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El paraguas

Ana Fernández

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El paraguas dice mucho de nosotros: es un cotilla, un comunicador nato. La moda y las tendencias, los gustos y los colores, la publicidad de las empresas, incluso la dejadez de quienes agarran lo más roto y desaliñado que se despacha en paraguas, tienen su propio ejemplar del socorrido complemento. Ahora que estamos tan cerca de la primavera inestable, de chubascos y arcoiris, es tiempo de ellos. Toca ver qué hay de nuevo, quizás comprar, cantar bajo la lluvia como Gene Kelly  o entonar Umbrella al estilo de Rihanna. Hasta para las bicicletas se han diseñado modelos específicos. Y los niños adoran llevar el suyo.

¿A quién debemos el invento? Pues a la joven china Lu Mei, que según cuentan las leyendas construyó el primer paraguas, en una noche, allá en el siglo XI a. C., en una competición con su hermano para fabricarlo.

Ha llovido mucho desde entonces y algo hemos progresado en paragüística industrial. Hoy, por más de diez euros y menos de veinte se consiguen paraguas de buena calidad, vengan o no de la patria china de Lu Mei. La gama alta, sin embargo, presenta precios de vértigo, pero quien pueda pagarlo pensará que quizás vale la pena.

Las preferencias del público se orientan al paraguas plegable y de tamaño suficiente. Los transparentes o con elementos de plástico transparente siguen en alza , como los de Hunter  y Parfois. Los estampados también son tendencia y aportan alegría. Y en los modelos de caballero se sigue abriendo el abanico de los dibujos más o menos discretos y la variedad de colores frente al negro absoluto. Los niños tienen un sinfín de formas divertidas y de personajes de dibujos animados. Zara Home  ha lanzado unos modelos que cautivan, con print animal y de flores. Los dibujos geométricos y las rayas en blanco y negro son motivos ganadores en los de Zara. Burberry  se inspira en pinturas de ciudades del mundo como París, Londres o Venecia. Deliciosos y caros, como alternativa al estampado clásico de la marca.

De todas formas el paraguas más cómodo es el que no se llega usar; el que a pesar del desgaste nunca se da la vuelta por una racha de viento; el que renuncia a las innovaciones estrambóticas; el que no es muy pequeño ni excesivamente grande; el que nos regala quien nos quiere; y el que se compra a toda prisa en un mercadillo o puestos ambulantes y nos salva de un chaparrón.

Otra cosa es el lenguaje de los paraguas y lo que transmiten de sus dueños. Porque no es igual lucir complementos deteriorados que un paraguas impecable, o cruzarse con un viandante que respeta el espacio ajeno que con otro que porta un paraguas XXL como si estuviese jugando al golf en el Master de Augusta, o que va con las varillas saltadas porque no da importancia a esas cosas.

Los paraguas también hacen buenas migas con los ciclistas urbanos y protegen en los eventos deportivos, a pesar de que ponerse como una sopa o usar chubasqueros es algo corriente entre los deportistas. Lot of Colors, por ejemplo, vende a un precio muy asequible modelos prácticos y duraderos. Y algo esencial, también, son complementos que han sido perfectamente adaptados a las personas en silla de ruedas.

De todas formas, el paraguas cordobés por excelencia lo porta el hombre trajeado Cosmopoética  al que este año van a renovar su imagen. Con sol o con lluvia, vendrán seguro muchísimos días felices. Y si tiene que llover ya lloverá a cántaros como nos canta Paco Guerrero. Pero este fin de semana: sol, sol, por favor.

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación.

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