Antonio Hurtado: “Si hubiera sido alcalde, habría seguido hasta los 99 años, pero aquí se acaba la película”
Antonio Hurtado (Aguilar de la Frontera, 1961) dejará los cargos públicos en 2027, cuando termine el actual mandato. Lo ha anunciado esta misma semana, cumpliendo el compromiso que dio de deshojar la margarita cuando llevara dos años como portavoz del PSOE en la capital cordobesa. El político de la pajarita y el sombrero cordobés, el hijo de unos pescaderos de la Campiña cordobesa que llegó al Congreso de los Diputados y al Senado montado sobre una bicicleta, asume que tiene más pasado que futuro.
Se marchará sin haber cumplido su sueño de gobernar la ciudad a la que ha servido -en dos legislaturas diferentes- como azote del Gobierno. A principios de siglo fue el mayor dolor de cabeza de la entonces alcaldesa Rosa Aguilar, que encima era su amiga, pero a la que confrontó por ese desmadre urbanístico irregular que son -sí, que siguen siendo- las Naves de Colecor. En la actual legislatura, sus rifirrafes con el alcalde José María Bellido y el resto de la bancada del PP son continuos y sonoros, pese a que Hurtado dice que se lleva muy bien con todos.
No esconde, en cualquier caso, su antipatía por el conservadurismo político, ya sea desde la bancada del PP o desde los tres asientos que ocupan los concejales de Vox, un partido que, según dice, ha envenenado la política y el parlamentarismo español que tanto ama. Hurtado se irá como llegó: sin miedo a decir lo que piensa, aunque le cueste el odio aquellos a los que no respete. Para alguien que un día se despertó en una Córdoba llena de pintadas que le llamaban “maricón”, unos cuantos insultos en las redes sociales no le suponen un dolor de cabeza. Se le ve, eso sí, mucho más tranquilo, cuando aparece por el parque de Miraflores en su bicicleta pero sin su pajarita, para disgusto del fotógrafo.
PREGUNTA (P). Ya que los han mencionado en el vídeo, empiezo por ahí, ya que yo tengo dudas de que partidos como Vox sean antisistema.
RESPUESTA (R). Para mí lo son. Son antidemocráticos… Yo considero que esto es un sistema democrático, y estos no respetan el Estado de derecho, y nuestro sistema está basado en un Estado de derecho, en una democracia. Vox no son ni de Estado de derecho ni de democracia.
Tengo más conocimiento de esta ciudad que Bellido
P. Lo que pasa es que luego son muy, muy dóciles con el poderoso.
R. Totalmente, totalmente. Son más partidarios del poder fáctico que del poder público. La institución es lo que menos les interesa.
P. Bueno, estamos aquí, en realidad, porque el lunes salió a la opinión pública que dejabas a un lado tu ambición de volver a ser candidato, tu ambición de ser alcalde. Pero ¿es un adiós a la política?
R. No, yo soy un ser político. Yo creo que el ser humano es un ser político. El que diga “yo no soy político” miente. Política es todo. Lo que elegimos a diario suelen ser decisiones políticas. Yo voy a continuar toda mi vida en la política. Yo soy un socialista de médula y no voy a dejar de estar participando con mi partido hasta los restos. Seré siempre un gran defensor de la socialdemocracia, de los avances en igualdad, en justicia social, del progreso. Y eso nunca lo voy a abandonar. Yo lo que dejo es la política de primera línea.
P. ¿Pero todos los cargos públicos?
R. Sí, sí. Yo voy a cumplir 65 años en el próximo enero. Lo que me toca es jubilarme. Y yo creo que a los cargos públicos tienen que ir personas con mucho más horizonte, mucha más pista. Distinto hubiese sido que yo hubiera conseguido la Alcaldía cuando me he presentado. Como era mi gran ilusión, yo hubiera estado de alcalde hasta los 99 años, si fuese posible, porque es distinto. Me hubiese gustado transformar mi ciudad y me habría entregado por completo en hacer realidad lo que yo creo que es bueno para Córdoba. Pero esas circunstancias no se han dado. Entonces, yo creo que hay que verlo ya para que otros cojan el relevo y yo jubilarme, que es lo que me toca en este momento.
P. ¿Cómo han sido los mensajes que has recibido estos días?
R. Personalmente, todos muy buenos. Luego, en redes sociales y eso… es que yo no leo eso, pero me han dicho algunos compañeros: “Oye, algunos se han pasado”. Yo no leo eso, porque respeto todo; la gente también tiene su opinión, y todo eso es respetable. Personalmente, lo que he recibido han sido todo muestras de cariño y de respeto. Algunos lo han podido considerar en plan: “te has anticipado demasiado”. Pero era un compromiso que yo tenía adquirido. Yo soy una persona que cumple con su palabra. Quería que hubiese sido justo a mitad de mandato. Ha sido unos meses después porque ha encartado así. Me puse una fecha límite, que era el día de San Rafael, muy cordobés, y así lo hice y lo trasladé internamente y, bueno, ha trascendido, con lo cual también lo respeto.
P. ¿Nadie te lo pidió?
R. Nadie, nadie me lo ha pedido. Es una decisión personal; personal y en un momento que he elegido yo también, porque creo que era ahora.
P. Decía Rubén Blades que quien tiene más pasado que futuro, que se ponga a hacer la maleta. Un poco por ahí van los tiros, ¿no? Aunque digas que como alcalde te hubieras tirado hasta los 99.
R. Siempre y cuando hubiese tenido cuestiones que aportar a la ciudad. Pero, como tengo tantas, yo creo que 99 años no hubieran sido suficientes.
