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Edu Campabadal y el reto de un futbolista ejemplar

Campabadal, con la mano vendada, en el entrenamiento del martes | ÁLVARO CARMONA

Paco Merino

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El joven defensa se aferra a un puesto en la primera plantilla del Córdoba | Ferrer ha valorado su dedicación en la pretemporada

“Es un toro. Tiene una potencia física y un pundonor espectacular. Nos lo está poniendo difícil. Ya veremos qué pasa al final de la pretemporada, pero nos está dejando muy buenas sensaciones”. Así hablaba Albert Ferrer de Campabadal tras el 'stage' en Marbella, cuando el jugador tarraconense tenía su nombre apuntado en una lista de piezas cuyo destino era la cesión. Durante todo el verano han ido entrando y saliendo miembros a la nómina cordobesista. Las despedidas de Raúl Bravo, Nieto y Adri Cuevas han sido los últimos movimientos. Ha habido catorce contrataciones. El campeonato oficial ha comenzado y el Córdoba despachó con una actuación notable su debut en el Bernabéu ante el Real Madrid. La plantilla prepara ya la visita del Celta, en lo que será el histórico retorno de la Primera División a Córdoba después de cuatro décadas de ausencia. Y ahí sigue Campabadal. Como uno más. Salvo que se produzca una sorpresa mayúscula -el mercado está abierto hasta el próximo lunes-, el catalán seguirá en el Córdoba. Sería la victoria de un futbolista ejemplar, cuya ética de trabajo seduce a los técnicos y provoca la admiración de los compañeros.

Eduard Campabadal Clarós (Tarragona, 1993) no ha pisado todavía la Primera División española, aunque sí la Premier League inglesa: fueron tres minutos ante el Aston Villa (2-2) defendiendo la camiseta del Wigan. Su trayectoria deportiva ha resultado singular. Internacional sub 17 y sub 18, era una de las perlas de la cantera del Barcelona, en cuya cantera de forjó desde edad cadete. Capaz de actuar como lateral y central, encontró en el club culé un obstáculo para su progresión en el emergente Martín Montoya, que le cerraba las puertas. Y decidió emprender la aventura británica, al igual que muchos compañeros de La Masía. De la mano del técnico español Roberto Martínez llegó al Wigan, donde actuó en el equipo de reservas. Tras un curso, volvió. Carrión, segundo de Pablo Villa, le conocía por la etapa que el técnico cubrió en las categorías base del Espanyol. Parecía un buen fichaje. El Córdoba le reclutó para su proyecto en Segunda División, aunque al llegar le dieron una camiseta con el dorsal 33 y le indicaron el camino del filial de Segunda B. No ha sido la suya una trayectoria sobre alfombras.

En su primer año -tiene contrato en vigor hasta junio de 2015-, Campabadal fue alineado en 16 partidos y se mantuvo como titular en la banda derecha en durante 13 citas seguidas, el periodo que discurrió entre que el Córdoba dejó de contar con el holandés Jens Janse y reclutó al uruguayo Gunino. En una época complicada para el equipo -declive de resultados, despido de Villa y llegada de Ferrer-, Campabadal dejó claro su talante y sus prestaciones. Está para lo que le echen. Disputó sus partidos en el filial y cuando le llamaron para apagar un fuego en el primer equipo se dejó el pellejo en el césped. En el tramo final entró en las convocatorias, pero tuvo pocos minutos de juego. En el play off, sólo cinco en La Condomina, en la semifinal frente al Murcia (1-2), con los goles de Pedro y Raúl Bravo. Vivió desde el banquillo la fiesta de Las Palmas y se le vio en los festejos por la ciudad. Siempre en un discreto segundo plano, consciente de que su papel es estar ahí, partiéndose el lomo en los entrenamientos y esperando su oportunidad. La Liga ha comenzado para el Córdoba. Y ahí está Campabadal, el chico que sigue aprendiendo fútbol mientras da una lección de ética laboral día a día.

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