Fue el 12 de octubre de 2018. En Vigo. El skater cordobés Jeffrey Luque debía grabar un vídeo para una marca y tenía delante un salto de envergadura media y un bordillo. Nada que no hubiera hecho cientos de veces antes un tipo que, en aquel entonces tenía 39 años y llevaba patinando desde los 8 en situaciones mucho peores.
Así que hizo el salto. Tres veces. Las dos primeras todo fue bien. A la tercera cayó mal. De la tabla al suelo. Y su manos se fueron directas al pie derecho. La caída de Jefrrey Luque quedó registrada en vídeo. Y cuando uno la ve, descubre que, a diferencia de los miles de clips de patinaje que circulan en los que las cosas salen mal, aquí no hay torceduras, ni caídas espectaculares de las que obligan a mirar a otro lado. La gravedad de la lesión sólo se aprecia en el rostro del patinador, lo cual la convierte en algo todavía más duro.
Ahogó el grito Jeffrey Luque aquel momento en el que se acababa de romper el tendón de Aquiles. Silenció el grito y el miedo a una lesión que, si bien no es de una gravedad extrema (este tipo de rotura tiene normalmente un tratamiento quirúrgico que consiste en reconstruir las suturas del tendón), podría haber acabado con la carrera del patinador cordobés más laureado y reconocido en el mundo del skate.
Porque afortunadamente, lo que ocurrió aquella tarde en Vigo es sólo un capítulo más de carrera que empieza en la Córdoba de los años 90, en el Bulevar del Gran Capitán, donde comenzaron a patinar los primeros skaters de la ciudad, muchas veces huyendo de una Policía que los quería lejos del Gran Teatro. De allí, el movimiento se desplazó a las pistas del Zoco, convertidas en el epicentro del skate cordobés en la época en la que el monopatín combinaba con las camisas de franela y la música hardcore de Offspring y Bad Religion.
Hoy, cuando el skate en Córdoba ha virado hacia la cultura urbana (hip hop, graffiti, breakdance y tablas), los jóvenes se refieren a Jeffrey Luque de manera respetuosa como el “alcalde”. Pero el alcalde a punto estuvo de abandonar la Alcaldía tras lo ocurrido aquella tarde en Vigo. “Estaba con 39 años súper motivado y fuimos al spot este donde habíamos visto que molaba hacer el Wally. Y el primer tiro salté y todo fue bien”, cuenta en el vídeo, dirigido y editado por Kevin Figueras para Nomad Skateboards, en el que el patinador cordobés narra cómo ha sido su rehabilitación.
Un proceso largo en el estuvo presente la suerte. La fortuna de que la fractura ocurriera en una zona del tendón menos complicada fue el hilo al que se agarró para no perder la esperanza. “Esto es una putada. Te tienes que poner las pilas si quieres volver a patinar. Y eso es lo que hice”, cuenta casi entre risas el skater, que comenzó un proceso de rehabilitación de varios meses sin ninguna garantía de éxito asegurada.
Luque confiesa en el vído sus miedos ante la posibilidad de que el de Vigo fuera su último salto. Lo hace ahogando la lágrima como aquel día ahogó el grito. “Era una lesión jodida. Igual no volvía a patinar”, reconoce ahora el skater, que estuvo siete meses convaleciente, en los que dos no pudo mover la pierna, y de los que salió con un pie que no podía girar más de 90 grados.
Y luego estaba el tema de la edad, que inevitablemente sobrevolaba su cabeza en todo el proceso. “Con 39 años para 40, lo primero es el trabajo. El día a día, el poder caminar. Cuando te ves que no puedes se te acaba el mundo”, cuenta Luque en el pequeño vídeo documental, que muestra imágenes del postoperatorio y sus sesiones de recuperación física.
Porque la recuperación mental tardó más en llegar. No fue hasta el pasado 6 de agosto de 2021. Aquel día, Jeffrey Luque, con 41 años, volvió a Vigo. Al mismo sitio donde se partió el tendón de aquiles y repitió el wally. El mismo truco. Cayó de pie, perfecto. La cámara también lo captó. En el vídeo, ni el director ni el patinador se recrean. Simplemente salta, cae y se escucha el particular sonido de las ruedas contra el asfalto.
Horas antes, en el hotel, mientras sujetaba una taza de café, el skater reflexionaba sobre lo que le había traído de nuevo a Vigo: “Si lo hago, me quito algo de la cabeza. Voy a pasar pantalla y lo voy a olvidar”. Jeffrey Luque tiene hoy 42 años y, todos los que lo conocen, dicen que el alcalde está patinando mejor que nunca.
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