P. De todas tus etapas políticas, que bueno, nos vamos a ir ahora a mediados de los años 90, ¿con cuál te quedas?
R. Yo, la verdad, estoy contento con todas. En eso, siempre me he considerado muy implicado. Me involucro mucho porque me apasiona la política, me apasiona también mi profesión. Yo soy un servidor público, soy un empleado público, un funcionario, economista de la administración, y tengo vocación de servicio público. La he tenido toda mi vida. Yo no necesito grandes cosas, soy una persona austera, no necesito grandes sueldos, no tengo proyectos económicos de envergadura ni nada. No soy ambicioso en ese sentido. Pero el servicio público, para mí, ha sido una vocación. La he ejercido desde mi ámbito profesional hasta que me dieron la oportunidad de hacerlo desde el ámbito público y político, de representación.
Y la verdad que mi dinámica ha sido la misma; mi vocación sí ha aumentado, porque la política te da mucha más amplitud de miras que desde un puesto como funcionario público. Te abren todas las puertas, porque todas las puertas necesitan de ti o quieren colaboración tuya de alguna forma, y para mí ha sido una etapa apasionante. Estoy muy agradecido a mi partido por haberme dado esta oportunidad. Soy un privilegiado por poder haberme dedicado muchos años de mi vida —gran parte de mi vida activa— a la política. Creo que he podido aportar, con la mejor voluntad siempre y con las limitaciones que tengo como cualquier persona, pero ha sido de corazón todo lo que he aportado en la política y en todos los ámbitos.
La evolución de este país ha sido un auténtico éxito a nivel político
P. ¿Cuándo te afilias tú al PSOE, por cierto?
R. Pues yo, cuando empiezo en la política, no era militante del PSOE. He sido siempre una persona de izquierdas, una persona comprometida. He estado en cooperación internacional, he estado en movimientos de diversidad LGTBI, he sido muy activista de muchas causas, ¿no? Pero no militaba en ningún partido. Cuando yo era jefe de servicio de Hacienda en Diputación y me proponen dar un salto como delegado de Economía y Hacienda, pues en ese momento no me afilié; me afilié al cabo de los años. No sé si a los cuatro o cinco años fue cuando me afilié, porque también me daba cuenta de que quería participar en lo orgánico. Me estaba atrayendo tanto la política que no me conformaba solamente con lo institucional y con la representación de cargo público, sino que también creía que a nivel orgánico podía aportarle a mi partido. Y la verdad es que también ha sido apasionante.
P. ¿Quién te llama para dar el salto entonces, para ser delegado?
R. Pepe Mellado.
P. ¿Te dice “Antonio, tú vales para esto”?
R. Sí. Algo así. Verás: era la época de los presupuestos y yo me encargaba de elaborar los presupuestos en la Diputación. Iba con todo mi material y me llama Pepe: “Antonio, ven a mi despacho”. Iba con todos mis bártulos a despachar, como se suele decir, sobre los presupuestos. Y me dice: “No, no. No vamos a hablar de presupuestos. Es que quiero hacerte una oferta. Viene de la consejera Magdalena Álvarez, quiere perfiles técnicos y habíamos pensado en ti”.
P. Eso fue en el 96.
R. Yo creo que fue antes. En cualquier caso, fue hace 30 años. Vamos, mira, yo he estado 15 años de parlamentario, he estado nueve años de delegado de Economía y he estado cuatro años de concejal en el primer mandato, y ahora que llevo dos años de concejal. Treinte años, en total.
P. ¿En qué medida la experiencia económica que tenías te ayudó también a dar el salto?
R. Mucho. No solamente la experiencia, también la cultura administrativa en las instituciones. Tener cultura administrativa te ayuda mucho a espulgar y a conocer los entresijos de la ciudad. Yo siempre digo que un gobierno municipal —voy a poner el caso municipal— es una maquinaria. En este caso de 15 concejales, con un aparato administrativo, con empresas como Vimcorsa, como Sadeco… que están en una dinámica de producir, reglamentos, producir, reglamentos, producir… producir.
Entonces, los que estamos en la oposición somos los que somos y no tenemos ese aparato administrativo. La ventaja es que, si tú tienes cultura administrativa, sabes dónde ir, cómo ir. Porque es que, si no lo tienes, eso es laberíntico. Es laberíntico. Esa ventaja la he tenido yo. Vengo del ámbito de la administración y conozco cómo funciona la maquinaria de la administración perfectamente, con lo cual esa ventaja la he tenido y la sigo teniendo, ¿no? Por eso estoy muy al tanto. Yo creo que tengo más conocimiento de esta ciudad que el alcalde de Córdoba.
P. Es muy buen titular.
R. Desde luego. Pero es que te lo garantizo. Además, te lo garantizo.
Las mayorías absolutas son historia; hay que aliarse para que no gobierne esta gentuza de Vox
P. Vamos a hablar ahora de la mala fama que tiene la política, pero, bueno, ya que estamos hablando también de tu papel como funcionario, también tienen mala fama los funcionarios.
R. Así es. Y los andaluces somos vagos… Eso son tópicos, pero que no responden a la verdad.
P. Yo siempre digo que los funcionarios son vagos hasta que te salva la vida un funcionario… el bombero, el médico, el policía…
R. Mira, yo empecé en el ámbito de la actividad privada. Yo no vengo de ser siempre funcionario. Yo empecé como economista con una gerencia en una empresa en un pueblo de Granada. Y luego me fui a una inmobiliaria en Granada. Porque tuve una úlcera sangrante en esa época, que me dijo el médico: “Chico, vas demasiado deprisa. Tómate esto con más calma”. Y yo me acuerdo , en la empresa privada, de ver gente que no trabajaba. Y decía: “Estoy deseando que me echen porque voy a montar otra inmobiliaria”. Y no trabajaban, y estaban allí para que los echasen. Eso se da también en el ámbito público. Es decir, que no es una cosa atribuible a los funcionarios. En el ámbito público, la gran mayoría son gente trabajadora. De hecho, el peor castigo que tú le puedes dar a un funcionario es dejarlo arrinconado y no darle trabajo.
