Mil años de 'El collar de la Paloma', el eslabón perdido e ignorado de la literatura española
Si consideramos De la brevedad de la vida, de Séneca, como una de las cumbres de la filosofía hispánica, ¿por qué no consideramos El collar de la paloma como una de las cumbres de la literatura española? Esa es la pregunta que sobrevuela muchas cabezas este año, cuando se cumple un milenio desde que el cordobés Ibn Hazm escribiera en Xàtiva esta obra cumbre de la literatura universal y cuya conmemoración está pasando de puntillas para algunas administraciones.
No es algo nuevo para una obra que permaneció desaparecida durante siglos y que gozó de un importante reconocimiento internacional cuando fue redescubierta a finales del siglo XIX y traducida en todo el mundo durante buena parte del siglo XX. Sin embargo, en las últimas décadas, la obra magna de Ibn Hazm ha sido, en buena medida, devuelta al ostracismo, un poco como la historia de la propia Al Andalus. Es por ello que la celebración del milenario de El collar de la paloma debería ser algo más que un acontecimiento literario para muchos de los expertos y arabistas que han centrado su estudio y admiración en esta obra, un eslabón perdido de la literatura ibérica.
Un eslabón que escribió en Xàtiva, con el Mediterráneo de fondo, Ibn Hazm, un político, filósofo, poeta e historiador, hijo de una familia de altos cortesanos de origen muladí (conversos a islam), y que se crió en la Córdoba del periodo omeya de Al Andalus. Es decir, en el periodo de decadencia de una de las más populosas ciudades del mundo y, por descontado, la mayor de la Europa de su época, además del mayor centro de conocimiento de su era.
Esa ciudad, sabia y resplandeciente y a la vez bestial, fue radiografiada por el escritor, historiador y psicólogo Daniel Valdivieso en su debut, La Córdoba de Ibn Hazam (Utopía Libros, 2016). Hoy, Valdivieso está implicado en muchas de las actividades que celebran el milenario de El collar de la paloma, una obra que, a su juicio, todavía es capaz de sorprender al lector por “la atemporalidad de su contenido” y por la capacidad que tuvo Ibn Hazm de trazar una serie de actitudes y valores en los que “uno puede verse reflejado hoy, mil años después”.
Una obra amputada y oculta durante casi nueve siglos
Claro que pocos elementos hay más atemporales que el amor, el corazón de la obra del poeta y escritor omeya, que escribió el libro a petición de un amigo y lo hizo en árabe clásico y no en dialecto andalusí. Quizá esta elección lingüística es lo que motivó que el libro permaneciera oculto a las letras europeas durante dos siglos. Claro que no fue hasta 1338 cuando un copista la publicó (en una versión amputada, que recortaba casi a la mitad sus páginas, según reconoce en el prólogo). Lo hizo bajo el título Tawq al-hamama wa-zill al-gamama (El collar de la paloma y la sombra de la nube).
Tres siglos después, en 1645, es Levinus Warner, cónsul holandés del Estambul otomano, el que encuentra esta versión entre más de un millar de manuscritos orientales. Pero es que aún habrían de transcurrir otros dos siglos para que un joven estudiante de doctorado llamado Reinhart Pieter Anne Dozy se topara en los fondos de su Universidad de Leiden con la obra de Ibn Hazm, de la que acabaría realizando la primera traducción.
Y aún faltaba un siglo más de espera para que se publicara en el país donde nació, vivió y murió su autor. La primera traducción en castellano, realizada por Emilio García Gómez y prologada por Ortega y Gasset, se publicó en España a mediados del siglo XX bajo el título El collar de la paloma. Tratado del amor y los amantes. Fue un éxito y un acontecimiento literario.
Se da la paradoja de que, en aquellos años, en el franquismo más nacionalcatólico, hubo un movimiento cultural de reconocimiento arabista que condujo, por ejemplo en Córdoba, a la celebración del Festival de Poesía Árabe de 1963, en el que el Ayuntamiento de Córdoba levantó en la Puerta de Sevilla la estatua de bronce de Ibn Hazm. Aquella cita, que fue captada por el Nodo de la época, congregó a las principales autoridades diplomáticas y poéticas del mundo hispano árabe, como Nizzar Qabbani o Salma Haffar, mezclados con poetas y figuras como las del grupo Cántico.
“Esta es una de las paradojas de este caso; ha habido más recuerdo a nuestros intelectuales andalusíes durante el franquismo que después”, explica el escritor Antonio Manuel Rodríguez, que este año ha publicado La luz que fuimos (Almuzara), una novela histórica y poética ambientada también en la Córdoba de Ibn Hazm, y que, de hecho, convierte al poeta y filósofo omeya en uno de los personajes clave de su historia.
