Diario del Confinamiento | El Metadiario
Estoy escribiendo que estoy escribiendo un diario. Una suerte de compilación de cosas que me pasan o me afectan o me interrogan o me estimulan o, incluso, que me resbalan.
No parece cosa de importancia, pero hemos de reconocer que nos rodean o nos acontecen cosas de poca importancia; por eso tiene cierta gracia que le demos importancia a ciertas cosas. Levantar la mirada, girar el pescuezo.
Eso, de suyo, nos puede hacer reflexionar sobre a qué cosas le hemos venido dando importancia sin merecer tal calificativo.
Yo qué sé, cada cual tendrá las suyas. Pienso en esa camiseta, ese bolso, pesarse en la farmacia, que tengas que compartir la caña con un capullo cuando tú solo estabas repasando el periódico del sábado en el bar del barrio, asistir a un musical inexcusable –ese engendro de las artes escénicas- con tus cuñaos, ir al Arcángel…
Me acuerdo de aquella canción de Serrat, No hago otra cosa que pensar en ti. Y no se me ocurre nada. Pero, sí. Las cosas ocurren, aunque las musas estén de vacaciones o miremos al techo buscando inspiración.
La nada es importante. Contarla, también.
Me distrajo un vecino que, también, no hacía más que rascarse la cabeza. Así pasaron los días los buscadores en su quimera del oro o el zumbado de James Dean en Gigante. Esperando algo.
Hay días en que parece que nunca pasa nada y de repente sucede. Alguien lo contará y otros dirán “pues sí”.
Y nos reconoceremos en ello.
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