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Nieto y Carreto: Encuentros y desencuentros. El origen

Antonio López

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Que las relaciones entre el Alcalde y el Presidente de la patronal cordobesa no pasan por sus mejores momentos es un hecho indudable que queda constatado en el cruce recíproco de declaraciones que ambos han protagonizado en los últimos meses. Aunque tal como reseñaré más adelante no comparta esta perspectiva, los medios de comunicación afirman que el desencuentro tiene su origen en la valoración realizada por Luis Carreto sobre la gestión de Nieto y su equipo una vez cumplido el primer aniversario de la victoria popular en las pasadas elecciones municipales. A razón de tal efeméride, el máximo dirigente de la Confederación de Empresarios  de Córdoba (CECO) declaró que “nada había cambiado para los empresarios de la ciudad” en un año y, asimismo, también denunció que, entre otras, se había incumplido la promesa realizada en campaña de rebajar la presión fiscal impuesta por los gobiernos municipales precedentes, la cual supone un lastre para la economía de la ciudadanía en general y de la clase empresarial en particular. Ante este velado ataque a su actuación, el primer edil no se mordió la lengua y argumentó que el máximo dirigente de CECO confundía “el interés personal con el colectivo”. Las declaraciones de Nieto fueron tomadas por Carreto como un ataque institucional, de ahí que procediera a convocar el Comité Ejecutivo de la Confederación para rechazarlas de plano.

El último capítulo de este elenco de desencuentros lo hemos vivido recientemente con motivo de la decisión unilateral del gobierno municipal de relevar al titular de la gerencia del Consorcio de Turismo de Córdoba, Federico Rodríguez Ardila, quien, como bien se sabe en los mentideros sociales y políticos de esta ciudad, es persona de la más absoluta confianza de Luis Carreto. Si bien el titular de la cartera de turismo, Rafael Navas,  ha dejado claro desde el principio que el cambio obedece a una “pérdida de confianza en la persona del gerente” y a estrictos “criterios de gestión”, las lenguas viperinas fundamentan la decisión en un intento de Nieto de restringir el ámbito de influencia y poder del presidente de CECO. En cualquier caso, más allá de la causa que haya motivado el relevo, creo necesario redefinir y arrojar luz sobre la actividad de este órgano de naturaleza semi-pública que fue creado hace diez años para coordinar actuaciones en materia turística ya que nos encontramos ante un sector clave para el desarrollo de la ciudad. De hecho, según el Informe de Analistas Económicos de Andalucía patrocinado por Unicaja, la economía cordobesa ha suavizado su desplome gracias a la actividad turística, siendo la única provincia andaluza que ha incrementado el número de visitantes. Según dicho informe, la demanda nacional subió un 2´3%, la internacional un 5´7% y las pernoctaciones se incrementaron en más del 8%.

No obstante, aunque parece ya un tiempo muy lejano, no todo fueron desencuentros. El momento de mayor complicidad entre el alcalde y Carreto tuvo lugar en los prolegómenos de la campaña electoral de las autonómicas cuando, en un acto que contó con la intervención del entonces candidato popular a la Junta de Andalucía, Javier Arenas, José Antonio Nieto presentó, con el respaldo del presidente de CECO, el anteproyecto elaborado por Rafael de La-Hoz para convertir el Parque Joyero en Centro de Congresos, enterrando así de facto el proyecto de Rem Koolhaas para el parque de Miraflores sin que existiera debate previo. La presencia de Carreto en dicho acto fue duramente criticada por los partidos de izquierda debido al indiscutible carácter electoral del mismo.

En cualquier caso, tal como hemos visto, los días de vino y rosas entre el líder popular y empresarial ya han terminado. En mi opinión, la relación entre ambos nunca fue fluida. La estrecha complicidad que unía (y une) a Luis Carreto con la que fuera alcaldesa de nuestra ciudad, Rosa Aguilar, y el frustrado deseo –sólo reconocido en círculos muy reducidos y selectos- del líder empresarial por desempeñar en el Partido Popular de Córdoba algo más que un papel relevante han impedido la consolidación de un buen trato entre el presidente de la patronal y “el niño” –tal como Nieto era conocido en ciertos círculos frecuentados por Carreto debido a su juventud-. Aunque desde la distancia siempre han guardado las apariencias, la relación entre ambos experimentó una metamorfosis a partir del ascenso popular en las encuestas electorales, las cuales deparaban un mapa institucional en la esfera local, provincial, autonómica y nacional teñido de color azul gaviota (o albatros, como dirían los puristas). No obstante, la Democracia tiene sus sorpresas y en los comicios al Parlamento andaluz efectivamente ganaron los populares pero con una mayoría insuficiente para formar gobierno, circunstancia que ha permitido que una coalición entre socialistas e Izquierda Unida gestione el presupuesto –y por ende las subvenciones- de la administración autonómica, la cual tiene competencias ejecutivas en materia de empleo y relaciones laborales (artículo 63 del Estatuto de Autonomía). Así pues, la instantánea que inmortalizó a Carreto con Nieto y Arenas en el Parque Joyero pesaba como una losa por lo que el máximo dirigente del empresariado cordobés debía cambiar su estrategia y volver a marcar distancias con los populares si quería mantener el equilibrio institucional que, cual funambulista en el límite de la cuerda floja, siempre le ha caracterizado. En definitiva, donde antes se repartían abrazos y felicitaciones, ahora se lanzan dardos envenenados que, según lo visto, no son bien recibidos por el destinatario de los mismos. Dicen que del amor al odio hay sólo un paso pero, en esta relación, más valdría apuntar que sólo hay un simple puñado de votos.

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