Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
El sueño del constructor

En 2001, los redactores del plan general de Córdoba tomaron una decisión política para salvar los cines de verano de los intereses especulativos que los amenazaban: serían protegidos como espacios deportivos. Gracias a aquello, Córdoba ha logrado preservar cuatro espacios únicos y singulares en su casco histórico, cuatro lugares preparados para el cine cada verano.
El casco histórico de Córdoba tiene pocos espacios libres por una cuestión lógica. La ciudad histórica, la intramuros, creció en el hacinamiento hasta mediados del siglo XX. Las populares casas de vecinos no eran sino infraviviendas en las que se amontonaban familias, casi pared con pared con enormes conventos y palacios que sí que disponían de suelo de sobra. En muchos casos, esos antiguos palacios han derivado en propiedad pública y sus jardines en parques, como el caso de Orive. Otros conventos han desaparecido y han dejado plaso a plazas, como la de Juan Bernier. Y en aquellos años del hacinamiento, muchas casas de vecinos se demolían y de sus ruinas salían grandes, medianos y pequeños cines al aire libre.
Hasta hace bastante poco tiempo, en cualquier punto del casco histórico se podía aparcar. Yo lo he hecho en la plaza de las Cañas. No muchos años atrás se podía hacer en la Corredera, en la calle Capitulares o en cualquier lugar en el que subir el coche a la acera y que hubiera espacio de sobra para que pasase otro. En aquellos años ya se sabía que el casco necesitaba aparcamientos, y que iba a ser un negocio lucrativo. Tanto que el pastel de los cines de verano era de lo más apetecible.
Por eso se protegieron, para que no se abandonasen y se dejasen como solares, para después tener la excusa perfecta. Y no es que sea algo muy loco de pensar. El solar del antiguo cine Magdalena es hoy un aparcamiento improvisado al aire libre. La propia plaza de La Magdalena es un enorme aparcamiento que empequeñece el espacio, precioso sin coches, como se ha visto esta Semana Santa. Una pena.
Hace 20 años, el Ayuntamiento emprendió el camino de hacer un casco histórico más habitable. El primer paso fue el de sacar a los coches de sus calles estrechas, hacer habitable el espacio, que regresara la vida. El plan preveía una serie de aparcamientos disuasorios y para residentes, pero en los propios límites del casco histórico. Ahí está el famoso aparcamiento de la Herradura, con una discoteca en su azotea. Pero la iniciativa, que cogió impulso, se frenó.
Ahora se pretende dar un paso atrás y construir aparcamientos dentro del casco histórico, y no fuera, como hace 30 años. En su momento, se llegó a plantear la construcción de un aparcamiento subterráneo en la Corredera, una idea que se descartó. ¿Se imagina a coches bajando por la calle Espartería y saliendo por el Socorro? Algo así ocurrirá si sale adelante el plan de construir bajo los cines de verano.
¿Por dónde entran y por dónde salen los coches en el Fuenseca? ¿Y cuándo haya cine? ¿Dónde se construye la rampa en la calle Zarco? ¿Van a meter aún más tráfico por la calle Frailes que el actual que día sí y día también apunto está de atropellar peatones?
Es, como todo lo que está ocurriendo últimamente en el mundo, un paso atrás. Córdoba no se puede permitir el lujo de meter aún más tráfico en el casco histórico sino que lo tiene que sacar fuera. Y construir los famosos aparcamientos disuasorios. Está ya todo escrito. No es ninguna ocurrencia.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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