La historia de la construcción del Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Casiana Muñoz está ligada al barrio Las Palmeras, una zona, en el Oeste de la ciudad de Córdoba, donde se concentran algunos de los mayores focos de exclusión social y fracaso escolar de todo el país, y que durante más de 30 años han reclamado un instituto con la esperanza de que esa oportunidad sea un acicate contra el abandono temprano de los estudios.
Por eso, el inicio del periodo de matriculación del próximo curso y la aplicación de un modelo de adscripción que prioriza a los alumnos de colegios de zonas lejanas a la hora de configurar las clases en el nuevo instituto de la zona han sido tomadas como una ofensa entre los vecinos y la comunidad educativa que trabaja en Las Palmeras.
Además, los colegios en Las Palmeras, un barrio que surgió en los años 60 para acoger a las numerosas familias que perdieron sus viviendas debido a las inundaciones provocadas por la crecida del río a su paso por zonas como el Campo de la Verdad o el Veredón de los Frailes, no son sólo escuelas. Son algo mucho más importante: espacios de convivencia y refugio para los más pequeños, que tienen programas especiales que tienen casi más que ver con el Trabajo Social que con la Educación.
En este barrio, que presenta la tasa de fracaso escolar más grande de toda la Unión Europea y donde terminar la Secundaria es casi un milagro, hay tres colegios de Educación Obligatoria: el Alfonso Churruca, el Pedagogo García Navarro y el Duque de Rivas. Este último, además, tiene, en contra del criterio de los docentes que trabajan en la zona, los cursos de Primero y Segundo de la ESO, en los que las matrículas brillan por su ausencia pese a que Las Palmeras es uno de los barrios con mayor población infantil y juvenil de Córdoba.
Todas las administraciones han sido y son conscientes del problema educativo del barrio. Especialmente la Junta de Andalucía, que declaró Las Palmeras como Zona con Necesidades de Transformación Social, dentro de la Estrategia Regional Andaluza para la cohesión e inclusión social, y que prometía programas específicos para luchar contra la exclusión social, el abandono escolar prematuro y la falta de oportunidades.
Para cuando se aprobó esta estrategia, según recuerdan distintas voces desde el barrio, aún no se había empezado a construir el instituto, una de las reclamaciones más antiguas de Las Palmeras, donde llevan pidiendo desde 1989 un centro educativo cercano que ofreciera Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional.
Lo hizo el Consejo de Distrito Poniente Norte, que pidió entonces un instituto que recogiera a los alumnos de los tres colegios del barrio y que arrancó el compromiso al Gobierno Andaluz, entonces con Antonio Pascual como consejero de Educación. Fue una promesa que tardó más de 30 años en materializarse y que, como tantos otros proyectos, fue pasando de consejero en consejero y de gobierno en gobierno. De hecho, hasta 1997 la construcción de este instituto no aparece oficialmente en negro sobre blanco. Lo hace dentro del Plan Aula 2000, impulsado por el entonces consejero Manuel Pezzi, un programa de actuaciones que concluye sin que el instituto sea una realidad.
Tienen que pasar otros cinco años, hasta 2005, con Cándida Martínez al frente de Educación, para que el Ayuntamiento de Córdoba y la Junta acuerden la cesión de un espacio para la construcción del instituto y su inclusión en el Plan Mejor Escuela 2005-2010. El Gobierno Andaluz consigna 4 millones de euros y el Ayuntamiento, entonces en manos de Rosa Aguilar, cede una parcela para el proyecto. Aunque, a la hora de arrancar la construcción, la aparición de un yacimiento omeya de 20.000 metros cuadrados, obliga a cambiar los planes.
Dos años después, la Consejera de Educación de la Junta de Andalucía María del Mar Moreno anuncia que el instituto se construirá en unos terrenos de la Huerta de Santa Isabel, pero, tras el estallido de la crisis inmobiliaria, todavía tienen que pasar otros cuatro años hasta que el Ayuntamiento de Córdoba, entonces en manos de José Antonio Nieto (PP), ceda un nuevo terreno para su construcción.
