Para cambiar, algo distinto
Si quieres resultados distintos, haz algo diferente. Puedes llamar a un coach para que te lo diga o simplemente recurrir al sentido común, que no es precisamente frecuente en el manual de los tópicos del fútbol. En el caso del Córdoba CF, no parece procedente argumentar que no pasa nada y que todo es reversible con tiempo sin decir qué se hará en ese tiempo o, más inquietante aún, declarando que hay que seguir trabajando igual. Hace una década que el equipo no estaba tantas jornadas seguidas en posición de descenso en Segunda, es el conjunto más goleado en el mapa de competiciones de la LFP y solamente ha ganado una vez en las últimas siete jornadas. La situación es altamente preocupante. Y Juan Merino, que llegó hace dos semanas para suplir en el banquillo a Luis Carrión, está tomando sus medidas.
De momento, el linense marcó un objetivo claro y realista: “Hay que salir del descenso”. Resultó duro escucharlo cuando después de un intenso verano -con un pleno de victorias en los amistosos que incentivó las expectativas- el Córdoba partía como candidato a pelear arriba. Aquellos planes han quedado enterrados por la dura realidad. Además de fijar una meta, el ex del Betis ha modificado el 'planning' de entrenamientos con respecto a su antecesor. Resultó sorprendente el hecho de que después del partido ante el Numancia del pasado domingo, el técnico hiciera salir al césped de El Arcángel -una vez desalojado el público- a todos los miembros de plantel para realizar una sesión de entrenamiento. De recuperación para los que participaron en el duelo de competición y más intenso para los que no actuaron. Después de una jornada de descanso este lunes, el grupo reanuda el tajo este martes con una sesión doble. Merino ya estableció una jornada de dos partes la semana pasada y todo apunta a que continuará con la tónica. Habrá que ensayar más. Es lo que tiene el no cubrir los objetivos mínimos.
El Córdoba volverá al Francisco Artés Carrasco, un escenario en el que vivió uno de sus episodios más raros esta temporada. El pasado 6 de septiembre se presentó allí para dilucidar la primera eliminatoria de Copa del Rey, a partido único. Ganó por 2-4 (doblete de Guardiola, Alfaro y Markovic) y pasó a la siguiente ronda, pero aquello acabó con Carrión echándose las manos a la cabeza. El catalán empezó a darse cuenta -o a certificar- que algo no funcionaba bien en un Córdoba que encajó dos goles, a cual más esperpéntico, en los últimos tres minutos del partido. Fue el aperitivo a las goleadas posteriores en la Liga y al carrusel de cambios en la retaguardia que no funcionaron. De hecho, en la misma Copa se comprobó el desaguisado: el Tenerife, que llevaba diez años sin ganar un partido en esta competición lejos del Heliodoro y jamás había ganado un partido oficial en El Arcángel, le endosó un rotundo 1-4 a los de Carrión. Y ya nada volvió a ser como antes.
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