P. “Hacer pasillo”, lo llaman.
R. El peor castigo es decirle a un funcionario: “Tú quédate quieto y aguanta aquí las ocho horas sin hacer nada”. Eso es una condena. Y el tópico es eso, un tópico que no responde a la realidad. Yo conozco la administración pública y, desde luego, hay un porcentaje —como lo hay en el ámbito privado— de personas que, por causas distintas, no responden a su obligación. La inmensa mayoría, sin embargo, son gente responsable y que responde.
P. Entrar en la Junta de Andalucía en esos años tuvo que ser como entrar en un transatlántico. Porque la Junta de Andalucía de aquella época, aunque lo hicieras desde la delegación, aquello era una maquinaria…
R. Vamos, aquello era… Y fue una época donde estábamos recién entrados en la Unión Europea. O sea, había muchos fondos europeos. A mí me tocó gestionar Comercio. Yo por eso tengo en el ámbito del comercio muy buenas relaciones, porque, aparte, yo era un recaudador de impuestos. Yo es que era un simple recaudador de impuestos. Y, sin embargo, Magdalena incorporó el área de Comercio, que era apasionante, y eran todo fondos europeos. Entonces nosotros invertíamos en toda la provincia ingentes cantidades de dinero en temas comerciales, en reformas de los mercados de abasto —que están todos abandonados, porque a partir de entonces ya no se ha hecho nada—, en ayudas a la digitalización, a la incorporación del euro…
Sobre el euro, bueno, ahora me acuerdo de meterme en la cárcel de Fátima con billetillos falsos de papel y darle explicaciones a los presos sobre cómo usar el euro, ¿no? Y me acuerdo de darles charlas informativas. Y me hizo mucha gracia porque, en una de esas charlas, se levanta uno y me dice: “Mire usted, vamos a suponer... un poner... Imagínese usted que yo estoy en la cárcel, pero tengo dinero guardado. Cuando yo salga de la cárcel, lo que tengo guardado son pesetas. ¿Yo lo voy a poder cambiar?” (Se ríe) Lo que le preocupaba era si el cambio lo iba a poder llevar a cabo. Pero era una etapa donde la Junta de Andalucía era muy significativa. Los delegados provinciales éramos personas políticamente muy referentes y muy conocidos. Ahora mismo yo no sé quiénes son los delegados de la Junta de Andalucía. ¿Por qué? Porque no tienen prácticamente competencia. Son parte de un aparato administrativo sin capacidad de gestión.
P. Has hablado o te has definido como que en aquella época eras un recaudador de impuestos. No lo tenía previsto, pero ya te pregunto: ¿qué te parece la deriva antiimpuestos en la que está metido este país?
R. Pues es un error, claro. Porque estamos pidiendo buenos servicios públicos —sanitarios, educativos, de dependencia— y buenas pensiones, y luego estamos diciendo que el impuesto es malo. Eso es un contrasentido, eso es un absurdo. Si queremos buenos servicios públicos, tenemos que tener una suficiencia financiera, y eso es recaudar más impuestos, ¿no? La diferencia es que el debate que está creando esa mala moral tributaria o ética tributaria es que se está reduciendo constantemente la progresividad fiscal. La gente entiende perfectamente que pague quien más tiene. Eso lo entienden perfectamente. Si tú le dices: “¿Tú quieres que se suban los impuestos a quien más tiene?”, la gente te dice que sí. Ahora, si vamos a subirle los impuestos generalizados, eso es antisocial. No le gusta a la gente nada.
Cuando aquí dicen: “Vamos a bajar los impuestos”, nos engañan. Lo que hacen es bajárselos a unos pocos. No los bajan a todos. Entonces, el tema es la progresividad fiscal. Los impuestos, para que seamos capaces de cultivar esa moral o ética tributaria en sentido positivo en la sociedad, tienen que basarse en la progresividad fiscal. Pero si nosotros no somos capaces, si vamos desmantelando en las figuras tributarias el principio constitucional de progresividad fiscal, nos estamos cargando primero la ética y la moral tributaria, pero luego, al final, la fiscalidad de este país. Con lo cual, ese es el error.
Yo no critico eso en el Ayuntamiento; al contrario, hago propuestas de que se les bonifique el 95% a los inquilinos de viviendas de AVRA y de Vimcorsa. Eso es bajar impuestos, pero esa bajada de impuestos significa un aumento de la progresividad fiscal. Porque son personas vulnerables, de Palmeras, de Moreras, de calle Torremolinos, que no llegan ni a pagar las cuotas. Si además les grabas con el IBI, al final les estás haciendo más imposible poder estar al día en sus obligaciones fiscales. Es decir, la clave está en la progresividad. Si nosotros no abundamos en ella, la derecha merma la progresividad fiscal para deteriorar la moral tributaria de la sociedad, para que los impuestos sean algo negativo, inconscientemente incorporándolo en nuestras neuronas... Eso es lo que pretende la derecha, y lo está consiguiendo.
P. Yo tengo que decir que en ese campo yo empecé a mosquearme hace tiempo, pero porque quien cambió el impuesto de sucesiones fue Susana Díaz aquí en Andalucía. Fue la primera administración que cambió aquel impuesto.
R. Bueno, pero yo, por ejemplo, he hecho una propuesta ahora mismo de sucesiones y lo he hecho de plusvalía, pero es que van unidos.
No me gusta llamarla orientación, ni condición: la homosexualidad es una naturaleza sexual
P. Sí, pero no es lo mismo.
R. Sí, pero a lo que voy: una de las propuestas que hemos hecho el PSOE es justamente pedir bonificar la plusvalía a los negocios familiares. Te voy a poner el caso. A mí me han llegado —no uno, me han llegado varios particulares— y me han dicho: “Mira, tengo una pequeña tienda familiar de toda la vida. Estaba a nombre de mi padre; ha muerto mi padre. Hemos trabajado la familia allí toda la vía. Ahora resulta que tengo que formalizar la titularidad del negocio, lo tengo que poner a mi nombre. Tengo que pagar de impuesto por plusvalía 300.000 euros; yo no tengo para eso”. Y la alternativa es cerrar el negocio.
