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Los olivos cordobeses en 'peligro de extinción' descubiertos en la falda de Sierra Morena

Vista del Patriarca.

Alfonso Alba

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La ciudad de Córdoba, conocida por su riqueza histórica y cultural, también alberga un valioso patrimonio natural en las inmediaciones de su Sierra. En particular, el olivar ha desempeñado un papel crucial a lo largo de los siglos en esta región. En la zona de La Albaida-El Patriarca, al noroeste de la ciudad, se pueden encontrar ejemplares centenarios que son testigos de la olivicultura ancestral. Un estudio científico ha revelado la diversidad de variedades de olivos presentes en esta área, identificando las posibles especies a lo largo de la falda de la sierra más cercana a la ciudad.

El estudio, titulado La caracterización de la falda de la Sierra Cordobesa permite la recuperación de variedades locales de olivo en riesgo de desaparición, ha sido elaborado por Francisco Jesús Gómez-Gálvez y Angjelina Belaj del Ifapa, Ignacio Lorite y Jose Luis Reyes Lorite de la Sociedad Cordobesa de Historia Natural ,José María Penco director de la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) y Raúl de la Rosa del CSIC.

La Sierra de Córdoba no solo es un tesoro cultural, sino también un rico depósito de biodiversidad. A lo largo de la historia, la zona ha sido testigo de diversas actividades agropecuarias y mineras, y entre ellas, el cultivo del olivo siempre ha destacado. Desde la época del Emirato independiente en el año 756, el olivar ha sido una parte integral del paisaje, con antiguas almunias que albergaban extensos jardines repletos de olivos, viñedos y otros frutales traídos desde el norte de Siria. Tras la conquista de Córdoba, estas tierras se distribuyeron en señoríos, manteniendo siempre su carácter agrícola y olivarero. Sin embargo, a lo largo del siglo XX la presión urbanística ha llevado a la desaparición gradual de muchos olivares tradicionales, dando paso a un paisaje más urbano y modernizado. “Como ejemplo, de los más de 30.000 olivos que se estiman existían en la zona de La Albaida-El Patriarca a finales del siglo XIX, hoy solo queda una pequeña porción de olivar espeso, abandonado, que cuenta con algo menos de 600 ejemplares”, detallan en el estudio los investigadores.

A pesar de la disminución de los olivares tradicionales, todavía se pueden encontrar vestigios de su importancia en la falda de la Sierra cordobesa. El grupo de mejora vegetal y biotecnología del Ifapa inició un estudio en 2021 para identificar posibles variedades de olivos en la región. Durante las prospecciones, se descubrieron ejemplares antiguos abandonados, mezclados con olivos silvestres y otras especies arbustivas. Mediante análisis morfológicos y moleculares, se identificaron varias variedades conocidas, como 'Nevadillo Negro' y 'Ocal Cordobesa', así como genotipos desconocidos que podrían ser de gran interés agronómico.

“La notable antigüedad de algunos de estos olivos, con más de tres metros de perímetro de tronco (a 1,3 metros de altura), y la diversidad morfológica advertida en sus frutos llamó, hace ya varios años, la atención del grupo de mejora vegetal y biotecnología del IFAPA”, detallan los expertos. El número total de ejemplares prospectados fue de 68, destacando tres zonas, que albergaron la mayoría de los olivos muestreados: el paraje de arroyo Pedroche (6), la Albaida (13), y, especialmente, El Patriarca (47). 

Más del 80% de los ejemplares (50) fueron identificados como variedad conocida ya presente en la colección del IFAPA, detalla el informe, que concreta que “se detectaron un total de 7 variedades, con la siguiente distribución: ‘Nevadillo Negro’ (27 olivos), ‘Ocal Cordobesa’ (12), ‘Picual’ (3), ‘Lechín de Sevilla’ (3), ‘Alameño de Montilla’ (2), ‘Gordal Sevillana’ (2), y ‘Ocal’ (1)”. 

El origen de la diversidad

La diversidad observada en este trabajo responde “al manejo agroforestal que tenía el cultivo tradicional de olivo en zonas de sierra y comarcas marginales. En estas zonas, el olivar estaba integrado con especies forestales y presentaba una irregularidad en el marco de plantación. Era un cultivo multifuncional, donde el aprovechamiento de la cubierta para pasto y la extracción de leña podían llegar a ser tan importantes como la cosecha de fruto para aderezo o para extracción de aceite. Se presentaba pues un paisaje construido de manera combinada por la dispersión natural de semillas de acebuche, y por la ‘frutalización’ humana, despejando y seleccionando ejemplares de interés y/o utilizándolos como portainjertos de variedades traídas de otros lugares”, describen los expertos en su amplio informe.

La variedad más frecuentemente identificada en estos injertos fue ‘Nevadillo Negro’, “lo cual es lógico atendiendo a la importancia que esta variedad ha tenido históricamente en las dos comarcas del norte de la provincia de Córdoba”. Los científicos consideran que en la antigüedad debió ser la variedad principal para elaborar el aceite de oliva, antes del desembarco de la ‘Picual’, difundida desde Jaén. Pero sobre todo destaca “la alta presencia” de la variedad ‘Ocal Cordobesa’, que es la misma del famoso olivo del Patio de los Naranjos en la Mezquita Catedral.

“Por último, es importante resaltar la identificación de varias variedades desconocidas no documentadas hasta ahora y no incluidas en la colección del IFAPA. Se trata de genotipos desconocidos, con evidencias de propagación vegetativa, que debieron albergar algún carácter agronómico que motivaría su clonación en el pasado”, algo que queda para un futuro estudio. 

Este estudio ha puesto de manifiesto la importancia de preservar y estudiar la diversidad genética del olivar cordobés. Las variedades tradicionales y desconocidas identificadas serán multiplicadas y estudiadas en los próximos años para evaluar su potencial agronómico y su posible valor comercial. Además, se espera que este trabajo contribuya a la conservación del patrimonio natural de la región y a la promoción de prácticas agrícolas sostenibles en el futuro.

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