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Música para comprar compresas

Juez Ravo

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Atentos a la imagen. Nos va a ayudar a contar esta historia. El hombre que ven acaba de darse un paseo en moto por el lado salvaje de la vida. Podríamos asegurar, sin miedo a equivocarnos, que ninguno de los elementos que componen este cartel se mantiene actualmente en pie. Si recuerdan, las Torres Gemelas cayeron un 11 de septiembre, allá por el 2001 ( -II). A Lou Reed se nos lo llevó un transplante de hígado el pasado 27 de octubre. Y ese modelo de Honda, posiblemente ya no se comercialice. La foto se corresponde a uno de los miles de casos en los que el rock underground y la publicidad tienen un encuentro.

Desde Omino Bianco a Chilly, pasando por la Cocacola o el Colacao. Todas las marcas colocan en el anzuelo de su anuncio alguna tonadilla atrayente al posible consumidor. La música funciona como una especie de vaselina que ayuda a colarnos las bondades del producto o de la marca. La letra, con sangre, entra. La meme, con música, también. El movimiento alternativo no es ajeno a este fenómeno. De hecho, se sirve de él para ampliar su espectro de oyentes, y, de paso, hacer caja. Prestando su imagen o sus canciones.

De esta forma, el publicista de turno, asesorado por su creativo hipster, se ha servido hasta la saciedad de músicas minoritarias para ofrecerlas al gran público, y provocar así un doble efecto: la identificación de la marca como elemento de distinción y elegancia, y la naúsea y el vómito del fan del grupo, que, como Álex, el sufrido narrador de la Naranja Mecánica, acaba aborreciendo al genial Ludwig Van al asociarlo a imágenes de ultraviolencia.

Un claro ejemplo lo tenemos en el trip-hop. Este subgénero musical, nacido a principios de los noventa, amamantó a una serie de artistas cuya música se convertirá en carne de anuncio. Artistas de la talla de Portishead, Massive Attack o Tricky. A este último le dedicará Demis Roussos una de las más bellas declaraciones de amor jamás escritas. Dice así:

Tricky,Tricky,Tricky,Tricky,

Mon amour,

Tricky,Tricky,Tri

Así, algún iluminado decidió que la electrónica downtempo de los Portishead era lo adecuado para incrementar las ventas de helados. Desconocemos, a la fecha de cierre de este post, en qué porcentaje aumentaron las cifras de venta de cornetos con esta canción.

https://www.youtube.com/watch?v=yF-GvT8Clnk

También Massive Attack, vinculados en su día a la emergente escena de Bristol, cuentan con piezas musicales que ahora huelen a pestilente colonia.

https://www.youtube.com/watch?v=hbe3CQamF8k

Recientemente acabamos de tener otro nuevo caso sangrante: Bob Dylan. En un nuevo alarde de provocación, presta su imagen a nada más y nada menos que una entidad bancaria. Continúa así la brecha abierta entre el mercadeo y una militancia creíble en una serie de valores alternativos. Vean, vean, yo tampoco me lo creía cuando me lo dijeron:

https://www.youtube.com/watch?v=Pg8ZRHn2ZKs

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