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El plan del Casco Histórico de Córdoba omite las propuestas más ambiciosas que hizo una consultora externa

Vista aérea de Córdoba

Juan Velasco

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El Ayuntamiento de Córdoba reelaboró el Plan de Gestión del Casco Histórico que había encargado previamente a una consultora externa y omitió las propuestas de gestión patrimonial más ambiciosas que ésta había incluido. Entre las cuestiones eliminadas del plan que finalmente ha aprobado el Ayuntamiento está la noción de Paisaje Urbano Histórico, que, entre otras cuestiones, implica ampliar la zona de consideración patrimonial a buena parte de la ciudad, incluidas áreas que están ahora mismo en plena expansión urbanística.

Este periódico se ha hecho con los dos planes de gestión del Casco Histórico que ha habido sobre la mesa en el último año y los ha comparado. Por un lado, está el que elaboró la Unión Temporal de Empresas Patrimonio Vivo, que cobró unos 80.000 euros por su trabajo; y por otro, el plan que finalmente ha aprobado el Ayuntamiento de Córdoba, y que omite buena parte del trabajo que hizo la consultora externa. 

Para empezar, una de las cuestiones más llamativas al analizar ambos documentos es que Patrimonio Vivo no entregó un informe o contenidos para un plan posterior, sino un documento titulado Plan de Gestión del Patrimonio Mundial Centro Histórico completo. Desde el Ayuntamiento de Córdoba, consultados por este periódico, sostienen que se contrató a Patrimonio Vivo para que hicieran “un servicio de consultoría que, una vez que finaliza, se revisa por parte de técnicos de la Gerencia Municipal de Urbanismo”.

Lo cierto es que el pliego de prescripciones técnicas de la licitación que ganó la UTE, consultado por este periódico, decía textualmente al respecto: “El objeto del presente contrato es la elaboración del Plan de Gestión del Conjunto Histórico de Córdoba”. La empresa que ganó el concurso, preguntada por este periódico, se ha limitado a decir que ellos entregaron un Plan de Gestión del Casco Histórico completo en febrero de este año al Ayuntamiento, y han aclarado que su trabajo se completó y fue aprobado y validado por el Consistorio, que ya lo ha abonado. 

Ni rastro de las zonas de amortiguamiento

El plan que elaboró la empresa Patrimonio Vivo, además, se presentó también a diversos agentes y actores de la ciudad que llegaron a participar en la elaboración de propuestas, que fueron recogidas en su documento, siendo llamativa la desaparición de todo rastro de participación previa en el nuevo documento del Ayuntamiento. El proceso, de hecho, ha durado unos dos años. Y la propuesta de Patrimonio Vivo es un documento que prácticamente quintuplica en extensión al plan que finalmente ha aprobado el Ayuntamiento, que además omite las propuestas más ambiciosas.

De la comparación de ambos documentos, lo más llamativo es la eliminación sistemática de cualquier referencia a las directrices del Paisaje Urbano Histórico, que la Unesco incorporó en 2011 como deseables para cualquier plan de gestión. Las menciones relativas a esta cuestión han sido retiradas o modificadas.

Esto se debe a que, asociada a esta noción, el plan elaborado por Patrimonio Vivo, incorporaba y revisaba la propuesta de una zona de amortiguamiento para el Casco Histórico de Córdoba, que ya venía definida dentro del pliego del contrato elaborado por el Ayuntamiento, y que amplía la zona de consideración patrimonial más allá de la delimitación geográfica que marcó en su día la Unesco, en 1994, cuando extendió la protección patrimonial de la Mezquita de Córdoba, a parte de su casco histórico.

El plan que ha aprobado el Ayuntamiento, no solo no contempla esta zona de amortiguamiento, sino que, literalmente, en el capítulo 3, ya advierte de que el Plan de Gestión tomará en cuenta los requerimientos más recientes que sean aplicables a los bienes “sin necesidad de modificación alguna de su declaración” -este detalle no aparecía en el documento final que elaboró Patrimonio Vivo-.

Esto es especialmente reseñable, en tanto a que el propio pliego que elaboró el Ayuntamiento pedía a la empresa concesionaria que redactara el plan que incoporara no una, sino dos zonas de amortiguamiento -una figura que, por ejemplo, tiene Medina Azahara, declarado Patrimonio Mundial en 2018-. La primera, coincidente con el Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico de Córdoba (PEPCH), y la segunda, ampliada al espacio perimetral a los recintos amurallados de la ciudad histórica que sirvió de base para la construcción de la ciudad contemporánea.

Con este premisa, Patrimonio Vivo fue incluso más allá y el plan de gestión que entregó al Ayuntamiento extendía la llamada zona de amortiguamiento adaptándola a cómo era la ciudad en su mayor periodo de esplendor, en el siglo X. Es decir, contemplaba un área que iba por todo el río Guadalquivir, desde Casillas a Carbonell, y extensiones del conjunto histórico para incluir la Colina de los quemados, la zona de Lepanto o Cercadilla.

Proponían los autores -entre los que había tres expertos en Patrimonio Mundial- extender la zona protegida y ampliar la consideración de ciudad histórica, algo coherente con la realidad arqueológica de la ciudad, hasta zonas en las que hoy se está construyendo, como es Poniente, bajo la que subyacen restos de arrabales islámicos. De hecho, hace tan solo unas semanas, la excavación arqueológica de un solar destinado a edificiar un bloque de viviendas en Poniente de Córdoba ha sacado a la luz un aljibe, datado en el siglo X. Hallazgos de esta naturaleza son continuos.

