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Sobre este blog

Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

Grunge & drill

Colección de Huda Beauty Pretty Grunge

Ana Fernández

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He estado tres minutos y cuarenta y cuatro segundos en el cielo grunge, lo que dura All Apologies de Nirvana en el MTV Unplugged in New York de 1993.

He podido quedarme más y apurar la grabación, pero solo me paré a escuchar The Man Who Sold The World, magistral versión que Kurt Kobain hizo del sublime original de Bowie.

Ha sido por el maquillaje, no el de Ziggy Stardust, sino por la nueva colección Pretty Grunge, de Huda Beauty, que reviste de bonito glamur aquella belleza indómita y joven del movimiento grunge de los noventa, los churretosos ojos ahumados, (en algunos muy tristes casos) las sustancias nada recomendables que causan la enfermedad de la adicción, las camisetas superpuestas, el tartán del punk y la camisa de leñador, la ropa de segunda mano y el cabello como de no peinarse.

Ha tenido que ser culpa de la paleta de 18 sombras Pretty Grunge, que ha funcionado como un bumerán hacia mis veinte años, cuando escuchábamos grunge, rock, rap… y seguíamos series buenísimas, la mayoría con protagonistas blancos (entonces no chocaba como ahora que faltase representación de nuestra bendita diversidad).

Ha ocurrido que al regresar al presente apenas atendí a la magnífica calidad de la paleta y todo lo demás de la colección, porque se me han hecho insoportables la pobreza y la precariedad que cercan a parte de la población joven de hoy, entre otras porciones de la tarta poblacional, a pesar de las incuestionables mejoras. Que haya individualidades que se pasan el juego y vencen al sistema y a sus toneladas de obstáculos y el hecho de que en lo marginal también se hace poesía y florecen las artes, no es cura a la gangrena de la desigualdad.

Así, ha sucedido que por lógica me desplacé hacia el drill, a su autenticidad retadora, desesperada, feroz. Algunos cantan con pasamontañas, están muy al margen (más ellos que ellas), recitan su terapia de autoafirmación y mueven las manos como si sus dedos fueran pistolas. Estoy fuera de onda. Pero mi yo grunge quiere entender qué está pasando y por qué. 

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación

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Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

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