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Primera premisa: “Hay que correr con balón igual que sin él”

Jugadores del Córdoba en su primer entrenamiento

Rafael Ávalos

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Todavía es pronto. Básicamente porque apenas completa un entrenamiento. Es el que sirviera el lunes para abrir una pretemporada que, de nuevo, va a ser larga y exigente. Al menos en lo que al trabajo y el número de amistosos se refiere. Sea como fuere, ya es posible conocer alguna de las ideas que maneja su técnico. Con el comienzo de la pretemporada, el preparador del Córdoba, Germán Crespo, ofrece pistas sobre lo que pretende. No es que sus planteamientos sean desconocidos pues cumple su segunda campaña en el club, pero sí van a recoger más atención. Porque no es lo mismo dirigir a un segundo equipo que a un vestuario principal, y menos si ocurre en un club como el califal. De entrada, el granadino insiste en el sacrificio cuando el balón sea del rival.

“De puta madre (sic) con el balón para ser el primer día”, aseveró el entrenador del conjunto blanquiverde en los últimos instantes de la práctica inaugural del período de preparación. Mostraba de forma clara, por tanto, su satisfacción por el trabajo de sus futbolistas en la toma de contacto con el césped. Germán Crespo no perdió detalle a la evolución en el verde de los jugadores, a los que dio indicaciones en no pocas veces. En muchas ocasiones reiteró una premisa sobre la que ya habló días antes, el viernes en la sala de prensa de El Arcángel. Quiere que su equipo esté preparado para sacar a relucir su teórica calidad para tener el esférico y crecer a partir de ahí, pero también que tenga capacidad de esfuerzo cuando el cuero esté en botas ajenas.

La insistencia en este sentido tiene un objetivo: la solvencia defensiva. Y no es baladí este asunto, como no deja de ser importante la meta. Como muestra está la fragilidad que sufrió el cuadro califal en determinados momentos -y no fueron pocos- del anterior curso. “Hay que correr con balón igual que sin él”, llegó a reclamar a sus futbolistas en un instante del entrenamiento del lunes. En realidad, lo que significa esta petición del nazarí a los suyos es que la voluntad y el compromiso no decaigan ante el juego más vistoso, que con todo es lo que tiene intención de ver al Córdoba en un desafío que no va a ser sencillo. De hecho, el reto es el mayor de los últimos 36 años para la entidad pues compite en cuarta categoría por primera vez desde 1985.

Pero la brillantez con el balón no puede conllevar una actitud menos guerrera, como se suele decir. En definitiva, Germán Crespo busca un equipo facultado para generar su propio fútbol -y a raíz de ello mejorar el caudal ofensivo- y a la vez para mantenerse seguro en el plano defensivo. No en vano, y aunque suene a tópico por tantas veces como se repite, en el equilibrio está el secreto del éxito. Y en este punto, un futbolista sobresalió en el comienzo de la pretemporada. Fue Ekaitz Jiménez, quien demostró adaptarse a la perfección, al menos de entrada, a las consideraciones del técnico. El lateral procedente de la Real Sociedad B estuvo acertado en el toque y pase y no cejó en su empeño en la presión.

Con todo, no fue la única idea que lanzó, a viva voz, el granadino durante la sesión de estreno ante la 2021-22. El entrenador califal insistió también en la necesidad de que haya comunicación entre sus jugadores. La razón es sencilla: el acoplamiento de las piezas facilita el funcionamiento de la maquinaria. O dicho de otro modo, el granadino persigue un total entendimiento dentro del vestuario. Así, Germán Crespo procura que resulte más fácil encarar cada acción de partido. Y si un compañero no llega, que lo haga otro; y si un compañero tiene un error, que lo corrija otro. Es decir, que también haya solidaridad en el comportamiento colectivo. Se trata de la otra vertiente de interés en este aspecto.

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