La Puerta Verde que abre un mundo mejor a los menores de uno de los barrios más pobres de España
Más de un centenar de menores de entre 3 y 16 años de los barrios del Guadalquivir y el Sector Sur de Córdoba abren cada fin de semana y en vacaciones una puerta muy especial, la Puerta Verde. Este es el nombre de un proyecto, ya consolidado en sus seis años de vida, que surge de una de las parroquias de la zona y que trabaja con estos niños en hábitos saludables, gestión de emociones, habilidades sociales y de conducta, creando un espacio seguro. Y lo hace a través de la música, del baile, del canto y la belleza.
“Se trata de salir al rescate del niño herido”. Quien define con estas palabras el objetivo de la Puerta Verde es Miguel David Pozo, párroco de la iglesia de Santa Luisa de Marillac, germen de este proyecto. Mientras habla con este periódico, todo son preparativos para la próxima actividad de los niños. Porque también en vacaciones se les ofrece un espacio donde socializar, aprender y, en muchos casos, apartarse de los problemas sociales de su barrio. “Se van a la playa”, cuenta, sobre cómo un numeroso grupo va a pasar unos días en el centro de ocio y tiempo libre de Cáritas en Torrox (Málaga).
Durante todo el curso, los fines de semana es el tiempo en que esa Puerta Verde se abre para ellos. “Son niños que están en desventaja social”, explica Pozo sobre ejemplos de menores en situación de pobreza, exclusión social, padres o madres en prisión, etc.
Este programa trata de “inculcar buenos hábitos” entre los niños y adolescentes, con la ayuda de monitores voluntarios de Córdoba pero también de distintos países que llegan para colaborar en este proyecto y viven en la parroquia durante un tiempo.
“Nuestro objetivo principal es la atención a los niños con necesidades. Se trabaja en crear un entorno seguro, en enseñarles hábitos saludables, de higiene y alimentación, las formas correctas de comportarse…”. Y se convierte en un espacio donde aprender las habilidades sociales que van a necesitar en sus vidas.
Música, baile, belleza
En la práctica, todo se trabaja a través de actividades atractivas en el propio centro de la parroquia y también en visitas a otros lugares. “Pensamos la temática, el valor, la actitud, la habilidad sobre la que vamos a trabajar. Y a partir de ahí se elaboran dinámicas para ello, siempre basadas en la belleza, la música, el canto y el baile”. Un ejemplo de este tipo de actividades fue la participación en la grabación de un vídeo musical, Cruzando el puente, una canción navideña que recogía los sueños y esperanzas de los chicos.
“Cantar y bailar es una forma de comunicar que hace agradable y rápido un mensaje”, explicaba entonces el párroco. Porque en la Puerta Verde, adaptan las formas de esos mensajes para los chicos. “A un niño de 8 años no le puedes decir simplemente que no vapee, sino que creamos dinámicas con juegos y, pedagógicamente, se le enseña lo nocivo que es y lo positivo de no hacerlo”, señala como ejemplo del trabajo que se lleva a cabo.
¿Y cuál es la actitud de los menores en Puerta Verde? Pues, con cambios, explican. “Un niño llega siempre muy a la defensiva, viene con situaciones detrás.... Y cuando pasan los días, todo cambia”. Aprenden esa gestión de emociones y actitudes, en un grupo social con actividades adaptadas a sus edades y entorno. Cine, fiestas y excursiones se entremezclan en el calendario anual de actividades para conseguir ese objetivo.
Medios materiales y humanos
Lo más complicado -cuenta Pozo- no es trabajar con los menores, sino “conseguir los medios materiales y humanos para mantener el proyecto”. Por eso, reitera, se muestran agradecidos a todos los voluntarios que pasan por la Puerta Verde, jóvenes capacitados con cursos previos para saber acometer la tarea en resolución de conflictos, en afectividad y socialización con los niños y adolescentes.
La “transformación” de los menores llega a las familias que “se muestran muy agradecidas, mucho. Y muy integradas, valoran la atención, las actividades y las aplauden”. Familias que esta misma semana mantenían una reunión para preparar todo lo relativo a esta escapada a la playa que supone un regalo para los chicos, “para que no estén solos en casa o en la calle”.
En este mes de julio que ya pronto termina, la Puerta Verde ha trabajado sobre el concepto de “la ilusión”. Y de ella no falta entre quienes ven cómo este proyecto abre un mundo mejor para muchos de los niños más necesitados de la ciudad, que conviven en una de las zonas más pobres de España.
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