P. O pedir un préstamo.
R. O pedir un préstamo que, ya estando de por sí el comercio de proximidad como está… ¿Qué quiero decir? Que las figuras tributarias hay que retocarlas a efectos de progresividad y ajustarlas atendiendo la demanda y las circunstancias. En la época de la crisis financiera había que ajustar los impuestos por narices, pero no como hizo Montoro, que lo que hizo fue subir para recaudar. Eso no se debió hacer, porque la gente lo estaba pasando muy mal. La gente no tenía para pagar los alquileres y las hipotecas. Esa época necesitaba un ajuste fiscal, pero no como lo hizo, al alza, para recaudar, sino incorporando progresividad para aliviar a muchas familias que estaban siendo desahuciadas. Y no se hizo. Es decir, no: el debate simplista es “subimos o bajamos impuestos”. Yo me niego a ese debate. El debate debe ser “subimos o bajamos progresividad”. Porque, si subimos la progresividad, estamos fortaleciendo las figuras tributarias que tenemos.
P. ¿Te sorprendió el testarazo del PSOE de Susana Díaz?
R. No, fue un testarazo. Susana Díaz ganó las elecciones.
P. Pero fue un testarazo.
R. Bueno, no consiguió la mayoría. También estaba en ese momento Vox, que entró con mucha fuerza. ¿Si me sorprendió? No es la palabra, estoy buscando la palabra… Me dolió. No “sorprender”: me dolió mucho. Porque, desde entonces, la Junta de Andalucía no tiene nada que ver. La Junta de Andalucía ha cambiado mucho como administración y, desde luego, no a mejor: bastante a peor.
P. Yo conozco a gente que ha trabajado con los dos y dice que el PP no cambió demasiado el funcionamiento. De hecho, de alguna manera, yo siento que el PP de Juanma Moreno quiere ser como el PSOE de Chaves. Otra cosa es que lo sean, que no lo son, porque no es comparable.
R. Pero tú ponte en el sistema sanitario, en la situación actual. Aquí te dicen que el sistema de salud es insostenible, porque eso lo ha dicho Juanma Moreno —que la salud, el sistema sanitario, con el movimiento demográfico de ampliar la esperanza de vida, es insostenible-. Lo ha dicho. Y eso yo no sé cómo no nos hemos echado toda Andalucía a la calle a decir: “¿Cómo que esto es insostenible?”. Esto es cuestión de hacerlo sostenible sí o sí. Y además está privatizando hasta el 33% de los servicios sanitarios. De lo que hubo a lo que hay, hay una diferencia. O sea, si a mí la salud, la sanidad, el servicio público más básico junto con la educación, me estás privatizando un 33% para darle negocio a tus amiguetes de las grandes empresas sanitarias, pues está claro que la diferencia es abismal. Yo la veo abismal, por lo menos.
P. Sí, pero a Susana también le montaron manifestaciones sanitarias gordas, ojo.
R. Tuvo mareas, tuvo mareas; pero fue un momento… ¿Me puedo extender?
P. Claro.
R. Mira: hubo una época —que la hemos vivido todos— donde se imponían los recortes. Me hace mucha gracia cuando se dice que Bellido con relación a Isabel Ambrosio no tiene nada que ver. Es que en la época de Isabel Ambrosio, Montoro le estaba cerrando el grifo. Le estaba diciendo “liquida empresas”, le estaba exigiendo con la Ley de Sostenibilidad de las entidades locales, con la Ley de Racionalización del sector público, con las entregas a cuenta… Ahora nadamos en la abundancia. ¿Cómo vamos a comparar a Bellido con Ambrosio? Si teníamos una alcaldesa restringida al máximo y prácticamente encorsetada, sin recursos, y ahora tenemos a otro que nada en la abundancia, que podría hacer muchísimas cosas, pero que no es capaz de hacer nada.
El pabellón de la juventud, que lo tenemos ahí, eh (señala hacia el Sur). Antes, el problema era que no se cedían los terrenos; ya lleva cedido cuatro o cinco años y no son capaces de ponerlo en valor. Ahora quieren hacerlo un negocio, con una concesión administrativa. Pero mire usted, eso es imposible en una barriada como el distrito Sur de la ciudad. Ahí no van a pagar como en el Go Fit. Eso es imposible. Eso hay que montarlo, hay que hacerlo y hay que llevarlo a través del Imdeco, y se lo estamos diciendo por activa y por pasiva.
Y a este gobierno les sobra dinero. Es que nadan en la abundancia. Y la última etapa de Susana Díaz fue una etapa de restricción total, el sistema de financiación de todo, de restricción total. ¿Cómo vamos a comparar cómo está Juanma Moreno, que nunca está satisfecho, pero que le sobra el dinero? Es que hoy, con el Gobierno de Pedro Sánchez, las administraciones públicas están nadando en la abundancia.
P. Ha hablado del Ayuntamiento. Y quiero preguntarte por tu primera etapa con Rosa Aguilar. Tú te batías con ella el cobre, como todos sabemos.
R. Fue una época en la que tuve que dar la cara sobre algo que, bueno, todavía está ahí.
Soy un socialista de médula, lo que dejo es la política de primera línea
P. Las naves de Colecor.
R. Fue cuando apareció por toda Córdoba pintada con “mafioso Hurtado, maricón”. Me llamó a las 6 de la mañana Rosa —y te digo que tengo muy buena relación con Rosa— y me dijo: “Oye, Antonio, ha aparecido esto por toda la ciudad; estamos mandando a Sadeco a quitarlo”. “No, no, no te preocupes; no me afecta tampoco”. Y lo que te quiero decir es que hubo ahí un tema muy fuerte y un enfrentamiento mío muy fuerte y de mi grupo del PSOE, muy de ponernos frente a eso. Lo de Colecor nosotros lo consideramos ya en su día un trato de favor. Y hoy aún no está resuelto; ahí están todavía los tribunales.
