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El jurado declara culpable de asesinato al hombre que asestó 46 puñaladas a su mujer enferma de alzheimer

Juicio al hombre de 95 acusado de asesinato tras asestar 46 puñaladas a su mujer en noviembre de 2019J

Europa Press

29 de abril de 2021 21:30 h

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El jurado considera no probado por unanimidad que el hombre de unos 95 años de edad acusado de asesinar de 46 puñaladas a su mujer de 86 años, enferma de Alhzeimer, el 29 noviembre de 2019 en la localidad cordobesa de Iznájar actuara “por un móvil humanitario”, así como que tampoco diera “muerte a su esposa por amor y por evitarle la situación de deterioro progresivo a la que la misma estaba evolucionando”.

No obstante, el jurado cree que el procesado cometió los hechos “con su capacidad parcialmente mermada”, algo en lo que “influyó su estado de depresión y el deterioro progresivo en el que se encontraba la víctima”, sobre todo, desde el incidente que días antes de los hechos la había postrado en la cama, con una herida de arma blanca, “de la que no se descarta la autolisis”. “La situación le desbordaba” al acusado.

Así lo ha expuesto el jurado en el juicio de la Sección Segunda de la Audiencia de Córdoba, tal y como ha recogido Europa Press, que ha quedado visto para sentencia, después de declarar culpable de “la muerte intencionada y alevosa” al varón, con “situación de alteración parcial de las facultades” que “mermaban sus facultades psíquicas”, a lo que añaden que no está probada “la colaboración activa, personal y directa” por el procesado “en el suicidio de su esposa que partía de la petición expresa, seria e inequívoca de esta al padecer muy graves y permanentes padecimientos difíciles de soportar”.

Además, han pedido que no se le conceda la suspensión de la pena, ni el indulto. Al respecto, la fiscal y la acusación ejercida por la Junta de Andalucía solicitan 20 años de cárcel, mientras que la defensa pide que se considere como un delito de cooperación al suicidio, con pena máxima de seis años.

Mientras, el acusado ha lamentado que “se digan cosas que en realidad no han pasado”, porque “la quería con locura” y ella le pidió “varias veces que no quería vivir”, según su testimonio, en el que ha manifestado que el también se iba “con ella”. “Mi vida ya no tiene sentido”, ha dicho.

Previamente, el martes declaró que cometió los hechos “por amor” tras admitir que la enfermedad que sufría ella lo “destrozó”. “Me enloqueció verla en esa situación”, ha subrayado. El procesado ha relatado que no sabe qué le pasó a él para llegar a asesinarla, a la vez que ha afirmado que quiso terminar con su vida tras hacerlo con la de su mujer, porque “sin ella la vida no tiene sentido”.

“La quería con locura”, ha mantenido el hombre, destacando que los 61 años de convivencia fueron “maravillosos y felices”, pero “la enfermedad maldita me destrozó”. Así, visiblemente emocionado, se ha confesado “culpable de los hechos”.

La familia pidió que no se considerara “un acto de compasión”

Mientras, sus hijas, que se lanzaron besos con su padre, entre lágrimas, han pedido que no sea considerado un caso de violencia de género, sino “un acto de compasión”, porque su progenitor “no quería ver sufrir” a su madre, al tiempo que han valorado la relación de matrimonio, en la que eran “uña y carne”. Ninguna está personada en la causa.

Una de ellas, quien estuvo con ambos en la casa cuando ocurrió el crimen, comentó que en el momento de los hechos él estaba con tratamiento de pastillas y “alguna vez ha estado depresivo”. También precisó que su madre presentaba “Alzheimer en estado avanzado”, de hecho le habían concedido la ayuda a domicilio, aunque en aquellas fechas no se había hecho efectiva.

Por su parte, el letrado de la defensa indicó que la mujer padecía Alzheimer y “estaba en una cama sin posibilidad de moverse”, de manera que “en su desesperación decidió acabar con la vida de ella, pero también quería quitarse su vida”, algo que no logró, apuntó el abogado, para defender la aplicación de atenuantes para que “los años que le quedan de vida le sean lo más pasajeros posibles”.

De igual modo, insistió en que “en ningún momento hubo un entorno machista”, por lo que “no hay nada que se pueda encuadrar en ese ámbito”, a lo que agregó que “la única salida que vio ante la situación era esa”. Destacó que la relación del padre y sus hijas es “cordial”, de forma que ha pedido que le apliquen “una serie de atenuantes para que la pena sea la menor posible” al contar con 95 años de edad, de los que lleva en prisión desde noviembre de 2019.

La fiscal: “Los hechos son muy claros”

Por contra, la fiscal del caso expuso que el procesado “nunca ha negado los hechos”, al tiempo que ha indicado que su esposa “no tenía posibilidad de defenderse y oponerse a las puñaladas”, por lo que “los hechos son muy claros”, y remarcó que “no sólo utilizó el cuchillo varias veces, sino que presionaba la boca para que no pidiera auxilio y sin posibilidad de defenderse”. En el caso también esta personada la Junta por la consideración de caso mortal de violencia de género.

Según recoge la calificación del Ministerio Público, el procesado, que está en prisión provisional desde el día siguiente a los hechos, y su mujer llevaban casados 61 años y residían en un domicilio de dicho municipio, en el que en la planta superior vivían una hija de ambos y un hijo de ésta, de 25 años.

Al respecto, el 18 de noviembre la víctima ingresó en el Hospital de Cabra por una herida de arma blanca en el tórax, sin descartar que fuera un acto de autolisis, y regresó a la vivienda el 27 de noviembre. A partir de esa fecha, el acusado dormía en el dormitorio de matrimonio y la víctima en uno pequeño de dos camas. Desde la fecha del alta hospitalaria, la mujer no se había levantado de la cama.

En este sentido, el 29 de noviembre, el varón y la mujer se encontraban en el domicilio en compañía de una de sus dos hijas, con quien comió él y tras ello se quedaron un poco dormidos, si bien después el hombre se fue al dormitorio de la víctima y se sentó en la cama de al lado. Entró su hija y el procesado le dijo que prefería quedarse allí “que estaba más calentito”, de modo que se tumbó en la cama y ella lo tapó con una manta, para acto seguido marcharse a recoger la cocina.

Sobre las 16,00 horas, el acusado, “a sabiendas de que su mujer no podía moverse de la cama” por la lesión que le llevó al hospital, “lo que mermaba toda posibilidad de defenderse”, según detalla el fiscal, supuestamente cogió un cuchillo y, “con intención de acabar con su vida y a sabiendas de que así aumentaba inhumanamente el sufrimiento de la víctima, la apuñaló hasta un total de 46 veces” en distintas partes del cuerpo, a la vez que “presionaba la boca de la víctima para que no gritara”.

Ante ello, la mujer, “dada su escasa movilidad y débil estado de salud, no opuso resistencia a su agresor, encontrándose una única herida defensiva en el dedo anular de la mano izquierda”, según precisa el Ministerio Público.

Mientras, la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género confirmó en los siguientes días como violencia de género el crimen de la mujer, si bien desde la familia se pidió que el homicidio no se abordara como violencia de género, al relacionar lo sucedido con “un proceso eutanásico y no con un episodio de malos tratos”. El Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) se puso en contacto con la familia y le ofreció asistencia psicológica.

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