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Sobre este blog

Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.

Cántico por la nueva biblioteca

Biblioteca Grupo Cántico

Eduardo Moyano

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Como si se tratase de una gran ballena varada en el parque, la nueva biblioteca nos invita a entrar en su vientre de libros y silencio. Estar allí es como adentrarse en una catedral, donde se respira el aroma de los libros viejos y por cuyos anchos ventanales entra un haz de luz acorde con el signo de los tiempos.

Llamar “Grupo Cántico” a la nueva biblioteca ha sido un acierto, y sus componentes se habrían sentido identificados con ella si la hubieran conocido. El espíritu y los libros de Ricardo Molina, Pablo García Baena, Juan Bernier, Julio Aumente o Mario López están presentes en sus estantes cual memoria de una ciudad que tiene en la poesía una de sus señas de identidad.

Además, la biblioteca está situada donde comienza el camino de Trassierra, paraje emblemático y lugar de inspiración para todos los que formaron el grupo Cántico. Eran poetas que escribían “una poesía intensamente humana, visual, una plenitud armónica de intelecto y sentidos” y que tenían en los rincones de la sierra de Córdoba una de sus principales fuentes de inspiración (Sandua, Piedrahita, Bejarano…) En Sandua aúlla el viento, Ricardo, como un negro/ animal lastimado que baja del monte… escribiría García Baena en un bello poema recordando a su amigo Ricardo Molina.

La nueva biblioteca mira a la sierra de los poetas de Cántico, y abre sus puertas a la ciudad donde pasearon por sus calles y plazas. Hace unos días visité sus amplias estancias, sus anaqueles llenos de libros, observando a los jóvenes estudiantes que han hecho suyo el nuevo espacio. El silencio de allí sobrecoge y llama al silencio. Una vez dentro, sólo cabe permanecer en actitud contemplativa, deleitándose con la lectura de un libro o mirando por sus grandes cristaleras la arboleda del parque que la circunda. 

Me estrené cogiendo de una de sus estanterías la revista Letras libres. Me senté en la sala de lectura y disfruté leyendo un estupendo artículo del escritor mexicano Enrique Krauze, titulado “El realismo trágico de Max Weber”. En ese artículo se rememora la célebre conferencia que pronunció, meses antes de su muerte, el sociólogo alemán en Múnich el 28 de enero de 1919 ante la Unión Libre de Estudiantes, justo el primer año de la República de Weimar. En ella, Weber hablaba de la ética de las responsabilidades que debe guiar el rumbo de los buenos gobernantes, frente a la ética de las convicciones que inspira los populismos de distinto signo.

Esa es la magia de la literatura, que te hace viajar en el tiempo a lugares y épocas que jamás uno ha visitado ni visitará. Entremos en el vientre de la gran ballena cultural que es la nueva biblioteca pública y, como el profeta Jonás, purifiquemos nuestro espíritu con el aroma que emana de sus anaqueles y estanterías.

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Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.

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