El nacionalismo, por definición, es una fuente de conflicto permanente con el otro, aunque su ideología se parezca a la tuya. La ideología muchas veces hace extraños compañeros de cama, como está ocurriendo ahora en el Congreso de los Diputados, donde ni al PP ni a Vox parece importarle usar los votos de Junts para tratar de tumbar al Gobierno, aunque eso signifique lanzar un misil a la coherencia de su gran caballo de batalla política de los últimos años: el nacionalismo catalán.
O que Vox y muchos de sus votantes del medio rural aplaudan la nueva presidencia de Donald Trump, que si cumple lo que promete acabará afectando a su vida diaria: aranceles a las exportaciones agroalimentarias con un encarecimiento además de otras materias primas que se importan, como los fertilizantes. O una nueva subida del precio de los combustibles, por esa guerra comercial que el norteamericano quiere volver a poner en marcha. Da igual. O lo parece. O qué más da. Será todo culpa de Pedro Sánchez.
Un futuro de gobiernos autoritarios dibuja un mundo conflictivo. Que se lo digan al presidente de Panamá, que ha ganado unas elecciones con una ideología similar a la de Trump, y que se ha convertido en el objetivo de Estados Unidos: conquistar el canal.
El propio Trump ha confesado que admira a dirigentes como Putin o el presidente chino, por su autoritarismo. Le estorban los contrapesos democráticos. Pero eso no quiere decir que por mucho que la internacional facha esté ganando terreno en el futuro esos mismos dirigentes no vayan a entrar en conflicto. O, desde luego, en contradicción.
Por mucho que Musk ponga sus ojos ahora en Europa, con una particular obsesión con Reino Unido, está claro que las decisiones que tome Trump en Estados Unidos afectarán, y mucho, al continente. Y que será complicado defender determinadas medidas en grandes graneros de votos que van a salir muy perjudicados, como es precisamente el campo andaluz.
El nacionalismo tiene éxito hacia dentro y hacia fuera por el odio al otro: que si somos mejores que los ingleses que nos quitaron Gibraltar o desde luego que estos señores de izquierdas que tanto nos estorban en nuestro país. Y ese sistema de competición con el otro, con el diferente, llevará al conflicto de manera intevitable más pronto que tarde.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
0