A pesar de ello, las obras no terminan de arrancar, de manera que en 2013, los colectivos vecinales de Las Palmeras se reúnen con la Delegada Provincial de Educación de entonces, Manuela Gómez, para exigir el comienzo de las obras. A pesar de la presión, no consiguen ningún compromiso en firme, con la responsable aduciendo la falta de alumnos como principal excusa del retraso.
Este malestar desemboca en la creación de la Comisión Pro-Instituto en Poniente Norte, que en 2015 presenta una queja al Defensor del Pueblo, admitida a trámite, recoge firmas en la zona para apoyar su demanda y consigue que sea aprobada por unanimidad de todos los grupos políticos en el Pleno del Ayuntamiento una moción que instaba a las autoridades competentes en la materia a construir el instituto.
Una moción que no cambia el panorama. Todavía tienen que pasar cuatro años, hasta 2019, cuando ya van tres décadas desde la petición inicial, para que la Junta de Andalucía, entonces con el fallecido Javier Imbroda como consejero de Educación, retome el proyecto del instituto.
Lo hace poco después de la publicación de un estudio que sitúa a Las Palmeras como el barrio con mayor fracaso escolar de Europa, apuntando a la ausencia de un instituto en el distrito como uno de los factores que obstaculizan que el alumnado de la zona siga estudiando. Imbroda entonces se reúne con los vecinos y los colectivos educativos y les promete el tan ansiado centro.
Las obras arrancan finalmente en el año 2020, con cofinanciación europea a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder). La prensa recoge este hito, con la entonces delegada Inmaculada Troncoso, reconociendo que el centro es una demanda histórica del distrito y una medida tomada para abordar la problemática del abandono escolar prematuro.
Los trabajos continúan en marcha aunque el curso 2021-2022 arranque con el nuevo instituto abierto. Se llama Casiana Muñoz Tuñón, como la astrónoma y subdirectora del Instituto de Astrofísica de Canarias. Inicialmente, dada la situación provisional, el IES comienza a funcionar con dos líneas de Primero de ESO, de forma que los alumnos de Las Palmeras siguen teniendo como referencia el Duque de Rivas.
En septiembre de 2022, cuando arranca el primer curso normalizado en el IES Casiana Muñoz, salta la sorpresa. Inicialmente, los únicos colegios adscritos y cuyos alumnos tienen preferencia a la hora de matricularse son los de los colegios La Aduana y Turruñuelos, ambos situados lejos del distrito Poniente Norte. Fuera quedan tanto los tres colegios de Las Palmeras como el Colegio Miralbaida, cuya Asociación de Madres y Padres consigue, a base de presión, que se incluya a sus alumnos en el modelo de adscripción múltiple del instituto.
El resto quedan fuera, con la promesa de estudiarlo el curso próximo. En marzo de este año, sin embargo, vuelve a arrancar el periodo de matriculación y la adscripción del IES Casiana Muñoz Tuñón vuelve a ser la misma que el año anterior, dejando fuera de los alumnos preferentes a los procedentes de los colegios de Las Palmeras, tres centros que, además, carecen de un AMPA activa que pueda reclamar.
Esta reclamación la hacen, a través de un comunicado, desde la Asociación de Vecinos Paz y Esperanza, una de las más activas del barrio, y que trabaja en programas educativos con las universidades Loyola y Universidad de Córdoba. En el barrio, según reconocen, este nuevo revés se ha tomado como una ofensa y un desaire. Uno más, tras tres décadas llenas de reuniones infructuosas.
La respuesta de la Junta de Andalucía, además, empeora las cosas. En contra del criterio de la comunidad educativa que trabaja en la zona, el Gobierno Andaluz defiende el sistema de adscripción múltiple que aleja a los alumnos de Las Palmeras del instituto, y opta por enviarlos a seis centros situados mucho más lejos. Desde la Delegación señalan, no obstante que el hecho de provenir de un centro adscrito no significa que no vayan a ser admitidos, sino que dependerá de las plazas ofertadas y de la puntuación que obtengan en el baremo.
Un baremo en el que los jóvenes de Las Palmeras vuelven a partir en situación de desventaja frente al resto. Igual que ocurre en casi todos los aspectos de la vida en el barrio con mayor fracaso escolar de Europa.
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