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A correr detrás del tren

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Paco Merino

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Al Córdoba le pasan los trenes y se queda en el andén. El de Lugo era propicio para haberlo agarrado. Le aguardaba un adversario directo, en fase de decadencia -un mes sin ganar pese a cambiar de técnico y mucho tiempo sin marcar un gol-, y los blanquiverdes abrían una nueva etapa con Curro Torres. Una buena batería de motivos para incentivar el entusiasmo de un equipo que lejos de El Arcángel venía siendo poco menos que un guiñapo. En el Anxo Carro no hubo un desenlace distinto. Hubo esfuerzo -qué menos-, pero hay taras que permanecen. En cinco minutos de desgracia absoluta, el Córdoba se condenó. Primero, en un penalti por manos de Vallejo; después, en una acción desafortunada de Carlos Abad que dejó la pelota a los pies de Iriome. Una mirada al marcador hacía que el Lugo se arrancara todos los complejos. En el Córdoba se produjo el efecto contrario. Los jugadores corrieron bajo la tormenta, pero aquí no se puntúa por kilómetraje recorrido ni por litros de sudor derramado.

La expectación que pudiera suscitar el primer once de Curro Torres quedó rebajada por el peso de las circunstancias. Se le habían caído unos cuantos cabezas de cartel por las lesiones -Lara, Jovanovic, Muñoz, Romero...- y su margen de maniobra era escaso. Eso sí, puso sello propio en alguna determinación en la pizarra: dio el lateral zurdo al hispano dominicano Luismi Quedada y adelantó la posición de Javi Galán, devolviéndole el puesto de extremo -y soñando con que también volvieran la pujanza y la eficacia- con el que empezó´a destacar como blanquiverde. Ante la plaga de ausencias, Quim Araujo -que fue pupilo de Torres en el Valencia Mestalla- retomó una camiseta de titular en un conjunto que compareció en el Anxo Carro con la presión de la necesidad.

El Córdoba rehabilitó a Piovaccari, su nueve más nueve, para dañar a un Lugo en fase de desconcierto absoluto. Cambiaron de entrenador hace un mes y pusieron en la calle a Javi López para reclutar a Alberto Monteagudo, que en sus inicios como técnico pasó por el Lucena. No le ganaban a nadie. Casi 380 minutos sin meter un gol son un lastre que deprime a los espíritus más bragados. Los rojiblancos salían con un puñado de excordobesistas que disfrutaron de los tiempos gloriosos del ascenso a Primera: el meta Juan Carlos y el lateral Campabadal salieron de inicio, mientras que Bernardo Cruz estaba en el banquillo. El fútbol da muchas vueltas. Tantas que a veces se convierte en un tornado y se traga al que no sabe ni por dónde sopla el viento. Al Córdoba le aguarda una Liga para adultos.

Los locales salieron con nervio, con ese talante propio de los equipos en problemas que quieren dar a entender a su parroquia que están dispuestos a dejarse el pellejo pase lo que pase, buscando los balones a un Cristian Herrera incordiante y apretando al rival bajo una lluvia torrencial. El Córdoba, ataviado de modo estrambótico por imposición arbitral -camiseta azul de la tercera equipación y pantalón blanco de la primera-, se esforzó en mantener la posición y no rifar la pelota. Su primera tentativa en ataque fue una internada por la banda de Javi Galán, cuyo centro lo interceptó Juan Carlos. Más miedo metió José Carlos Lazo -otro que ha sonado recurrentemente como refuerzo del Córdoba- en un latigazo desde el borde del área que, con el piso mojado y a ras de hierba, pasó junto al palo de la meta de Carlos Abad. Respondió el Córdoba con un zurdazo lejano de Quezada que desvió Juan Carlos.