P. Y es más duro cuando encima tienes buena relación personal con Rosa.
R. Muy buena. Yo tengo muy buena relación personal; ayer mismo hablé, y hablo con mucha frecuencia, con Rosa. Tenemos muy buena relación y te digo una cosa: en mi época, cuando yo era jefe de servicio de Hacienda de Diputación, Rosa Aguilar era la portavoz de Izquierda Unida. Yo iba a los plenos, aparte porque tenía que estar al tanto, porque me gustaba la política. Y a mí me gustaba escuchar a Rosa Aguilar en esos plenos. Era otra época también.
P. Claro, claro. Sí, sí, sí, totalmente. En esa época te tengo que confesar que yo estaba todavía en la carrera, entonces no pude verte como portavoz. Pero no sé si tú te reconoces en aquel portavoz de entonces.
R. Sí, sí: soy el mismo. He cambiado muy poco. Menos pelo, lo mismo; menos pelo. Soy una persona vehemente, pero luego tengo el mejor interés del mundo. Mi actitud, algunas veces es muy visceral, y pido disculpas si me sale así. No lo puedo evitar. Soy una persona guerrera, porque cuando creo en algo voy con todo, voy a tope. No tengo miedo de nada. El único miedo que yo tenía en mi vida era cómo iba a reaccionar el día que muriese mi madre, que ha muerto hace unos meses. Y la verdad es que hasta de eso estoy agradecido a la vida, porque he sabido gestionarlo bien.
P. Lo tengo aquí como penúltima pregunta: Si pudieras hablar con Esperanza de estos días…
R. Es que hablo con ella todos los días; para mí es mi gran referente de vida… y su nombre lo dice todo.
P. Tú sabes que Bellido dijo que uno de los políticos que más admiraba era el Antonio Hurtado de la época de la que estamos hablando, ¿no?
R. Pero yo creo que quiso decir que, como ellos no hacían la oposición, la hacía Antonio Hurtado. Y ellos querían beneficiarse de esa posición. Yo ahí siempre tuve mi duda sobre a quién beneficiaba eso, y lo tengo que reconocer.
P. ¿Tú recuerdas a Bellido cuando entró? Porque él entró en aquel mandato, ¿no?
R. Sí. Bueno, yo conozco a Bellido desde siempre, cuando estaba de asistente en el grupo municipal. Tengo muy buena relación con él; creo que Bellido es buena persona, pero muy limitada a nivel político, y muy conformista. Yo, si me gusta la política, es para transformar. Y en la transformación también te equivocas. Pero es lo que te hace avanzar. Esta ciudad, con Bellido, no avanza como debiera. Luego, es muy oportunista y se aprovecha de lo que puede.
P. ¿Crees que ha tenido suerte?
R. ¿Suerte?
P. Como alcalde, porque hablas de transformar, y es verdad que la ciudad está en un proceso de transformación.
R. Hombre, mucha. Es un hombre con mucha suerte. La Base Logística es un proyecto de Pedro Sánchez, el Aeropuerto, de Pedro Sánchez, la biblioteca Grupo Cántico, de Pedro Sánchez, el tren de cercanías, de Pedro Sánchez...
Para cultivar una moral tributaria positiva, los impuestos tienen que basarse en la progresividad fiscal
P. Dime tú algo que haya hecho Bellido, que también tiene que haber.
R. Mira, sí, te voy a decir algo: la avenida de Trassierra. Eso lo ha hecho él.
P. ¿Eso es lo más positivo que sacas de su mandato?
R. Es lo único que ha hecho en siete años. Que sea transformador, al menos.
P. Aquí al lado tenemos el C3A. El Ayuntamiento trajo la colección de Thyssen, que fue un paso ambicioso.
R. Pero eso lo trajo la Junta de Andalucía.
P. Sí, pero con una aportación inédita del Ayuntamiento en un edificio que no era suyo. Que les dio un millón y medio de euros. Eso fue inédito.
R. Con lo que nos ha costado, nos podíamos haber quedado con el Thyssen. Pero no ha salido bien. Ha sido muchísimo dinero, y el Thyssen se ha ido de Córdoba, como todos sabemos, enfadado. Pero, volviendo al tema de la transformación, eso es lo importante, y él ni lo tiene en su mente, ni tiene capacidad ni valentía para eso. Para eso hay que ser valiente.
P. ¿Es mejor Bellido que su equipo?
R. Yo creo que Bellido hace su equipo a su imagen y semejanza. Todo el que forma su equipo se refleja en él.
P. ¿Qué cambia cuando uno pasa de la pelea diaria aquí a, de repente, coger la bicicleta y plantarse un día en el Senado, que te paran en la garita de la Policía Nacional?
R. Pues la verdad es que eso forma parte del cambio que había que visualizar. Tú conoces Madrid: allí te juegas el pellejo usando la bicicleta, pero tiene que haber personas valientes que digan: “Oye, esto es lo mejor”. Me acuerdo que, cuando era delegado de Economía y Hacienda, llegaba en mi bicicleta a la delegación. No iba ningún funcionario en bicicleta. Cuando me fui, ya había funcionarios que iban en bicicleta. Eso es transformar, cambiar, avanzar… y también darte alguna torta. A mí me han dicho muchas veces: “A ti no te pega ser un delegado de Hacienda yendo en bicicleta”. O “a ti no te pega ir de diputado en bicicletilla, teniendo taxis gratuitos que te paga el Congreso”. Pero eso es transformar, colaborar y avanzar.
