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Córdoba - Elche (1-0) | MADERO CUBERO

Paco Merino

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De estos partidos quedan unos cuantos. Lo que se dice bonito, la verdad es que no lo fue. En absoluto. Pero el cordobesismo se fue a casa aliviado. No contento, porque el fútbol que se despacha a día de hoy en El Arcángel no es para lanzar confettis, pero sí con la idea de que los suyos tienen material suficiente para cumplir el objetivo de esta temporada. Que no es, ya saben, el que se marcó en los despachos sino el que fijaron las circunstancias reales: evitar el desplome hacia la Segunda B. El equipo empezó la tarde en puesto de descenso y la terminó fuera. Poco más hay que decir para considerar el partido como un éxito. Había que ganar y se hizo. Con más perseverancia que estilo, con más fe que fuelle, las cuentas cuadraron. Un gol de Héctor Rodas a falta de nueve minutos para el final evitó la tragedia.

Para empezar, un récord. Deivid habrá sido, probablemente, el primer futbolista del mundo que después de estar algo más de seis meses sin competir por una grave lesión ingresa directamente en la titularidad. Además, con el brazalete de capitán y en un partido de máximo riesgo. Cuando él salió del equipo, el Córdoba pasaba por ser un candidato al ascenso a Primera; ahora vuelve a falta de diez jornadas y con el grupo peleando por escapar de los puestos de descenso a Segunda B. Ni unas convocatorias para ir acoplándose, ni unos minutitos de fogueo en algún final... En este Córdoba angustiado ya no hay lugar para otro asunto que no sea salir a batallar para evitar el desastre y dar a la temporada el final más decoroso posible.

Entre los optimistas irreductibles -que aún quedan, como una especie protegida a la que se mira con estupor y condescendencia- hay quien cree que en la decena de jornadas que faltan en el calendario se podría producir un milagro. Una vez pasó. Lo vivieron Juan Carlos y Pedro, el portero del día de Las Palmas y el extremo de Aspe que con dos goles en El Molinón provocó una mutación brutal del equipo blanquiverde en la primavera del 2014. Ambos volvieron a pisar El Arcángel, donde un día bailaron para festejar un acontecimiento histórico. Juegan para el Elche, un histórico que lleva unos cuantos años dando bandazos, desde que lo echaron de Primera por un descenso administrativo, el horror para los tiesos.

Al minuto, Pedro Ríos se llevó a bocados la pelota cerca del área y la pasó atrás para Rodri, que llegaba en carrera, pero el soriano no logró conectar un disparo decente y escuchó unos cuantos pitidos. Muchos menos en cualquier vado que los que formaron la banda sonora que acompañó la mención de Carrión cuando lo anunció el speaker. Los afectos en el cordobesismo andan revueltos. Hay temas que no logra cambiar ni la entrada de Deivid. La alineación del central canario supuso una remodelación del sistema. Otra vez cuatro atrás, con Edu Ramos y Aguza en el pivote, Pedro Ríos y Javi Galán -un estandarte de la etapa inicial de Carrión- en las alas, Lara por delante y Rodri en la punta. Deivid se reencontró con Héctor Rodas, su pareja en las primeras jornadas. Pero, evidentemente, ya nada es como antes. Al Córdoba le cuesta la vida conseguir réditos con su fútbol esforzado y experimental.

El Elche vino como todos. A verlas venir. Saben que el Córdoba tiene problemas y presión. Se meten atrás y esperan a que les caiga la oportunidad sin buscarla. Los de Toril tuvieron una. Un disparo de Borja Valle tocó en un defensa y la pelota salió desviada, con Kieszek mirando con la cara desencajada. Era el minuto 15. Después de eso, poco más. Ordenados, repartiendo estopa cuando la ocasión requería y hasta perdiendo tiempo con el meta Juan Carlos, con el que la grada no tuvo ni un atisbo de sentimentalismo. Le increparon cuando demoró los saques, como correspondía, aunque se echó de menos el clásico aliento en el fondo. El grupo de Incondicionales vivió su primer partido de huelga de animación por el caso del bombo. Allí estaba el instrumento, tapado por una bandera blanquiverde, en medio de la blancura de los asientos vacíos.

