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Julio se despide en Córdoba a 40.5 °C, máxima del año como anticipo de la ola de calor

Días de calor en Córdoba | TONI BLANCO

Carlos Puentes

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Casi en el descuento. Cuando julio de 2018 iba camino de pasar a la historia meteorológica como una de las ocho ocasiones en que no se alcanzaban los 40 °C en la estación meteorológica del aeropuerto de Córdoba desde que existe su serie histórica, a las 17:20 horas del último día del mes, los 40 grados han vuelto a registrarse para dar inicio al episodio por altas temperaturas que está a punto de vivir casi toda la península Ibérica. Finalmente, la máxima diaria quedaba fijada en los 40.5 °C, que se convierten temporalmente en la temperatura más alta registrada en la capital en lo que llevamos de año.

La tarde más calurosa del año para despedir julio

Con aviso amarillo, por temperaturas máximas de 39 y hasta 40 °C, y una mínima de sólo 17.4 °C, Córdoba capital veía afrontar la última tarde de un julio atípico, que hasta el momento no había visto alcanzar la barrera de los 40 grados durante todo el mes. La última ocasión, los 40.0 °C del pasado 18 de junio, hasta hoy máxima anual para la estación cordobesa de la red principal. Otro cantar es Montoro, donde la barrera de los 40 grados se ha superado ya hasta en ocho ocasiones.

A las 18:20 horas, 43 días después, la estación meteorológica del aeropuerto de Córdoba volvía a registrar una máxima por encima de los cuarenta, concretamente 40.5 °C, adentrándose en el territorio del aviso naranja por calor. Un registro, sirva para situarnos, entre uno y dos grados por encima de lo previsto. Máximas incluso superiores en otras estaciones meteorológicas del valle del Guadalquivir, llegando a registrar Montoro los 41.6 °C.

Advección cálida norte-africana para poner en jaque los registros históricos, un año más

La masa de aire en altura se iba recalentando a lo largo del día gracias a la insolación diurna y una advección del este que ponía así fin a un julio con dinámica atmosférica inusual. Un mes dominado por vientos de componente oeste, bajo la influencia oceánica asociada a vaguadas y borrascas que tenían a la mitad occidental de la Península disfrutando de un verano escaso de emociones cálidas.

Pero mientras el cuadrante suroccidental peninsular veía pasar días con anomalías negativas de temperatura, al sur del Estrecho de Gibraltar se ha ido recalentando la dorsal norte-africana, sin posibilidad de escape hacia el norte más allá de algún alivio puntual por la vertiente oriental de la Península. Una olla a presión que ya dejase registros históricos en el interior argelino con los 51.3 °C del pasado 5 de julio. La temperatura en capas medias que durante este mes se ha ido concentrando en el interior norte-africano asustaba a cualquier avezado observador de modelos meteorológicos. Una mancha de rojo intenso se extendía día tras día en las predicciones que los modelos ofrecen en abierto.

Finalmente, tal y como adelantase Miguel Moya, el idílico sueño estival que veníamos atravesando va a romperse de manera brusca. El descuelgue de una pequeña bolsa de aire frío al sur de las Islas Azores va a permitir una advección cálida centrada desde el norte africano, con especial incidencia en la mitad occidental de la península Ibérica. La extraordinaria masa de aire cálido norte-africano va a encontrar impulso suficiente para abrazar holgadamente, durante casi una semana, todo el sur peninsular.

Las consecuencias las iremos viendo desde hoy mismo, con máximas que ya empezarán a coquetear con los 43-44 °C a lo largo de todo el valle, límite para la activación del aviso rojo por calor extremo, y mínimas que durante la madrugada del jueves se situarán muy por encima de los 20 °C. Una tendencia cálida que se acrecentará con el paso de los días, con máximas que en el cenit del episodio podrán apuntalarse en la horquilla de los 44 a 46 °C, pudiendo incluso, si el viento lo permite, llegar a amenazar el reciente registro histórico de los 46.9 °C.

Calor extremo que se prolongará durante el inicio de la próxima semana y que será protagonista, especialmente, en las regiones portuguesas de Ribatejo y el Alentejo, y en las provincias de Badajoz, Huelva y Sevilla. Situación a seguir con enorme interés, en la que los modelos apuntan que podrían batirse, incluso pulverizarse, registros históricos en multitud de estaciones, dibujando sobre el suroeste peninsular marcas ni siquiera imaginadas para el interior del continente europeo.

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