Yo creo que avanzamos muy poco, pero lo peor es que estamos dando pasos atrás. Me preocupa que estos partidos que han surgido lo hagan para poner freno y dar marcha atrás. Y creo que lo están consiguiendo ante la debilidad de algunos gobiernos. No me quiero imaginar —y estoy trabajando en cuerpo y alma para evitarlo— a Vox en el gobierno autonómico. No me lo quiero ni imaginar, igual que no me lo quiero imaginar en el gobierno municipal. Sería una regresión absoluta, y la gente debe saberlo. Por eso, ahora mismo, no hay otro tema que las elecciones autonómicas y la implicación de todo el partido para que la sociedad se dé cuenta de que esto no puede seguir así, que estamos llegando a unos derroteros regresivos.
P. ¿Tienes claro que Moreno metería a Vox en el gobierno?
R. No lo dudo. Si Moreno necesita a Vox, lo va a meter en su gobierno. Porque además Vox ya no se conforma con pactos de estabilidad: quiere gobiernos, quiere tocar presupuesto, tener poder y afianzarse. Eso está más claro que el agua. Los vientos están ahí: Milei, Trump y compañía. Ya no se conforman con la estabilidad; quieren gobernar. Y como el PP sabe lo que quiere priorizar, le dará gobierno a Vox. Eso es lo que tenemos que tratar de evitar entre todos.
Excepto los del PP, todos los alcaldes de Córdoba me han gustado
P. Tú estabas en el Congreso cuando entró Vox por primera vez. ¿Se notó?
R. ¡Uf! Cuando entró Vox y cuando entró Podemos también. No te puedes imaginar el cambio cuando entró Vox. Brutal, en todos los sentidos. En la falta de respeto, en la ausencia de propuestas, en las ideas peregrinas… Escuchabas cosas que no podías imaginar oír en una institución democrática, en el Congreso de los Diputados. Una manta de disparates y actitudes fascistas. Son auténticos fascistas, sin el menor respeto a la institución; les da igual. Son capaces de quemar el barco. Como decía Montoro: “Que se hunda España, que nosotros la levantaremos”. Estos son tres cuartos de lo mismo.
P. ¿Y Podemos?
R. Podemos cambió más las formas; el fondo lo cambió más Vox. Me acuerdo cuando estaba Pepe Bono como presidente del Congreso que, si un ministro no iba con corbata, le llamaban la atención. Y luego llega Podemos con chicos con rastas… Muy amigo mío era Alberto (Rodríguez), el canario, muy buen diputado. Qué pena lo que le pasó. Una auténtica lástima. Un disparate. Pero Podemos lo que cambió mucho fue las formas del parlamentarismo.
P. ¿Y con ellos, qué tal?
R. Entraron queriendo diferenciarse del PSOE. Pero después se dieron cuenta de que, si no pactaban, no podían avanzar. Había que hacer una entente entre PSOE, Podemos e Izquierda Unida. Ese camino ya estaba andado con los gobiernos de coalición en Andalucía y había funcionado muy bien.
P. Bueno, mucho mejor para el PSOE que para IU.
R. Pero, a nivel institucional, estas alianzas hacen avanzar. Si lo miras desde el punto de vista partidista, puede costar más, pero era prioritario. Y no es solo los pactos recientes. Recuerda que aquí el PSOE apoyó a Izquierda Unida para que Julio Anguita fuera alcalde, y Córdoba avanzó. Luego también con Rosa. A nivel de partido cuesta, pero era prioritario y se hizo. En la Junta fue al revés: le tocó a Izquierda Unida apoyar al PSOE. Tal como está el espectro político, no hay más remedio. Las mayorías absolutas son historia; hay que aliarse para que no gobierne esta gentuza de Vox.
P. ¿Te gustaba el parlamentarismo?
R. Mucho. Para mí fue una sorpresa. Yo soy un hombre de gestión, muy de gestión. Cuando me lo propuso (José Antonio) Ruiz Almenara, siendo secretario general del PSOE, acepté, sin ser mi intención inicial. Y ha sido el gran descubrimiento de mi vida política. He llevado temas apasionantes: los presupuestos, el Tribunal de Cuentas, la crisis financiera, las preferentes, las cláusulas suelo, los abusos del sistema financiero… También el tema de los bebés robados, de medio ambiente y la movilidad. También te digo que un diputado o diputada tiene todas las posibilidades del mundo si está en la oposición. Si estás en el gobierno te filtran más, porque los ministerios quieren sacar sus cosas, pero en la oposición puedes estudiar, reunirte con colectivos, promover proyectos, mociones, leyes… Es apasionante. Estoy muy contento de esa etapa.
P. Y supongo que, en lo personal, para un hijo de pescaderos de Aguilar de la Frontera, poner un pie en el Congreso de los Diputados…
R. Bueno, bueno, bueno… eso hace realidad lo que nunca hubiésemos imaginado en la época del franquismo. Porque yo he vivido el franquismo. Claro. Y te voy a contar una anécdota que no se me olvida. Me acuerdo de que mi abuelo tenía un bar en Aguilar, el bar de La Capacha. Y allí iba una trans, —entonces se decía travesti— de Montilla, que era la Lirio. La Lirio iba al bar de mi abuelo. Yo era chiquitillo, chiquitillo. Y La Lirio era quien divertía. La noche que llegaba la Lirio, aquello era una fiesta. Porque había muchos machirulos, pero luego al final caerían… sabe Dios los que caerían con la Lirio. Pero, a lo que voy: me acuerdo de que mi abuelo servía en catavinos. Y, cuando se iba la Lirio, delante de todos los que había, mi abuelo tenía que quebrar la copa donde había bebido la Lirio. Y tenía que ser delante de todos.
