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Amin Fassi o cómo aprovechar una oportunidad y devolverla con su voluntariado

Amin Fassi, voluntario de La Puerta Verde

Carmen Reina

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En el barrio del Guadalquivir, en Córdoba, abrir La Puerta Verde es entrar en un espacio agradable y acogedor dentro de una de las zonas más desfavorecidas de la ciudad. Este proyecto acoge durante el curso y en vacaciones a niños de 3 a 16 años para realizar actividades basadas en la música, el baile y la creación de hábitos saludables, con el fin de generarles un presente y un futuro mejor. Y ahí, formando parte de este proyecto cada día, está Amin Fassi, un joven de 22 años que aprovechó su oportunidad al llegar a Córdoba y que ahora la devuelve en forma de labor generosa con los pequeños que más lo necesitan.

Amin llegó a Córdoba hace seis años. Su padre y su madre permanecen en Marruecos, mientras que sus tres hermanos también buscaron un futuro en España. Cuenta que tuvo la oportunidad de estudiar Formación Profesional y especializarse en costura de textil y pieles. Y esa oportunidad siguió con algunos trabajos, por ejemplo, para la diseñadora cordobesa Matilde Cano y luego en un establecimiento hostelero del centro de la ciudad.

Pero, a la vez, Amin quiso participar en La Puerta Verde como voluntario, un proyecto que cuenta con apoyo de la Delegación de Juventud del Ayuntamiento de Córdoba. Aquí es donde, desde hace tres años, colabora para que quienes ahora son niños y adolescentes en el barrio del Guadalquivir, puedan tener en un futuro mejores oportunidades.

Lo mejor es, dice, “cuando un niño viene y te abraza o te cuenta sus cosas”. Y es consciente de que, con esta experiencia, “nosotros enseñamos cosas a los niños, pero ellos también te enseñan mucho”.

Amin, como voluntario, se encarga de la logística cuando se recibe a los grupos de menores y también a los monitores voluntarios que llegan desde distintos puntos para colaborar en La Puerta Verde. Y ahí, su tarea va desde preparar las salas a los dormitorios y las camas o que todo esté listo en el comedor y en la despensa.

Mientras enseña las habitaciones en las que adecúa el mobiliario cuando llegan los monitores, este joven asegura, con una sonrisa, que este voluntariado “me encanta” y quiere seguir en el proyecto. Porque aquí trabaja por un horizonte mejor para niños como el que él fue.

En la despensa, comprueba que todo esté en orden, lleva o trae lo necesario, y apila los productos. Porque cuando lleguen los chavales y los monitores, ofrecerles unos espacios preparados para el descanso y las actividades, además de para las comidas, es el objetivo de la tarea de Amin.

Con un curso de monitor de tiempo libre también entre sus haberes, Amin tiene claro que, en un futuro, también podría dedicarse profesionalmente a esta labor con los más pequeños. De momento, en La Puerta Verde muestra cada día un ejemplo de cómo con ese trabajo se puede ofrecer un horizonte mejor a los niños.

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