Un giro de guion se produjo a los 22 minutos, cuando Álex Vallejo tocó con la mano tras un saque lateral de falta en una acción polémica. El vitoriano se quejó de que le habían empujado en el aire en un lance en el que, además, había jugadores locales en situación de fuera de juego. Pero Arcediano Monescilo lo tuvo claro: señaló penalti y Herrera lo transformó con un toque de zurda suave que engañó a Abad. Lo festejaron con el exceso propio de un equipo que llevaba más de tres partidos sin anotar un tanto. Tan enorme fue el subidón que muy pronto llegó el segundo, con la inestimable colaboración de la languidez de la zaga cordobesista. Lo hizo Iriome tras remachar un balón que no logró blocar Abad tras un centro desde su derecha. Con media hora de juego, el Córdoba ya estaba en el peor escenario. Escriche y Cristian amargaban la tarde a una retaguardia blanquiverde que se manejaba con tensión mal entendida.

El Córdoba pudo reparar algo el marcador en un disparo lejano de Quim Araujo que tocó en Vieira y desconcertó a Juan Carlos, que vio cómo le pelota chocaba en el larguero. Al rechace fueron con todo Josete y Piovaccari, cuyas cabezas chocaron en el aire. Los dos se retiraron con el rostro ensangrentado para ser atendidos, aunque regresaron antes del final del primer tiempo con un vendaje. El intermedio llegó como una bendición para el Córdoba, que corría sin ton ni son con más rabia que plan.

La reaparición fue fogosa por parte del Córdoba, que hizo trabajar a Juan Carlos con un disparo forzado de Quim Araujo desde cerca y otro lejano de Luismi Quezada. Los de Curro Torres, espoleados por sus urgencias clasificatorias, acecharon a una defensa en la que se había acoplado como central el cordobés Bernardo Cruz, que salió a escena en el segundo tiempo en lugar de Josete. En pleno hostigamiento visitante llegó el 2-1, firmado por Miguel De las Cuevas, que desplegó una actuación sobresaliente. Los de Torres vivían sus momentos más inspirados. Pero el Lugo se repuso y el pleito se equilibró.

Piovaccari la tuvo en un remate de cabeza que desvió Juan Carlos en el 74. A falta de un cuarto de hora, Monteagudo agotó su último cambio mientras que Curro Torres mantenía a los once del principio hasta que determinó que era el momento ideal para que debutase en Liga esta temporada el canterano Sebas Moyano, el único de la primera plantilla que no se estrenó -lo hicieron 25 futbolistas- con Sandoval en la Liga 1/2/3. El de Villanueva del Duque ingresó en el césped en lugar del pivote Álex Vallejo, en un movimiento arriesgado para reconducir la situación por parte de Torres. La apuesta continuó con el cambio del lateral Quezada por el delantero Erik Expósito. Los cordobesistas se liaron la manta a la cabeza y asediaron a un Lugo que cortaba el ritmo con continuas faltas. En el descuento, un centro de De las Cuevas al que no llegó Piovaccari terminó en córner. Lo botó Aguado. No pasó nada. Los trenes siguen pasando.

FICHA TÉCNICA

LUGO, 2: Juan Carlos, Campabadal, Josete (Bernardo Cruz, 46'), Vieira, Luis Ruiz, Seoane, Azeez, Iriome (Campilo, 75'), Escriche (Aburjania, 59'), Lazo y Cristian Herrera.

CÓRDOBA, 1: Carlos Abad, Loureiro, Álex Quintanilla, Aythami, Quezada (Erik Expósito, 83'), Álex Vallejo (Sebas Moyano, 78'), De las Cuevas, Aguado, Quim Araujo, Javi Galán y Piovaccari.

ÁRBITRO: Arcediano Monescillo (Comité Castellano-Manchego). Amonestó con tarjeta amarilla al local Luis Ruiz y a los visitantes Aythami, Luismi Quezada y Álex Vallejo.

GOLES: 1-0 (23') Cristian Herrera, de penalti. 2-0 (28') Iriome. 2-1 (56') De las Cuevas.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la decimoquinta jornada del campeonato nacional de Liga 1/2/3, disputado en el estadio Anxo Carro de Lugo ante 2.467 espectadores.

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