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La Córdoba de Omar Little

Alfonso Alba

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Salvando las distancias, lo que ha pasado este fin de semana en Córdoba se parece bastante a la Baltimore retratada M-A-G-I-S-T-R-A-L-M-E-N-T-E en la madre de todas las series: The Wire. El personaje favorito de muchos de los fans (entre los que me incluyo) de The Wire es Omar Little, un negro con una cicatriz en la cara que se paseaba por los bajos fondos de Baltimore para robarle la droga a los narcotraficantes. Es un personaje fascinante porque Omar Little tiene principios (o eso parece), está hecho a sí mismo, tiene un escopetón, frases brillantes, grandes contradicciones y, además, es homosexual. Pero lo mejor de todo es que es REAL. David Simon, el guionista de The Wire, lo conoció cuando trabajaba en el periódico local, The Baltimore Sun.

He empezado esta columna advirtiendo que iba a salvar las distancias. Ya saben quién es Omar Little. Este fin de semana, un grupo de delincuentes ha entrado en una nave de la Torrecilla, ha amordazado y maniatado a las dos personas que estaban dentro. Les han dado una paliza. Han amordazado después al dueño de la nave industrial que pasaba por allí. También le han golpeado. Luego han intentado robar la droga. Pero no lo han conseguido (o no lo sabemos si lo han logrado porque una de las naves industriales estaba vacía y la segunda, la del mayor alijo de droga localizado en Europa jamás, repleta aunque con su puerta a medio reventar).

Yo, que soy tan fan de The Wire, no he podido evitar acordarme de Omar Little. Pero también de Baltimore (a la que desde que vi la serie comparo constantemente con Córdoba).

Baltimore es el gran mercado de la droga de Estados Unidos por varias razones. La principal es por la enorme población absolutamente excluida socialmente que tiene. Son comunidades enteras de hispanos y negros sin futuro, sin trabajo, sin perspectivas. ¿Les suena? Como el género humano tiene la mala costumbre de buscarse la vida, en los bajos fondos de Baltimore lo hacen traficando con la droga que poco después llega a las discotecas de Nueva York, los prostíbulos de Whashington, las fiestas de Nueva Orleans. Es, pongamos por caso, una ciudad bastante bien comunicada con todo el Este de Estados Unidos. ¿Les suena?

Salvando las distancias, que las hay de dimensiones astronómicas, lo que ha pasado este fin de semana en Córdoba no es para sacar pecho. Dejando toda la ironía y el humor que nos ha deparado tan colosal hallazgo (52,6 toneladas de hachís dan mucho juego a periodistas y tuiteros cínicos), hace meses que vengo escuchando a algunos policías eso de “aunque no te lo creas, en Córdoba hay ahora mismo unas bandas organizadas de traficantes de droga muy importantes”. Y no, no me lo creía. Pero ahora me lo creo.

No sé si han caído en la cuenta de que el precio que habría alcanzado el alijo de hachís es, sin exagerar, superior a los 50 millones de euros. ¿Cuántas empresas de Córdoba facturan, hoy en día, tal cantidad? Ninguna. Y en el polígono industrial de la Torrecilla, menos. Por tanto, señoras y señores, estamos ante la mayor actividad económica que este fin de semana se estaba generando en la ciudad.

http://youtu.be/UmtuRRhtGQw

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