digo porque el museo es muy complejo, el yacimiento es infinito… Solo con las entradas no se podría mantener no se podría mantener, desde luego, pero...

R. Es que no se trata tanto de recaudar dinero como de ofrecer un buen servicio a la ciudadanía. Y en este sentido, la política del Gobierno andaluz es que el acceso a la cultura debe ser democrático. Y yo soy un defensor acérrimo del acceso gratuito a la cultura. Si seguimos poniendo trabas, lo primero que se va a derrumbar es precisamente eso, la cultura. Lo de las entradas, en realidad, puede ser una cuestión nimia dentro de todo ese contexto. Ahora mismo tenemos este sistema y es con el que estamos trabajando.

El equipo del que me he rodeado es el que tiene Medina Azahara que, dada la situación de crisis actual, es bastante escaso. Pero tiene una fuerza y una voluntad impresionante

P. ¿Se puede imaginar una explotación privatizada de Medina Azahara?

R. No. Sinceramente, no. Creo que sitios como este, que aspiran a ser Patrimonio de la Humanidad, tiene que tener una fuerte presencia de lo público.

P. ¿Cómo era este yacimiento la primera vez que pusiste un pie aquí?

R. Estaba yo en la Facultad. Me sorprendió el sitio y también el abandono. Era la época de las transferencias en materia de cultura, a principios de los años ochenta. Y cuando entré, en el año 1986, ya se había puesto en marcha todo el proceso de limpieza del yacimiento, que fue una labor gigantesca, inmensa y absolutamente necesaria, que se sigue manteniendo todos estos años. Cuando ocupé mi primer trabajo, pensé que me sobrepasaría. Creo que eso lo hemos pensado todo, que Medina nos sobrepasa, por la complejidad y el volumen de materiales arqueológicos y del propio sitio.

No imagino la gestión de Medina Azahara privatizada. Creo que sitios como este, que aspiran a ser Patrimonio de la Humanidad, tiene que tener una fuerte presencia de lo público

P. ¿Y cuál es el antídoto para sobreponerse a esa sensación de atropello?

R. Para eso no hay antídoto, lo único que puedes hacer es tranquilizarte, tirar para adelante y empezar por el principio. Ya está.

P. Acotar metas...

R. Exactamente, plantearte metas cortas.

P. En mi caso, como visitante, la primera vez que vine a Medina Azahara, recuerdo que no entendí nada. Pero incluso como estudiante de Geografía e Historia me costaba imaginarla. Medina es la abstracción. Gran parte de la labor que habéis hecho va justo en ese sentido: explicarle, reconstruirle al visitante lego, cómo era este lugar y cuál era su función. ¿Queda mucho por hacer, todavía?

R. La pregunta es tremenda porque has puesto el dedo en el núcleo de lo que es la gestión del patrimonio. Toda la gestión del patrimonio arqueológico, y en este caso de su musealización, tiene como objetivo hacerlo inteligible al público. Y eso significa hacerlo disfrutable. Si no entiendes algo, no lo vas a disfrutar. En esto hay muchas cuestiones y podríamos pasarnos horas hablando. Pero hay dos cuestiones fundamentales que tenemos que tener en cuenta. Primero: a Medina se está entrando desde el sitio equivocado, hay que hacerlo desde el sur. Para conocerla, no se puede empezar por la visión que tenía el califa, la visión que tenía el gobernante desde lo alto del complejo. No. hay que tener la visión de los gobernados. Porque Medina no se puede percibir en un solo golpe de vista, hay que ir pasando barreras arquitectónicas. Porque para eso se concibió, para ir impresionando.

Toda la gestión del patrimonio arqueológico, y en este caso de su musealización, tiene como objetivo hacerlo inteligible al público

Y en segundo lugar: Medina, como le ocurre a todo yacimiento arqueológico, es una arquitectura incompleta que tampoco podemos completar, bien porque la investigación no llega a conocer completamente cómo eran los conjuntos arquitectónicos; o bien porque tampoco conviene hacer intervenciones brutales que modifiquen completamente la imagen actual. Estos dos factores son fundamentales a la hora de percibir Medina Azahara. ¿En qué se ha trabajado todos estos años? Primero, en eliminar de la explicación histórica de Medina esa parte de la leyenda sobre la favorita del califa y todo eso que no funciona como interpretaciones históricas. Y en segundo lugar, se ha intentado explicar cuál es la estructura del Alcázar. Las nuevas tecnologías, afortunadamente, permiten ofrecer imágenes basadas en una estricta investigación. Como el audiovisual que se proyecta en el auditorio del museo y que es una interpretación magnífica sobre lo que era Medina Azahara. Se trata de un método que no compromete en nada al yacimiento pero permite una explicación muy severa y rigurosa científicamente. Y tenemos que seguir trabajando en estos ámbitos.

P. Llegaste hace 25 años a Medina. ¿Cómo te la imaginas dentro de 25?

R. Me gustaría que para entonces ya se hubiesen ampliado algunas zonas, que estuviese hecho la conexión peatonal entre el yacimiento y el museo; que no hubiese problemas de conservación y que toda el área excavada actualmente estuviese musealizada. No solo el sector occidental, sino también el oriental del Alcázar. E incluso, me gustaría que estuviese un poco más ampliada el área excavada, tanto por la línea sur de la muralla -donde debe de localizarse la puerta de acceso- como por la línea oriental y occidental del Alcázar, que todavía quedan por excavar.

P. Sería un lugar estupendo para pasear.

R. Sería fantástico. Sobre todo, si conseguimos recuperar los jardines para completar la restauración de la gran terraza del centro simbólico de Medina Azahara: el Salón del Trono.

Me gustaría que dentro de 25 años ya se hayan ampliado algunas zonas y hecho la conexión peatonal entre el yacimiento y el museo

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