Tuvo más la pelota el Córdoba. Como casi siempre. Y peleó a su modo, a arreones, con más casta que método. A los 22 minutos, un pase al hueco de Aguza le llegó a Javi Galán que sacó un buen centro para que todo el mundo mirase y nadie actuase. Pedro Ríos también buscó la galopada briosa, una de sus especialidades. Hubo un puñado de envíos al área, pero nada que apurara a Juan Carlos. Rodri, a centro de Bíttolo, conectó un cabezazo flojo que atajó el portero ilicitano con seguridad. Fue entre los tres palos, una circunstancia que encendió a una afición alicaída, que vivía el partido con resquemor. Un remate hacia su portería de Pelegrín animó al Córdoba, que en los minutos que precedieron al descanso apretó más.

En la última acción de la primera parte, Rodri cabeceó fuera una falta botada por Javi Lara desde la banda izquierda. El árbitro pitó el final mientras la pelota se perdía junto al palo de la meta de Juan Carlos. El regusto de esa ocasión provocó un subidón anímico en la grada y evitó la más que probable pitada en la retirada a los vestuarios. La afición no se podía despegar la incómoda sensación de ver cómo su equipo daba lo que tenía y no le daba para más. A eso de las siete menos cuarto, el Córdoba seguía en puesto de descenso a Segunda B.

Llegó el minuto 54, un momento que va camino de hacerse tan célebre como la entonación del himno a la salida. La pañolada fue monumental y las consignas -“directiva dimisión” y “González vete ya”- se corearon con toda la carga de furia que provoca una frustración enquistada y el añadido de un partidito tirando a peor. En El Arcángel comenzaba a mascarse otro episodio amargo. Carrión quitó a Pedro Ríos y metió en la cancha a Guille Donoso, ese fichaje que fue apuesta directa del propietario, Carlos González, según él mismo ha reconocido públicamente. Y el Elche se asomó con un disparo de Borja Valle que repelió el palo de la meta de Pawel. El conjunto blanquiverde seguía muy plano. Carrión tiró de Sasa Markovic, un jugador más punzante que Edu Ramos, para abordar los últimos veinticinco minutos. El serbio fue acogido con una ovación por parte del público, que por alguna razón -básicamente su talante y su entrega- le quiere un montón. El Elche se mantenía en su postura, aguardando el momento. Y arriba, ojo, tenían a Nino, una leyenda de la Segunda División.

A veinte del final, Carrión quitó a Rodri -gran pitada, por cierto para la decisión- para colocar a Piovaccari, en uno de esos movimientos que pueden encumbrar al técnico como un fino estratega -si el marcador acaba siendo favorable- o convertirle en destinatario de una engorrosa interrogante: ¿Debe un equipo prescindir de su máximo goleador en un partido en el que tiene que ganar para salir de los puestos de descenso? El dilema se diluyó en unos minutos porque el gol tiene poco que ver con el número de delanteros que haya juntos en el campo. Lo solucionó un defensa central, Héctor Rodas, que acudió al remate de un córner botado por Javi Lara para poner patas arriba El Arcángel. El panorama dio un vuelco. Los jugadores del Elche, parsimoniosos hasta entonces, empezaron a correr como locos para remendar un partido que se les iba. Faltaban menos de diez minutos y a la afición se le iluminó la cara.

El final tuvo su poquito de angustia. El Córdoba perdió todo el tiempo que pudo -Pawel vio tarjeta y los servicios médicos salieron tres o cuatro veces a escena- ante el mosqueo de un Elche que perdía lo que no había sido capaz de ganarse. Los de Carrión están fuera de los puestos de descenso. El pitido final fue acogido con una algarabía fenomenal. Los jugadores se abrazaban extenuados sobre el césped, la afición cantaba contra González y la megafonía del estadio ponía el himno a tope. Sigan remando, señores.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 1: Kieszek, Caro, Héctor Rodas, Deivid, Bíttolo, Edu Ramos (Markovic, 64'), Pedro Ríos (Guille Donoso, 58'), Aguza, Javi Lara, Javi Galán y Rodri (Piovaccari, 69').

ELCHE, 0: Juan Carlos, Luis Pérez, Pelegrín, Túñez (Malonga, 85'), Albacar, Dorca, Fabián (Álex Fernández, 70'), Pedro, Borja Valle, Hervías (Guillermo, 82') y Nino.

ÁRBITRO: Pizarro Gómez (Comité Madrileño). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Pedro Ríos, Rodri y Kieszek, y a los visitantes Túñez y Juan Carlos.

GOL: 1-0 (81') Héctor Rodas.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 32 del campeonato nacional de Liga 1|2|3, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 10.176 espectadores.

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