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Una niña de 10 años de Córdoba, autora de una de las ilustraciones del nuevo libro de J.K.Rowling

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Alejandra Luque

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El mundo de la literatura infantil suma este martes un nuevo trabajo: El Ickabog. La escritora J.K. Rowling regresa a un estilo en el que irrumpió en 1999 con las historias de Harry Potter y con las que ha vendido más de 500 millones de ejemplares. En esta vuelta a sus orígenes, Rowling quiso que los más pequeños formaran parte de ella, promoviendo un concurso para elegir las ilustraciones que dieran color a esta nueva historia. Tras meses de espera, la pequeña Olivia de diez años, natural de Córdoba, ve cómo su dibujo estará en las estanterías de las librerías españolas.

Tal y como explica la propia autora, la idea de publicar El Ickabog estuvo en su cabeza durante mucho tiempo e incluso estuvo leyendo a sus hijos esta historia, capítulo a capítulo cada noche. Sin embargo, cuando llegó el momento de publicarlo, decidió sacar un libro para adultos. “Así es como El Ickabog terminó en el ático”, comenta. “Me ocupé de otras cosas y, aunque me encantaba la historia, a lo largo de los años llegué a pensar en ella como algo que era solo para mis propios hijos”.

Entonces ocurrió el confinamiento. “Fue muy duro para los niños en particular así que bajé El Ickabog del ático, lo leí por primera vez en años, reescribí algunos fragmentos y luego se lo volví a leer a mis hijos. Me dijeron que les volviera a poner algunas cosas que les gustaban cuando eran pequeños y listo”.

Hasta el pasado 24 de julio, más de 2.000 niños y niñas de entre 7 y 12 años procedentes de todas la partes del mundo enviaron sus ilustraciones en base a los temas que Rowling fue revelando durante los meses de junio y julio. Pocos días antes de que finalizara el plazo, Olivia envió su dibujo después de que su profesora del colegio Colón le invitara a participar. Sin embargo, cuenta su madre a CORDÓPOLIS -María-, la menor no estaba muy inspirada y se encontraba “triste”, sentimiento provocado después de tantos meses de confinamiento.

Sin embargo, “decidió enviar un dibujo por su seño”. Y así lo hizo. Cada niño participante tenía que elaborar una imagen que tuviera relación con el capítulo que le había tocado: en su caso, la historia de un pastelero que, a pesar de encontrarse metido en la cárcel, afrontaba su día a día con ilusión ya que su objetivo cada vez estaba más cerca: salir. En agosto, Olivia supo que era una de los 250 participantes preseleccionados, un dato que da a entender la calidad de los candidatos.

De entre todos, el jurado decidió seleccionar 34 ganadores, uno para ilustrar cada capítulo, y de una procedencia muy diversa: Argentina, Chile, Panamá, Perú y Venezuela (todas, un ganador), Colombia y Uruguay (cuatro), México (siete) y España (14). El jurado del concurso estuvo compuesto por Marta Borrell (Directora de Arte de Penguin Random House Group Editorial España -PRHGE-), Sílvia Fornells (Responsable de Librerías de PRHGE Cataluña, Natalia García (Directora Literaria de la División Infantil de PRHGE Colombia), Antonia Justicia (Coordinadora Sección Libros y responsable de Infantil y Juvenil de CulturadeLa Vanguardia), Sigrid Kraus (Directora Editorial de Salamandra), Maru Lucero (Gerente de diseño de PRHGE México), Marta Martí (Directora de Marketing de PRHGE España) y Lucrecia Rampoldi (Jefa de Arte de PRHGE Argentina).

María, que es profesora de Arte, reconoce que su hija es “muy buena dibujante” y su primer concurso lo ganó con tan sólo dos años. Con este nuevo reconocimiento, la joven ha sido premiada con un bono de 300 euros que debe destinar para la compra de libros para una biblioteca. Sin dudarlo, la menor ha decidido donarlo a su colegio para que sus amigos disfruten de la literatura tanto como ella.

Sinopsis de El Ickabog

El Ickabog es un cuento de hadas divertido, cálido y de ritmo rápido de un monstruo temible, una aventura emocionante y esperanza contra todo pronóstico. El reino de Cornucopia fue una vez el más feliz del mundo. Tenía mucho oro, un rey con el bigote más fino que puedas imaginar, y carniceros, panaderos y queseros cuyas exquisitas comidas hacían bailar a una persona de placer cuando se las comía.

Todo era perfecto, excepto las nebulosas tierras pantanosas del norte que, según la leyenda, eran el hogar del monstruoso Ickabog. Cualquiera sensato sabía que el Ickabog era solo un mito, para asustar a los niños para que se comportaran. Pero lo curioso de los mitos es que a veces cobran vida propia.

¿Podría un mito derrocar a un rey amado? ¿Podría un mito poner de rodillas a un país que alguna vez fue feliz? ¿Podría un mito empujar a dos niños valientes a una aventura que no pidieron ni esperaron?

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