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El muerto ha movido la mano y ha dicho hola

Florin trata de rematar en una ocasiòn blanquiverde | LFP

Paco Merino

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El Córdoba arranca un punto de El Madrigal tras un sufrido y serio partido | El guardameta Juan Carlos, destacado en un duelo orgulloso de los blanquiverdes

Puntúa en la liga del orgullo. En la otra, en la de la clasificación hiriente, sigue donde estaba. Va el último, ahora con 20 puntos. Ante el Villarreal no lo pareció, lo que hay que interpretar como un éxito. En tiempos de penuria, cualquier alegría es bienvenida. Y los jugadores del Córdoba pudieron irse de El Madrigal con un empate bien ganado y la cabeza alzada. No fue un partido brillante ni nadie lo pide. Sí hubo sacrificio y algo de suerte, ésa misma que otras veces acuchilló a los blanquiverdes con crueldad y que esta vez se alió con quien más lo mereció. El Córdoba sostuvo a un Villarreal necesitado y encontró en su meta Juan Carlos a su mejor pieza. Después de una semana difícil para el alcarreño, su actuación en Villarreal fue el refrendo de que siempre vuelve a salir el sol. Para el Córdoba es tarde ya, pero no le viene mal adecentar el final para crear una nueva expectativa. En su primer partido como equipo autodeclarado de Segunda, el Córdoba empató merecidamente en el campo de un rival que pelea por entrar en la Europa League. Un buen mensaje. El muerto movió la mano.

De salida, novedad de impacto. Deivid, el proscrito, sale a escena en su posición natural: defensa central. Por destacar ahí en las filas de Las Palmas se convirtió en el primer fichaje del Córdoba en Primera División. Luego, por unas causas o por otras, terminó perdido en una dinámica perversa. Entre la titularidad y la grada, sin contar cuando los problemas en la retaguardia le abrían puertas, acabó por meter la cabeza en la formación gracias a que Djukic le inventó un puesto de mediocentro, al igual que hizo con Fede Vico en el lateral izquierdo. Con Romero no había contado hasta hoy. Al canario le tocó reaparecer en una plaza complicada. Mostró profesionalidad y orden, cualidades que no son poco en las atribuladas circunstancias del equipo blanquiverde, que se reconoció públicamente de Segunda aún cuando las matemáticas no habían dictado sentencia. Sin Ghilas, hasta hace poco intocable, y con Abel Gómez luciendo galones de capitán en el césped desde el principio, el Córdoba se plantó en Villarreal con el cartel de víctima y un puñado de consignas sobre asuntos de honor y vergüenza torera.

Los amarillos aparecieron con la efervescencia que se les podía suponer, con ansia por poner las cosas claras desde el arranque ante un adversario de moral frágil, cincelada a golpe de decepciones. Antes del primer minuto, Trigueros cabeceó desde muy cerca un preciso centro de Joel Campbell. El mediocentro toledano estaba solo en el área pequeña y, por fortuna para Juan Carlos, su testarazo le salió alto. A los cuatro minutos, un cañonazo brutal de Campbell dejó temblando el larguero de la meta cordobesista un buen rato. No había tregua. Y el Córdoba no se dejaba someter. Trataba de mantener sus líneas en orden, no despistarse, capear el temporal y sacar de vez en cuando la mano. Lo hizo en el minuto 13 y dio un susto serio a Sergio Asenjo, que se arrastro por la linea para sacarle de la bota a Florin un balón que le había puesto desde la derecha Bebé.

El Córdoba mantenía la compostura ante un Villarreal con más empuje. A los 22 minutos, los amarillos volvieron a rozar el gol con un zapatazo lejano de Gerard Moreno que progresó con la pelota y ante la actitud contemplativa de la zaga blanquiverde decidió intentarlo. El larguero repelió el balón mientras todos se echaban las manos a la cabeza. En el bando de Romero, el más activo era Bebé. Un clásico ya. Es el futbolista que más ensaya el disparo a puerta en el Córdoba y uno de los más prolíficos en esta faceta de la Liga. Su promedio de remates por tiempo de juego es alto, en proporción inversa a su efectividad. En el minuto 25 caracoleó por la banda y soltó un latigazo que despejó Asenjo. Al filo de la media hora, una escapada de Florin Andone concluyó con un tiro esquinado. El Córdoba se resistía y en El Madrigal -cinco jornadas sin ver victorias- empezaban a inquietarse.