La idea detrás de la ambiciosa propuesta que planteaba Patrimonio Vivo era determinar que la protección de Córdoba debe ir más allá del la zona que la Unesco denominó Casco Histórico, más allá también de la que recoge el PEPCH, y establecer esta zona de amortiguamiento tan amplia que casi conectara la urbe con Medina Azahara, como ocurría en el siglo X.

El problema es que una figura de esta naturaleza implica una mayor protección y mayor complejidad administrativa a la hora de construir en algunas de las zonas por donde más se está ensanchando la ciudad. El resultado, ante este planteamiento, es que el plan que ha aprobado el Ayuntamiento no incluye zona de amortiguamiento más allá de la que recoge el PEPCH. Es decir, plantea que todo se quede como está ahora mismo.

Los agentes y colectivos que desaparecen

Otra de las cuestiones más llamativas que ha desaparecido del plan aprobado finalmente por el Ayuntamiento de Córdoba tiene que ver con la participación. Los autores del plan inicial identificaron y clasificaron según directrices Unesco decenas de agentes, grupos de interés y partes interesadas suscpetibles de participar en el Informe Periódico de Seguimiento, e incluían a asociaciones de vecinos, patrimonialistas, culturales, peñas, colegios profesionales, asociaciones empresariales y sindicales, universidades e incluso medios de comunicación. Además, en este listado estaban también ONGs como la Plataforma Mezquita-Catedral y colectivos ecologistas.

Pues bien, el plan que finalmente ha aprobado el Ayuntamiento de Córdoba, omite a la mayoría de los agentes que identificaba la consultora como actores implicados en el análisis para delegar la vigilancia patrimonial en la Mesa del Casco Histórico, donde no están representados buena parte de los organismos que hay en la ciudad que son más críticos con la gestión del Casco Histórico.

Es decir, se ha optado por no tocar lo que ya está vigente, eliminando la posibilidad de integrar una pluralidad de voces que mejore la gestión patrimonial del Casco Histórico. 

El organismo Córdoba Patrimonio Mundial

Otra de las cuestiones más ambiciosas del plan que elaboró la consultora privada tiene que ver con el planteamiento de crear un órgano gestor denominado Córdoba Patrimonio Mundial. Como se señala en el documento de la consultora, se trata de una propuesta que sigue los principios rectores y las directrices de aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial y la Recomendación del Paisaje Urbano Histórico de Unesco, y que estaba llamada a coordinar todo lo relacionado con el Patrimonio Mundial -todos los bienes ya reconocidos por la Unesco en la ciudad y los que se pudieran ampliar o reclamar en el futuro-.

Se trataba, según la idea proyectada, de un ente participativo con una comisión coordinadora, una comisión técnica y una comisión ciudadana. Un órgano supramunicipal, con voz propia, y capacidad para dirigir toda la política patromonial en una ciudad que, guste más o menos, depende económicamente de la gestión que hace de su historia y su patrimonio.

Textualmente -en un párrafo que ha sido amputado en el plan aprobado por el Ayuntamiento-, Patrimonio Vivo decía: “Córdoba Patrimonio Mundial se concibe como un órgano gestor sólido y participativo, en línea con los estándares internacionales y las necesidades específicas del bien Centro Histórico de Córdoba con la propuesta de una Zona de Amortiguamiento constituida por el resto de la zona amurallada del Conjunto Histórico más un segmento considerable del río Guadalquivir, además de la definición de un Entorno más amplio, contribuyendo al desarrollo sostenible y la preservación de su Valor Universal Excepcional y resto de valores culturales y patrimoniales”.

Nada de eso ha sobrevivido a la tijera del Ayuntamiento, que tampoco ha querido hacer mucha autocrítica sobre sus capacidades. Y es que, con anterioridad, en las conclusiones, los consultores externos ya reflejaban que en Córdoba hay “necesidad de recursos humanos, materiales y financieros propios dedicados de forma permanente a la labor de la gestión, el seguimiento y monitoreo de impactos, la capacitación y formación en gestión del patrimonio, la divulgación del VUE y los valores patrimoniales, la transferencia de conocimiento o la incorporación efectiva de las partes interesadas en los procesos de toma de decisión en la gobernanza de la gestión”. 

Este diagnóstico, sin embargo, desaparece en las conclusiones del plan que finalmente ha aprobado el Ayuntamiento de Córdoba, que tampoco incluye ninguna mención a la posibilidad de impulsar el organismo Córdoba patrimonio mundial.

Lo que propone el Ayuntamiento es, básicamente, seguir tal cual está. “El sistema de gestión propuesto para llevar a cabo y coordinar las acciones que deriven del plan de gestión se basará en los órganos participativos existentes en el Ayuntamiento de Córdoba, concretado en la Mesa del Casco y coordinado por la Delegación para el Centro Histórico de Córdoba”, dice textualmente, además de proponer la creación de “una comisión técnica. Es decir, se mantiene el status quo que vigila por el Casco Histórico.

El Ayuntamiento de Córdoba, por su parte, ha insistido en todo momento que cualquier cambio que se haya hecho respecto al plan que presentó Patrimonio Vivo responde a criterios técnicos. “Se contrata a una empresa para un servicio de consultoría que, una vez que finaliza, se revisa por parte de técnicos de la Gerencia Municipal de Urbanismo, que son los que analizan esas propuestas y elaboran el documento final que es el Plan de Gestión”, han defendido las fuentes consultadas.

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