Eso no se me olvida a mí. ¿Qué te quiero decir? Que si no reconocemos la transformación, es porque no lo queremos reconocer. Pero los que lo hemos vivido… Por eso los chavales jóvenes que hablan de Franco no son conscientes de lo que hablan. Eso me preocupa mucho. No tienen ni idea. Con lo cual, la evolución ha sido abismal, y yo creo que en ese sentido esto es un éxito. La evolución de este país ha sido un auténtico éxito a nivel político. Y mira que está denostada la política, pero esto ha sido una experiencia de éxito. Ahora, los derroteros que llevamos… vamos a ver a dónde nos llevan. El problema es si ese éxito al final se nos vuelve en contra. Pero esto es de llamarlo éxito total.
P. ¿Puede que el sistema parlamentario español sea lo que esté frenando que España se convierta en un país como Italia o como Argentina?
R. Bueno, Italia, ahora, a pesar de la derecha que tiene, parece de los países más estables, y llama la atención.
P. Pero porque yo tengo la teoría de que hay muchos partidos de ultraderecha que, en cuanto pillan el poder, dicen: “No, a mí lo que me gusta es el estatus.”
R. Yo ahí coincido. Pero lo que te quiero decir es que el parlamentarismo actual tiene mucho que ver con la incursión de Vox. Y lo que estamos viendo. Hoy acabo de ver en la comisión de investigación del Senado un trocito, y esa imagen echa para atrás. La gente está hasta las narices de ver todo eso. La gente eso no lo ha visto antes de este modo. Está cansada de cuestionar sin pruebas, de bulos, de desinformación, de barbaridades. Eso no lo habíamos vivido nosotros antes.
Nosotros nos informábamos por periódicos con profesionales, con distintos puntos de vista, pero profesionales con un código ético. Y no nos informábamos de cualquiera, sino de prensa, de televisión, la radio... Ahora nos informa cualquiera que tenga un móvil, cualquiera, por redes sociales. Y así, la información de verdad no está llegando. Lo que llega es toda la basura del mundo, que es la que está dando pie a que eso llegue a las instituciones públicas.
Mira lo de Trump… Lo que se vio en la democracia americana jamás se había visto. Lo del Capitolio, movilizando a gente para tomarlo por la fuerza, en una democracia que era la líder de Occidente. Eso influye mucho en que la gente se sienta asqueada de la política. Pero eso no es la política. La política es el día a día, los avances. Esa es la imagen que se está dando, y algunos la provocan, buscan esa mala imagen, para justificar una vuelta atrás. Dicen: “Esto no sirve para nada, lo que teníamos antes sí servía”. Y quieren frenar y dar marcha atrás. Los que creemos que esto tiene que avanzar, porque queda mucho por avanzar —mucha desigualdad, mucha injusticia, mucho trato injusto incluso en las propias instituciones—, vemos que esa imagen del Congreso, lo del Senado de hoy, les da la razón justamente a esos.
P. Sí, pero te lo preguntaba más por el reparto territorial, ¿no?, por nuestra ley electoral. Porque al final yo siempre tengo la impresión de que quien no convence en Cataluña y en el País Vasco, no llega a la Moncloa.
R. Claro, eso fue el pacto inicial que tuvo que hacerse.
P. A mí, hace 15 años, eso me parecía injustísimo: que el reparto de escaños beneficiara unos territorios sobre otros. Pero ahora, lo que veo es que si un partido como Vox no ha llegado al gobierno, es porque en Cataluña o en el País Vasco no los van a votar en la vida, y eso es lo que lo impide.
R. El sistema electoral siempre ha sido mejorable: hemos hablado de listas abiertas, de mayor democratización de los partidos… Todo eso es mejorable. Pero estos no vienen a mejorar nada de eso. Yo acepto que se puede mejorar, pero estos vienen a destruir sin más y a decir que esto no sirve. Y esto es lo que hemos creado entre todos, una experiencia de éxito. La democracia española de las últimas décadas, ha sido una experiencia de éxito. Y estos vienen a destruir todo esto utilizando justamente las herramientas que les da el sistema democrático.
Lo de Colecor fue un trato de favor. Y hoy aún no está resuelto
P. Hoy leía un artículo tuyo que publicaste en 2014 en el Huffington Post, buenísimo, sobre la homosexualidad. Decías que si el 10% era más o menos el estándar LGTBI en la sociedad, en política podía haber más.
R. (Se empieza a reír) Hombre, por lo que yo he visto…
P. ¿Cuándo dices tú públicamente: “Yo soy homosexual”?
R. Mira, yo te soy muy claro: nunca he tenido miedo a nada. Insisto, el único miedo que he tenido ha sido pensar cómo podía reaccionar tras la muerte de mi madre. Ahora bien, hay gente que lo tiene más claro y gente que lo tiene menos claro. La sexualidad se descubre, se va descubriendo. Si tú me dices: “¿Eres homosexual?”, yo te digo: “Venga, soy homosexual”. Pero mi sexualidad no es la misma que la de otro homosexual. Es como mi cara: distinta, fea o guapa, según quien mire. Pero no igual que la de otro.
Vivimos en una sociedad que cataloga: o eres bi, o eres homo, o eres lo que sea. Yo he tenido un tiempo para descubrir mi sexualidad, y he experimentado hasta darme cuenta de cuál es. Ese fue mi nivel de maduración: conocer parte de mí, que era mi sexualidad, una parte muy importante de uno mismo. Eso hay que descubrirlo. Hay quien lo descubre desde que nace, pues mira, afortunado ha sido. Y hay quien necesita su tiempo. Yo, por ejemplo, siempre he dicho que idealizaba mucho la amistad con compañeros míos de pequeño. Creía que era amistad y luego, pensándolo, en más de un caso, era enamoramiento. Pero todo eso lo vas descubriendo. Cuando tuve mi primera experiencia, bastante joven, dije: “Oye, esto es lo mío. Esto es amor, y también es sexualidad”. Y nunca he tenido ningún problema ni en el ámbito profesional ni familiar. Por eso me considero un privilegiado.
