¿Cómo vamos a salir de ésta?
El Córdoba va de lío en lío. La derrota del pasado sábado en el Anxo Carro de Lugo ha dejado al equipo en una situación deportiva francamente preocupante. Sólo tiene debajo en la clasificación a los cuatro que se descenderían a Segunda División B. Su ventaja sobre los puestos fatídicos es solo de dos puntos y la dinámica es perversa. El efecto estimulante de la llegada de Carrión al banquillo se ha disipado y el paso del mercado de invierno -y las operaciones que se realizaron- ha dejado un poso de amargura e inquietud en el cordobesismo, que está viendo como su equipo se va deslizando hacia la parte baja sin remisión. El próximo domingo vuelve a El Arcángel, donde recibirá a la Sociedad Deportiva Huesca en un partido -otro más- con tintes dramáticos. Los blanquiverdes no suman los tres puntos en casa desde finales de septiembre del año pasado. Un lastre insostenible ya.
El club tiene incendios en todos los frentes. En el deportivo, Carrión seguirá dirigiendo a la plantilla con la mejor disposición. “Yo trabajo e intentaré seguir trabajando. No soy quien para valorar eso. Yo trato de hacer las cosas bien para ganar partidos y para que la dinámica del equipo cambie. Nos hace falta un resultado, y levantar los ánimos porque nos jugamos mucho y tenemos que saberlo todos”, dijo pesaroso en la sala de prensa del estadio del Lugo. Este lunes vuelve a dirigir una sesión en la Ciudad Deportiva. El club tiene previsto presentar además de manera oficial a Sergio Aguza, el último fichaje del mercado invernal. El ex del Alcorcón ya debutó con la blanquiverde en el Anxo Carro, con apenas dos entrenamientos como bagaje. La búsqueda de resulsivos es conmovedora. Para recibir al Huesca, el técnico podrá volver a contar con Rodri y Piovaccari, una vez cumplido su partido de sanción, aunque no tendrá aún a sus órdenes a Edu Ramos, al que le cayeron dos encuentros de castigo por sus insultos al árbitro ante el UCAM Murcia en la última comparecencia casera.
En los despachos, el asunto también está caldeado. Desde que Carlos González salió de la presidencia, que ahora ocupa su hijo Alejandro Muñoz, el club ha tomado una deriva extraña: hay declaraciones de buenas intenciones y gestos para la galería, pero la brecha emocional con el cordobesismo sigue haciéndose patente. La performance del otro día en la Ciudad Deportiva, con los empleados del club y el presidente a la cabeza sosteniendo una pancarta con la leyenda “Es tiempo de unión” fue una muestra del alocado estado de cosas en El Arcángel. Era el último día del mercado de invierno y el club, por la razón que fuese -dinero había, según recalcaron-, no logró apuntalar el centro de la defensa ni la delantera, posiciones que reclaman a gritos un refuerzo. El director deportivo, Emilio Vega, lo trató de explicar -con desigual fortuna- en la sala de prensa cuando realizó un balance del mes de enero ante los medios.
Entre los seguidores, el estado anímico pendula entre la confusión y la indignación. Después de comprobar las sospechas de que la lucha por el ascenso le quedaba algo grande a su equipo, el cordobesismo ha expresado su sentir. Las protestas en el campo han sido especialmente duras en los últimos partidos. Durante el domingo aparecieron pegatinas en las instalaciones de Fondo Norte del estadio con una caricatura de Carlos González y el lema: Jeques no. González vete ya. Esta es la forma de presión más contenida. Los comentarios a través de las redes sociales suben el tono de la crítica. Y ya empiezan a llegar llamamientos oficiales a la movilización. El colectivo Brigadas Blanquiverdes ha lanzado una convocatoria para realizar una protesta a las once del próximo domingo antes del partido frente al Huesca, que comienza a las 12:00. También instan a los aficionados a retrasar su entrada al estadio hasta el minuto 12 como señal de rechazo a la gestión de la propiedad.
Carrión sigue a lo suyo. El Córdoba ya tiene, al menos, un objetivo claro y marcado. El retorno a casa no parece que vaya a ser demasiado amable.
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