El Arcángel abrió al Oviedo las puertas del infierno

En su última visita a Córdoba, en 2003, el equipo carbayón descendió a Segunda B y más tarde se desplomó a Tercera, rozando la desaparición

No es que al Córdoba le rodaran demasiado bien las cosas, pero es que el Oviedo le iban rematadamente mal. Aquella tarde del 21 de junio de 2003 traía un ambiente tétrico. Situación: penúltima jornada del campeonato de Liga. Los locales necesitaban a toda costa la victoria para no depender de otros en su lucha por la permanencia. Los visitantes no tenían margen de error. Si perdían, se iban al pozo. Y perdieron.

El Córdoba sacó adelante un encuentro de tensión extrema. Duro y polémico. La alineación blanquiverde era un fiel reflejo de la caótica confección de un plantel en el que llegaron a debutar 34 futbolistas. Salieron Jauregui, Pato, López Ramos, Ramón, Soria, Gorka Gracía, Montenegro, Francisco Lama, Eloy, Dennis Serban y Moisés. En el descanso, el marcador no se había movido. El miedo se mascaba en El Arcángel.

A los tres minutos de la reanudación, un chaval de 20 años perdió los nervios y acabó expulsado. Se llamaba Paredes y era la joya de la cantera ovetense. Dos años después lo fichó el Real Madrid. Esta temporada milita, ya como un veterano de 33, en el Albacete. Dos minutos después de esa expulsión, Moisés marcó el 1-0. Y ahí quedó el asunto. Al Córdoba, con Castro Santos en el banquillo -empezó el curso Ortuondo y después pasó Zambrano-, sólo le quedaba un escollo más. En Getafe. Empató a uno con gol de Montenegro y se salvó. El Oviedo ya estaba sentenciado desde que salió por la puerta del estadio cordobés como equipo de Segunda B. Poco después caería a Tercera, viviendo una crisis institucional y deportiva que le tuvo al borde de la desaparición. El Tartiere vivió, con dolor y orgullo, un infierno del que ahora tratan de salir. Ascendieron a Segunda el pasado verano y ahora llegan a Córdoba, el lugar donde empezó su descenso el averno, con la posibilidad de conseguir la mejor posición desde hace 13 años, con aquel gol de Moisés.