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El metrónomo pausado de Pablo Prieto

Pablo Prieto | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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El artista cordobés, dueño del bar Amapola, presenta su primera exposición individual en la Sala Galatea de la Casa Góngora

El tiempo se alarga. Como una cuerda que se enrolla una vez -y otra- sobre un lienzo. Como una hoz que siega en círculos una vez -y otra- dibujando en los cultivos. Pablo Prieto tiene el don de estirar y pausar un poco más el reloj. Y lo hace pintando. Pero a su ritmo. Y su ritmo es pausado, detallista y elaborado. Piezas muy personales que durante años se han guardado en un almacén y han sido disfrutadas por él y por pocos más; apartadas, en su mayoría, de los circuitos comerciales de las galerías y las exposiciones. Como el propio Prieto, que se ha movido más en el mundo de la noche -es el dueño del Bar Amapola- que en el del arte. Aunque nunca ha dejado de crear (a su ritmo).

Esta es la primera exposición individual de Prieto pero no es un desconocido para los ojos más inquietos. Desde hace lustros, el artista se ha asomado en un goteo cada vez más demorado en alguna exposición y contadas galerías. La propia Fundación Botí se hizo con un par de piezas suyas. Pero hacía tiempo que no asomaba de nuevo. Y lo ha hecho a propuesta de él mismo en la Sala Galatea de la casa Góngora, con una especie de retrospectiva de sus últimos 19 años de trabajo titulada Con Alma Lenta, el título que, con acrónimo, preside uno de sus cuadros, C.A.L. “Ha hecho falta mucho tiempo y el tiempo no me importa”, reconoce Pablo, “así que le venía muy bien el título a la exposición”.

El tiempo es una constante en toda la exposición. En forma de partituras, series de sellos que son cartas, círculos que se enrollan como un mandala o un puzzle en blanco que rompería la cabeza del mayor experto en rompecabezas. Piezas grandes que impresionan por su hipnotismo (La marca del diablo, El segador) o sus paisajes vacíos (C.A.L.).

Con Alma Lenta es también un punto y a parte. Pablo Prieto decide que ya está bien. Durante años no ha abandonado técnicas ni obsesiones, alternándolas con intermedios impuestos por su propio ánimo y sus propias ganas. Pero le apetece hacer otra cosa. ¿El qué? “No lo sé. Otra cosa. Ya veré”.

La exposición se mantendrá abierta del 21 de febrero al 18 de mayo, de martes a sábados (17.30 a 20.30) y los domingos (de 11.00 a 14.00).

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