Rodríguez coincide con Valdivieso en que el valor de El collar de la paloma trasciende lo meramente literario. “Podemos estar de acuerdo en que es una delas mejores radiografías de todos los estados del amor, pero es que, además, hace una lectura esencial de uno de los periodos más convulsos de la historia de la Península y de Córdoba”, señala el autor de La huella morisca o Arqueología de lo jondo.
Valdivieso remata: “Es una obra con mucho valor para la investigación. El collar de la paloma es uno de los libros clave que todo arqueólogo e historiador tiene en su mesilla, porque en sus páginas habla del urbanismo, de las familias, de los funcionarios, de los altos potentados de la Córdoba de Al Andalus”.
Masoquismo, bisexulidad, erotismo, carnalidad... La concepción del amor que Ibn Hazm radiografió se filtró y llegó a obras de naturaleza similar. Ahí es donde emerge con fuerza el papel de eslabón perdido, pues Hazm logró conectar el género risala (en esencia, el género epistolar) andalusí, que en realidad es una especie de precursor del ensayo, con esa corriente literaria que mezclaba prosa, poesía y sexualidad, de la que bebió posteriormente El Libro del buen amor, del Arcipreste de Hita.
“Es un eslabón más en esas temáticas que son universales a la literatura”, concreta Valdivieso, mientras Antonio Manuel apunta a que es este matiz lo que convierte a esta obra como “una de las cumbres de la literatura universal”.
¿Y el Instituto Cervantes?
Por tanto, ¿se está celebrando como debiera el milenario de El collar de la paloma? Hace unas semanas, en una entrevista en este periódico con el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, se preguntó sobre esta cuestión, sin obtener respuesta concreta. En este sentido, Valdivieso apunta a que, “si los valores y principios del instituto Cervantes son poner en relieve la literatura española, quizá debería hacerlo”, si bien reconoce que detrás de este asunto subyace la eterna pregunta: ¿la literatura andalusí debe considerarse literatura española?
Para Valdivieso y Antonio Manuel no hay duda alguna. Sí. “Hay una resistencia y viene por una lobotomía identitaria, que nos hace pensar que lengua española es sólo lo que está escrito en castellano, pero que, al mismo tiempo, acepta como hispano a Séneca o Lucano, pero no a Maimónides, Averroes o Ibn Hazm”, reflexiona Antonio Manuel Rodríguez, que recuerda que, paradójicamente, todo el mundo considera españolas obras cumbre de la arquitectura como la Mezquita, la Giralda o La Alhambra, pero no catedrales de la literatura universal como La guía de los perplejos, El collar de la paloma o La destrucción de la destrucción.
Valdivieso, por su parte, defiende que la enseñanza de literatura española debería empezar con El collar de la paloma. El historiador, de hecho, se muestra esperanzado con que el reconocimiento llegará tarde o temprano. Incluso más temprano que tarde, ya que la celebración de esta obra, explica, se puede extender hasta julio de 2023, que es cuando acaba el año de la hégira en que se escribió, por lo que hay margen para que algunas instituciones se pongan las pilas.
Ha habido más recuerdo a nuestros intelectuales andalusíes durante el franquismo que después
Antonio Manuel también se muestra optimista con esta cuestión, si bien es muy crítico con el papel del Ayuntamiento de Córdoba durante el milenario de la obra. “Si tú coges las cinco estatuas más importantes de Córdoba, son Séneca, Osio, Maimónides, Averroes e Ibn Hazm. ¿Pero tú pregúntale a un cordobés quién es Ibn Hazm?”, señala el escritor, que ha echado de menos más celebraciones a la altura del milenario de esta obra.
En este sentido, hasta el momento, el Ayuntamiento de Córdoba sólo ha organizado un concierto dedicado a la obra del poeta andalusí, que se enmarcó dentro del festival de Música Antigua. Por su parte, la Diputación de Córdoba ha impulsado un espectáculo sobre esta obra que recorrerá siete pueblos de la provincia, mientras que la Junta de Andalucía programó a principios de octubre en Medina Azahara el espectáculo El Collar de Azahara. De Ibn Hazm a Antonio Gala, y tiene prevista para las próximas semanas una exposición sobre el milenario de la obra, según detalla Antonio Manuel.
Pequeños actos que, a su juicio, no están a la altura de la celebración, especialmente por parte del Ayuntamiento de Córdoba, que al fin y al cabo es la ciudad donde vivió gran parte de su vida el autor de El collar de la paloma. Este agravio lo hace extensivo al Gobierno de España. “El estado español tampoco ha estado a la altura”, afirma, al recordar que, más allá de que El collar de la paloma se escribiera en Xàtiva, que lo hiciera un cordobés que murió en Huelva, y que retratara como nunca antes una ciudad que fue “la Nueva York de su época”, lo que se está celebrando este año es el milagro de la vigencia de “una obra de arte universal”, un eslabón que pasó demasiado tiempo perdido como para ser ahora condenado al ostracismo por la negación de una parte esencial de nuestra historia.
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