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El glosario de Maimónides, de la 'Guenizá' de El Cairo a la Universidad de Cambridge

Maimónides en Córdoba.

Rosario Ostos

9 de mayo de 2023 20:30 h

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Un total de 200.000 textos se encontraban ocultos en la Guenizá de El Cairo (Egipto), un habitáculo en las sinagogas donde se almacenaban manuscritos deteriorados u obsoletos que, por su carácter sagrado, no podían tirarse. Durante 900 años se han ido acumulando hasta ser descubiertos en el siglo XIX. A Cambridge llegaron unos 141.000, entre los que se encontraba este glosario escrito por el filósofo y médico cordobés Maimónides y reconocido ahora por su paisano investigador José Martínez Delgado.

Este catedrático del departamento de Estudios Semíticos de la Universidad de Granada, al igual que otros expertos, ya había tenido en sus manos este documento, puesto que se encontraba publicado desde el año 2007. Sin embargo, se catalogó como un glosario de mercaderes, ya que contenía alimentos, sabores y colores en árabe y romance.

La sorpresa llegó cuando se encontraba buscando textos para incluir en un libro escrito junto a su compañero de la Universidad de Tel Aviv, Amir Ashur. “Fue ahí cuando las palabras pistacho y castaña me llamaron la atención, porque tienen el trazo específico suyo”, recuerda el investigador. Lo reconoció como quien vuelve a ver a una misma persona de nuevo. “Para nosotros las letras son como las caras”, asegura.

Viaje de Egipto a Cambridge

Estos investigadores sospechan que el texto se escribió en Egipto, tras su huida de la península. Esto acota las fechas entre su llegada y su muerte en 1204. “Creemos que está escrito en un momento de tranquilidad, de sosiego”, concreta Martínez, quien considera que el glosario surge como pasatiempo del filósofo. “En shabat los judíos no pueden hacer nada relacionado con el trabajo y Maimónides debía tener un cerebro que debía ser una olla a presión”, comenta como si se tratase de un conocido tras tanto tiempo dedicado a sus escritos.

Aparentemente, este texto quedaría relegado a la Guenizá de El Cairo, descubierta en el siglo XIX. Tras este hallazgo, a Cambridge se envió un texto original en hebreo de uno de los libros de la Biblia, según relata Martínez. Al contemplar la importancia del mismo, llevaron hasta Cambridge más de 141.000 documentos. “El problema es cómo se los llevaron, al estilo expolio. No solo fueron ellos, también fueron los rusos y alemanes”. Actualmente, tienen una página web con el objetivo de unir todos estos documentos. “Aún quedan cosas por leer, hay lenguas que no sabemos lo que son. Son 900 años guardados en la Guenizá”, asegura.

Palabras traducidas al romance

El revuelo de este hallazgo no viene solo porque su autor sea el filósofo cordobés, “sino el hecho de que estaba escribiendo en romance”, matiza el catedrático. Aunque solo eran algunas palabras básicas como pan o agua, concluyeron que “era una cosa premeditada”. Tras el análisis del filólogo de la Universidad de Zaragoza, Alberto Montaner, confirmaron que la morfología de las palabras, la flexión del plural y del femenino está en italiano. “Eso nos ha dejado perplejos”, confirma.

La explicación de este hecho se reduce a conjeturas, puesto que no hay pruebas que confirmen cómo pudo aprender Maimónides esta lengua. “Todo son palabras de la cocina, pudo aprenderlas de niño en casa o quizás alguien de mayor le enseñó los romances y a hacer los plurales en italiano. Sabemos que había muchos judíos provenzales e italianos”, deduce Martínez, quien confía en que otros expertos puedan averiguarlo.

Asimismo, lo que más llamó su atención fue “el orden perfecto de las palabras. Para Maimónides tiene una explicación lógica”. A partir de este listado se puede reconstruir un discurso, por lo que dedujeron que lo que tenían delante era “el borrador de un capítulo o unos apuntes para dar clase”.

El glosario contiene algunas palabras tachadas, como luz y oscuridad. “Entendimos rápidamente que él quiso al principio confeccionar una lista relacionada con el sentido de la vista”, al igual que ocurre con el gusto y el olfato, afirma Martínez. “Vemos a Maimónides trabajar, elaborarla, descartarla y reordenarla. Es maravilloso porque estás ahí con él”.

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