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Jóvenes extutelados: del abismo de vivir en la calle a estudiar y encontrar un empleo

Jóvenes y profesores del proyecto social 'La maleta de Luisa'.

Carmen Reina

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En diciembre pasado, Ibrahim Kongira recibió una notificación que daba un vuelco a su vida: la Fiscalía certificaba su mayoría de edad y, con ello, quedaba fuera de la tutela del centro de menores en el que hasta entonces estaba en Córdoba. Procedente de Gambia, ya llevaba un tiempo viviendo en la ciudad. Y esa mañana, de repente, este joven se encontró con el abismo de no tener a dónde ir, de tener que vivir en la calle. Esa misma tarde, gracias a un contacto, tocó a la puerta de La Maleta de Luisa, un proyecto social que aloja a chicos extutelados o en situación de calle para vivir allí siempre que estén estudiando, el tiempo necesario también para quienes necesiten regularizar su situación en el país y para buscar su primer empleo.

Ibrahim estudia actualmente, de hecho, 4º de la ESO en el IES Zoco de la capital cordobesa, cuenta a Cordópolis, mientras recibe clases de apoyo junto a otros compañeros en La Maleta de Luisa, un proyecto que toma su nombre de la parroquia de Santa Luisa de Marillac que lo desarrolla y quiere visibilizar así esa maleta con la que, de repente, se ven en la calle estos chavales. “¿Cómo iba a vivir en la calle? ¿Y la comida? Es muy difícil vivir en la calle”, explica sobre cómo se sintió cuando tuvo que salir del centro de menores. Ahora, dice que quiere seguir estudiando, también el Bachillerato, aunque reconoce que no tiene claro a qué se dedicará en el futuro. “Me gusta jugar al fútbol”, confiesa.

Clases de apoyo y un primer empleo

Las clases de apoyo las recibe para mejorar la comprensión del lenguaje y el idioma español. “El español no es nada fácil”, dice Ana, una de las profesoras voluntarias de este proyecto social. A sus explicaciones atienden alrededor de la mesa, los libros y apuntes otros chicos que han encontrado aquí su hogar mientras estudian y se forjan un futuro. Ablaxe Diane, de 22 años y procedente de Senegal, llegó en avión a Tenerife y, mediante la ONG Accem, consiguió una plaza en este proyecto en Córdoba. Estudia la ESO de adultos y ya ha trabajado a la vez en la hostelería, mientras espera que le hagan una entrevista para conseguir un empleo en la construcción con el compromiso de seguir estudiando.

A su lado, Mohamed Elomary, de 24 años y proceden del Sahara, también estudia español. “Llegó en patera con otras 32 personas, hace siete meses”, explica. En Córdoba está desde hace cinco meses y poco a poco va estudiando el idioma. El caso de Cristopher Fogang, de Camerún y 19 años, añade una componente de salud. Con seis años sufrió un accidente que le dejó en una silla de ruedas. Desde hace unos meses, está en Córdoba, donde se le trata de las escaras que sufre. Gracias a una familiar religiosa conoció el proyecto de La Maleta de Luisa y contactaron para venir. Ahora, mientras cuidan su salud, estudia Bachillerato de Salud en el IES Zoco. “Quiero hacer un grado superior”, dice, mientras explica su experiencia en Córdoba.

María, Asun y Charo son otras tres de las profesoras voluntarias que trabajan con estos chicos en clases de apoyo. “Sobre todo de español, en distintos niveles según lo que necesiten”. Porque hay quien necesita aprender desde lo más básico, a quienes saben hablarlo pero no escribirlo o leerlo bien. Pero también reciben clases de inglés, lengua, matemáticas y otras signaturas que tienen en sus estudios reglados, mientras buscan un futuro gracias a esa formación.

Con papeles, estudios y trabajo

“Estos chicos salen de aquí con papeles, con estudios y con trabajo”. Quien sintetiza así la labor que se desarrolla en La Maleta de Luisa es su impulsor, el párroco y profesor Miguel David Pozo. Suelen estar entre dos y tres años, hasta que consiguen esos objetivos, gracias a la labor de los voluntarios y de los particulares y empresas que se implican en la capacitación y empleo de los chavales.

En ese tiempo, los chicos “tienen una rutina, ayudan en la casa y reciben las clases de apoyo a sus estudios”. Con edades que van desde los 18 a los 23 años, acuden a institutos como el IES Zoco o el IES Averroes, mientras el proyecto les ayuda a regularizar su situación y a encaminar sus primeros pasos laborales. “A través de la cultura se rescata a chicos extutelados o en situación de calle. Aquí viven el tiempo que necesiten para su formación”.

Pero, además, 'La Maleta de Luisa' tiene otras vertientes. Además de los chicos sin hogar que viven en sus instalaciones, también se ayuda a otros chavales. Por ejemplo, a quienes viven en el barrio de la parroquia -el Barrio del Guadalquivir, uno de los más pobres de la ciudad-: “Los rescatamos para que vuelvan a estudiar”.

Y, junto a ellos, a este proyecto social también acuden jóvenes inmigrantes a estudiar español y, personas sin techo que encuentran aquí un oasis de ayuda. Cada cual viene con su 'maleta' de vida, su mochila cargada a la espalda que este proyecto les ayuda a llevar.

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