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¡Ro-sa-A-gui-lar, Es-ta-dio-nue-vo, ya!

Alfonso Alba

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Hace unos diez años, el Arcángel clamaba: “¡Ro-sa-A-gui-lar, Es-ta-dio-nue-vo, ya!”. Aunque en Córdoba siempre hubo mucho paro, éramos supuestamente ricos. Planeábamos un gigantesco Palacio del Sur en Miraflores e íbamos a construir un Estadio de Fútbol “a coste cero” que además sería subsede olímpica de Madrid dos mil y algo. El Nuevo Estadio del Arcángel, el que se construyó deprisa y corriendo para sustituir al antiguo, cuyo suelo hoy ocupa un centro comercial, se caía a pedazos. Estaba mal hecho, las grietas poblaban las gradas y los vestuarios, y encima estorbaban las pistas de atletismo que lo mismo se usaron para un par de carreras para ver el fútbol.

El Ayuntamiento no lo dudó. El entonces presidente de la Gerencia de Urbanismo, Pepe Mellado, encargó una reforma del Arcángel “a coste cero”, repito, “a coste cero”. Se iba a financiar solo. En la Preferencia las empresas se darían tortas por ocupar las oficinas, se crearía un hotel, restaurantes y un maná de dinero relacionado con el fútbol inundaría el Arenal. El Córdoba estaría en Primera y jugaría la Champions. Perdón, pero esto último me lo he inventado yo. Mejor dicho: lo he visto. En los 90 jugaba al PC Fútbol y me cogía al Córdoba CF. Ganaba la Champions, fichaba de delantero centro a Romario y construía un estadio con capacidad para 100.000 personas. Incluso lo llenaba. Lástima que fuera un videojuego.

En la vida real, el Ayuntamiento de Córdoba ha acometido la mayor inversión de dinero público para una obra en concreto en el Estadio Municipal del Arcángel. Es decir, dinero de todos los cordobeses que ha servido para construirlo dos veces. La primera, mal. La segunda, acabada en tres cuartos. Aún faltaría por acabar la Tribuna. Hoy, el Córdoba Club de Fútbol es una Sociedad Anónima Deportiva. Es decir, es una empresa privada. Tiene un dueño, que se llama Carlos González y que le pagó a Prasa sus buenos millones de euros. Su objetivo, como todo en el fútbol moderno, es ganar dinero. Si de paso consigue éxitos deportivos, pues mejor todavía. Pero hoy (en el pasado era otra cosa) nadie entra en el mundo del fútbol si no es para hacer dinero. Si le cuentan otra cosa, no se lo crean.

Bien. El Córdoba Club de Fútbol, sociedad anónima deportiva, disfruta en exclusiva de la explotación del Estadio Municipal del Arcángel tras la firma de un protocolo que lleva años cumplido con el Ayuntamiento. La Unión Europea, no la Intervención Municipal del Ayuntamiento, se ha puesto seria con las ayudas públicas en España al fútbol. Les ha dicho que acepten que esto es una economía de libre mercado y que por tanto las ayudas públicas no son para las empresas privadas. Y que en España los clubes de fútbol son empresas privadas. Por mucho dinero que generen alrededor. Europa nos vigila, que lo sepan. Miren lo que ha pasado estos días con Grecia. Después irá Portugal, Irlanda y España. Nos lo mirarán todo. El fútbol también.

Asumo que el Córdoba Club de Fútbol merece un lugar digno para jugar. El mejor, sin duda, es el estadio. Por usarlo, debería pagar un canon, aunque sea simbólico. Se trata de un bien público, que el Ayuntamiento ha usado en contadas ocasiones, y casi siempre para conciertos.

Asumo también que el Córdoba Club de Fútbol necesita un lugar digno para entrenar. Ahora, lo hace en un patatal. La ciudad deportiva Rafael Gómez se construyó sin licencia (¡sorpresa!) en una zona inundable con unas calidades que podemos dejar en regulares. El Córdoba Club de Fútbol tiene una cantera que conforman miles de niños, que semanalmente disfrutan de su deporte favorito, aprenden valores (de verdad, en el fútbol se transmiten muchos valores) e ilusionan a sus padres, que acuden en masa a verlos. Hoy, entrenan cada día en un campo diferente (todos municipales, todos en los barrios) y no tienen un lugar concreto donde jugar, donde concentrarse, donde reunirse o aprender. Al Córdoba Club de Fútbol le hace falta una ciudad deportiva como el comer.

¿A cualquier precio? Pues no. Desgraciadamente, no toda la ciudad es aficionada al fútbol ni por supuesto socia del Córdoba Club de Fútbol. Por eso, el club debería renunciar a que el Ayuntamiento le ceda un suelo gratis a cambio de nada, solo por el hecho de ser la mayor institución deportiva de la ciudad. Debe primar el interés general. Y no el particular. Debe haber un acuerdo que se enmarque dentro de la legalidad y debe asumir que quizás ya va siendo la hora de pensarse lo de pagar por usar algo que es de todos. Y entender una diferencia que para un funcionario de la Unión Europea es de primero de sanciones económicas a un país miembro: la diferencia entre lo público y lo privado.

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