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La cultura del vino se adapta a los nuevos tiempos

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Manuel J. Albert

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Los bodegueros y expertos presentes en la Cata Montilla-Moriles de Córdoba señalan los cambios del sector y su orientación a las nuevas demandas

La Cata del Vino Montilla Moriles de Córdoba sirve para mucho más que probar vinos y saborear tapas clásicas de la tierra. La Cata es un evento social donde verse y dejarse ver. Un espacio donde contrastar opiniones y debatir sobre la situación del sector. Los caldos de Montilla Moriles siguen luchando por adaptarse a los nuevos tiempos manteniendo la esencia de siempre y los sabores que han caracterizado y hecho únicos a estos vinos. Pero la supervivencia del sector y de la cultura pasa, invariablemente por acercarse a los consumidores, amoldarse en lo posible a sus demandas y, finalmente, enamorarlos con los matices originales.

Educar. Es una de las palabras que más se repiten cuando uno se acerca a los que saben y se les pregunta por el futuro. Educar para mostrar que ese nuevo universo que muchos aficionados buscan lo pueden encontrar en su propia casa, en las vides que la tierra siempre ha dado en la campiña de Montilla y de Moriles. Eso al menos piensa José Ignacio Santiago, enólogo de la Denominación de Origen Montilla Moriles y asesor de numerosas bodegas. “Nuestros vinos son especiales. Tiene particularidades que los hacen únicos, como un elevado grado alcohólico natural que los hacen unos caldos muy particulares. Pero ya llevamos años trabajando en divulgar su valores y ahora podemos estar a punto de ver la recompensa”, señala el experto.

Santiago se refiere, entre otras cosas, a ese espectro de público entre 35 y 50 años con una inquietud por el vino que le ha llevado a vivir las modas del caldo de Rioja, el Ribera del Duero, los blancos de Rueda o los Albariños. “Mucha gente quiere seguir buscando nuevos matices porque con el tiempo uno termina cansándose. Y necesitan volver a investigar, sorprenderse. Los Montilla Moriles pueden aportar mucho en ese sentido”, señala. Pero para eso es necesario, por un lado, no cejar en el empeño de divulgar, a través de catas y sesiones de maridaje guiadas, las excelencias de los caldos locales. Y por otro lado, ir introduciendo los sabores poco a poco entre los consumidores. “Empezar con los vinos más jóvenes, con las variantes más frescas, acostumbrando los paladares antes de empezar con finos de más cuerpo”, apunta el enólogo.

La salida que plantea José Ignacio Santiago ya la tienen en cuenta bodegas centenarias como Cruz Conde. Pero su gerente, Miguel Bellido, reconoce que no es algo fácil. “El sector vive un largo declive y está muy castigado. La crisis ha hecho que la forma de consumo cambie, ahora se han dejado un poco de lado los bares y tabernas -aunque reconozco que han vivido un repunte recientemente- y se opta por comprar en comercios para el consumo en las casas particulares”. Bellido también ha detectado que los vinos jóvenes son los que más aceptan los nuevos consumidores que se acercan a estos productos, al tiempo que la bodega se ha abierto a otros tipos de producciones y mercados, como el de los destilados. “Ahora mismo un 40% de nuestro negocio está dedicado a los vinos y el 60% a los destilados”, termina.

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