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Javi Flores y lo primero de todo

Javi Flores, en su presentación | TONI BLANCO

Paco Merino

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Un 24 de junio de 2007, hace poco más de doce años, el Córdoba jugó su último partido en Segunda B. Y allí estaba él. Dentro de unas semanas, el conjunto blanquiverde retornará a la división de bronce con un duelo ante el filial del Granada. Un trago duro, que hay que pasar. Y allí también estará él. David Valle, Pierini, Aurelio, Diego Reyes, Arteaga, Esteban, Juan Navarro, Dani, Guzmán, Asen y Pineda. El once del ascenso. Javi Flores corrió hasta el último segundo sobre el césped de El Alcoraz, al que salió en los últimos minutos supliendo a Pineda, como antes hizo Endika Bordas y al final Rubén Párraga. De todos aquellos solo quedan dos en activo: el propio Javi y Guzmán, un baluarte en el Badajoz, el club de su tierra, al que regresó para cerrar el ciclo.

¿Volver a vivirlo a los 33 años? “A eso vamos, pero hay que tener humildad porque somos el Córdoba, sí, pero la Segunda B no perdona y nadie es más que nadie”, expresó el cordobés en su presentación. Llega maduro, listo para competir y con una ventaja crucial: conoce bien dónde está y qué espera el cordobesismo. De él y del equipo. Ya no es un futbolista en prácticas, sino un veterano que conoce el oficio.

Javi Flores ha vuelto al Córdoba por un puñado de buenas razones que se resumen en una. Dependía de él, así que dijo que sí y ya está. Se marchó de un Elche con el que logró, siendo titular y clave, un ascenso y una consolidación en Segunda. Cuando le llamaron desde El Arcángel apenas lo pensó: en estos asuntos manda mucho el corazón. Demasiado, dirán algunos si la aventura no encuentra un final feliz. En cualquier caso, Flores dormirá tranquilo sabiendo que tomó la decisión correcta. Firmó tres años para lograr el premio final: dejar al club en el que se crió desde los 7 años en el mapa del fútbol profesional. “Las categorías no se miran en estas situaciones; tenía que volver para arrimar el hombro”, dijo.

Con total naturalidad, Javi Flores vino a decir, rodeado de vehículos en el concesionario Corhyund -donde el club le llevó para ser presentado- y con una nube de periodistas alrededor, que le da igual todo con tal de ver al Córdoba ascendiendo. Ni por asomo ve un paso atrás su decisión. Llega para “disfrutar” del mismo modo que lo ha hecho “en todos los equipos en los que ha jugado”, pero esta vez con un plus de emoción: el que da llevar en el pecho el escudo de un Córdoba que “empieza desde cero”. “Hay que respetar a todos los equipos, ya que con mayor o menor nombre, están en la misma liga que nosotros. No podemos despreciar a ningún contrario y hay que ir con humildad”, dijo a modo de receta para abordar la competición en el Grupo IV de Segunda B, una leonera en la que no se admiten despistes.

El talante de Javi Flores contrasta con el caótico hervidero de problemas del Córdoba más reciente, donde decepciones y polémicas se sucedían de un modo tragicómico. El de Fátima regresa con la mente limpia, liberado del ambiente tóxico de una última temporada nefasta. “Ha sido todo más fácil de lo que parece”, ha dejado caer el cordobés sobre su regreso, en el que la entidad blanquiverde le mostró su deseo ferviente por contar con él y el Elche facilitó las cosas. “Se lo tengo que agradecer profundamente, porque ellos me entendieron”, manifestó Flores a propósito de la postura ilicitana para resolver el año de contrato que aún tenía.

Si Javi Flores es capitán “dependerá de lo que digan los compañeros y el entrenador”, aunque resaltó con respeto que “ahora está Fernández”. Lo de jugar en un sitio o en otro le da lo mismo. “¿Que dónde juego? No lo sé ni yo”, ironizó cuando le preguntaron sobre sus preferencias. Se agarró al tópico. Lo que quiere es estar, ya sea como pivote, mediapunta o en la banda. “Menos de delantero”, dijo con una sonrisa. Su familia le miraba a unos metros de la escena cuando posaba ante los fotógrafos y respondía las preguntas de los medios. El chaval de Fátima es ahora un padre de familia que sabe dónde pone los pies. El Arcángel le espera.

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