Los últimos diez minutos antes del intermedio resultaron particularmente difíciles para el Córdoba, que se replegó ante el empuje de un Villarreal que vivió cerca del área de Juan Carlos. Con mucho tráfico en poco espacio, el fútbol se hizo espeso. Crespo y Deivid se multiplicaban en el centro de la zaga, con Gunino y Edimar actuando al borde del reglamento para impedir las penetraciones por la banda. Krhin echaba una mano y Abel, con desigual fortuna, buscaba mantener la pelota el mayor tiempo posible.

Sin cambios en el descanso, el guión del partido se mantuvo. El Villarreal, percutiendo; el Córdoba, aguantando. Cheryshev pudo anotar de cabeza en el minuto 50, pero Juan Carlos abortó el remate con una fantástica intervención. El meta alcarreño tuvo una jornada laboral de lo más duro. Para ratificar sus discursos, los técnicos realizaron significativos movimientos. A falta de media hora, Romero quitó a Fede Cartabia para dar entrada a Luso Delgado. Más fuerza de contención. En el Villarreal, Marcelino retiró a un dolido Uche -se quejaba de molestias en la rodilla- para dar protagonismo a Luciano Vietto, el máximo goleador amarillo. En la grada, mientras tanto, se escuchaba el murmullo de la reprobación, esa clásica banda sonora de la inquietud que mutaba puntualmente en miedo. Como cuando Florin Andone, completamente solo, cabeceó fuera en el minuto 63 un envío de Bebé. El Córdoba no se rendía.

Juan Carlos salvó al Córdoba sacando a córner con un vuelo magistral un remate desde fuera del área de Campbell. El costarricense estuvo toda la tarde empeñado, pero el meta cordobesista se comportó de modo soberbio. A quince del fin, Romero introdujo a Héldon Ramos, un futbolista incógnita. El caboverdiano igual desespera a todo el mundo que se inventa algo productivo. Una internada, una faltita... Con el Villarreal en fase de mosqueo creciente, el Córdoba se jugó la última carta. Romero cambió a Florin Andone por Nabil Ghilas. Los blanquiverdes, sin embargo, apenas cruzaban la línea de medio campo. Juan Carlos le sacó en la línea un cabezazo a Víctor Ruiz, que picó un centro de Vietto. El sufrimiento era extremo.

Los amarillos reclamaron un penalti por presunto empujón de Crespo a Vietto ya en el descuento. El árbitro miró para otro lado. Cuando pitó el final, a los blanquiverdes no les quedaba resuello ni para sonreir. No está el asunto para fiestas, pero nadie disimulaba su estado de orgullo y alivio. “Si me tengo que ir a Segunda, lo haré con guerreros”, dijo una vez Djukic. Igual Romero, el señor que habla bajo y un poco raro, consigue que una chispa de rebeldía embellezca un adiós cantado.

FICHA TÉCNICA

VILLARREAL, 0: Asenjo, Mario, Eric Bailly, Víctor Ruiz, Costa, Pina, Trigueros (Jonathan Dos Santos, 65'), Joel Campbell, Cheryshev (Moi Gómez, 75'), Gerard y Uche (Vietto, 60').

CÓRDOBA CF, 0: Juan Carlos, Gunino, Deivid, Crespo, Edimar, Krhin, Abel, Bebé, Fede Cartabia (Luso, 59'), Fidel (Héldon Ramos, 75') y Florin Andone (Ghilas, 81').

ÁRBITRO: Iglesias Villanueva (Colegio Gallego). Amonestó con tarjeta amarilla a Crespo, Abel, Héldon Ramos y Gunino por parte del Córdoba y a Eric Bailly, del Villarreal.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 32 de la Liga BBVA, disputado en El Madrigal ante unos 15.000 espectadores.

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