P. Pero ahí hay un proceso interno. Aunque nunca has tenido miedo, ¿no crees que eso también te da un valor añadido? Porque en la época en que tú descubres tu sexualidad todavía se pegaban palizas y se organizaban cazas a homosexuales.
R. Te voy a decir algo más. Cuando me ofrecieron ser delegado de Economía y Hacienda, yo ya tenía pareja. Lo primero que dije fue: “No me lo voy a pensar hasta que sepáis que soy homosexual y tengo pareja. Si a tu partido le da igual —te recuerdo que yo no militaba—, me lo pienso. Si no le da igual, lo aviso, porque yo soy muy claro. Mi vida no la voy a cambiar ni por un puesto ni por nada”. Y ese fue el planteamiento. No iba a volver a tapar nada. ¿He matado a alguien? No. Al contrario. He tenido que hacer mucho por muchos. A mí me han llegado a llamar padres diciéndome: “Tengo un problemón. Mi hija ha llegado diciendo que es lesbiana y mi mujer te admira mucho, pero está en depresión. Ven a mi casa a decirle que eso no es nada malo”. Y yo iba. Porque el único problema es encontrar una persona que sienta lo mismo que tú sientes, igual que si eres heterosexual, cis, fluido o lo que sea. La cuestión es encajar con quien sienta lo mismo por ti.
He hecho eso porque creía que era una aportación, y me tomaban como referente. Yo he tratado de verlo con toda la normalidad del mundo. Nunca he tenido problemas. Ahora, no era igual antes que ahora. Afortunadamente, ahora es otro mundo. Pero como nunca he tenido miedo, tampoco he pensado: “Esto lo tengo que tapar”. No tengo que tapar nada, porque creo que soy una buena persona. Es mi naturaleza. No me gusta llamarle “orientación”. Ni “condición”. Es una naturaleza sexual que descubres, que no debes frustrar ni coartar. Al contrario, debes desarrollarla para madurar y ser una persona como Dios manda. Y esa ha sido mi evolución.
P. Como Dios manda, pero no como manda el Obispo.
R. (Se ríe) En mi casa se decía mucho eso. Mi padre siempre: “Niño, tú como Dios manda.” Pero Dios no tiene ningún problema con eso. “Como Dios manda” es como te salga de las narices, siempre que no hagas daño a nadie. Como Dios manda, coño. Somos parte de Dios. Somos un trocito de Dios. Como Dios manda.
P. Me gustaría, ya prácticamente para despedirnos, que me digas qué es lo que más te ha dolido no poder llevar a cabo. O, dicho de otra forma, ¿por dónde hubieras empezado, si hubieras podido llegar a ser alcalde? Pero solo una cosa, ¿eh?, que si no nos extendemos y no terminamos nunca.
R. Pues mira, para mí el distrito Sur es un distrito que va tan a peor, tan a peor, que… algo habría que hacer. El Pabellón de la Juventud, sin complicarme más, o el desarrollo de Miraflores, que era el revulsivo de la ciudad incorporando el distrito Sur. Yo creo que el Sur se sigue viendo como un problema en esta ciudad. Además, están Las Palmeras, Las Moreras, el Guadalquivir, El Higuerón… siguen siendo barrios con muchos problemas. Es horroroso ver que no van a mejor, sino a peor. El tema de la desigualdad sería clave para mí. Una de las apuestas más decididas, y a través de inversiones como esta: el Palacio del Sur, todo el proyecto de Miraflores, que era apasionante. Y eso se lo taparon. Después del Vial, el gran proyecto de ciudad era Miraflores y el Cordel de Écija. Y no han querido saber ni de uno ni de otro.
P. Te tengo que preguntar: ¿quién crees que debería ser el candidato o candidata en las próximas elecciones municipales?
R. Mira, tenemos unos procedimientos. Sí te digo que estoy muy contento con mi grupo. El partido me permitió elegirlo, luego me lo aprobó, pero fue una reflexión mía. Estoy muy contento con ellos. Creo que han hecho y están haciendo una magnífica labor. Son gente con experiencia, jóvenes, con mucho horizonte. Yo tengo experiencia, pero no soy joven, y esto necesita ya otra persona. Yo no soy esa persona. Si hubiera sido alcalde, habría seguido hasta los 99, pero como no lo he sido, aquí se acaba la película. Tenemos un procedimiento que lo va a determinar. Y cualquiera se va a poder presentar. Luego, dependiendo de quién se presente, ya te diré: “Pues mira, me gusta más fulano o mengano”.
Si Moreno necesita a Vox, lo va a meter en su gobierno
P. Vale, vale. Y para terminar, ¿quién crees que ha sido el mejor alcalde de Córdoba?
R. ¡Hostia, me lo pones jodido! (se ríe). Eso me lo pones muy complicado. Muy complicado.
P. Te ayudo, Antonio. Puedes hacer una mezcla si quieres. “Me gusta de este, esto, y de la otra, lo otro”.
R. Pues sí, pues sí. Eso me vale. Me gusta, por ejemplo, de Rosa, el carácter y el protagonismo que le dio a los colectivos sociales. Era una catedrática de eso. Me gusta Herminio Trigo, porque fue un auténtico gestor. A mí me hace mucha gracia lo del Vial Norte: el Vial Norte y la estación del AVE tienen mucho que ver con Herminio. Luego, como referente nacional, Julio Anguita. Pero es que Isabel Ambrosio también ha sido importante porque, en el peor momento para los ayuntamientos, hizo una contribución buena, a pesar de estar coartada y prácticamente sin poder hacer nada por los recortes. Hizo una buena labor. Vaya, excepto los del PP, todos los alcaldes de Córdoba me han gustado.
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