Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
El hogar de los valientes
Ustedes, como yo, que tienen una edad que no tenemos por qué confesar, una cultura general de la que no vamos a presumir (ni despreciar) y unas actitudes que solemos adoptar, comprenderán lo que les voy a decir:
En su casa, en su entorno, en su memoria, el sesenta y cinco por ciento de su discoteca la compondrán canciones de autores y bandas norteamericanas desde Dylan a Pearl Jam, desde REM a Elvis o Nirvana o Madona, desde Earth Wind and Fire a Michael Jackson, Paul Simon, Tom Waits y más.
En su biblioteca habrá un cuarenta por ciento de libros de Hemingway, Dos Passos, Fitgerald, Faulkner, Emily Dickinson, Melville, Whalt Whithman, Ray Bradbury, Stephen King… and so for.
Y un noventa y uno por ciento de su videoteca o su imaginario audiovisual llevará las marcas de Warner, Metro Golden Mayer, Malpaso, Amblin, Light and Magic y los nombres de John Ford, Spielberg, George Lucas, Coppolla, Kubrick, Zemeckis, por no hablar de Billy Wilder, Don Siegel, John Patrick Shancley, Orson Wells, Hitchcok…
Muchos emigrados, por cierto. O inmigrados, según la perspectiva.
Con esto quiero decir que América (America, sin tilde) no nos es ajena.
Un paréntesis de cinco días nos deja la muerte de David Lynch y la vuelta a la Casa Blanca de Donald Trump.
Vemos la cara B del “sueño americano”, también su nobleza, en pelis como Carretera Perdida o Una historia verdadera del cineasta, frente a las bravuconadas nacidas de la testosterona de la bandera más alta del porche.
“¿Sigue la bandera de barras y estrellas ondeando sobre el hogar de los valientes?” dice el himno de los EEUU cantado mano en pecho.
Pues no; no creo. El hogar de los valientes es un río, un mar, una frontera…
El hogar de los valientes es la intemperie.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
0