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Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.

CHG: Califato Hidrográfico del Guadalmellato

Entrada al canal del Guadalmellato con una cadena

Julio Díaz Sánchez

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Varios ciclistas han mordido el polvo en los últimos dos meses en el canal del Guadalmellato. No porque fueran derrotados en buena lid en una carrera. Sino porque fueron víctimas de alguna de las trampas criminales que salpican el camino de servidumbre de la histórica acequia. Obstáculos que germinan de manera arbitraria cada cierto tiempo suponiendo una auténtica ratonera para los deportistas, que en su evasión mental y el deleite encontraron en el despiste un motivo para acabar en el hospital. Y gracias. Porque podría haber acabado en una fatalidad.

¿Su pecado? Salir a hacer deporte por un camino alejado del tráfico por el que se pasean desde hace décadas, disfrutando de la naturaleza para despejar la mente y proveerse de salud.

La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), la administración responsable de esta infraestructura, considera que el tránsito senderista o ciclista por el canal del Guadalmellato reviste una enorme peligrosidad. Y por este motivo ha emprendido una guerra de guerrillas contra las personas que lo usan a diario, jalonando el bello trazado de innumerables señales y obstáculos que prohíben el acceso, lo dificultan o lo hacen prácticamente imposible, dependiendo del tramo. A diferencia del Canal del Genil, el de Los Presos, el del Tajo-Segura o de los cientos de canales de riego cuyos caminos de servidumbre están a disposición de la ciudadanía para el esparcimiento, el deporte o el mero desplazamiento para ir a al trabajo o al hogar; este del Guadalmellato tiene un maleficio. Y por eso devora las candorosas víctimas que pasean su inocencia por los abismos de un canal centenario que discurre prácticamente todo el año vacío.

Ironías aparte, resulta paradójico que la CHG, que se ocupa de la gestión del agua de la que dependen varios millones de personas, no haya considerado relevante limitar la expansión desbocada del cultivo intensivo de regadío que esquilma la cuenca del Guadalquivir desde Cazorla hasta el Atlántico. Tampoco se ha escandalizado con la construcción de un campo de golf, el tercero de la ciudad, a la orilla del canal. No estima pertinente acometer los trabajos de reparación de la anémica acequia cuarteada e incontinente que pierde más de lo que entrega. Pues las deficiencias de la vetusta infraestructura, que con sus más de cien años cumplidos, dejan escapar la sangría del 40% del agua que transporta. O discurre colmatada y en desuso (pero aún así cerrada al tránsito) en su último tramo, ya llegando a Almodóvar del Río.

Entendemos que a la CHG aún no ha llegado la alarma climática o la crisis hídrica. De lo contrario se ocuparía de estos asuntos en lugar de despilfarrar el dinero en la inutilidad de ponerle vallas al monte. 

Sin embargo, la única amenaza real y palpable a la que se enfrentan las personas que hacen uso de esta instalación no proviene de la altura, los azudes o la fuerza del agua, sino única y exclusivamente de la disparatada variedad de vallas, hierros, alambres o cadenas, para las que no se repara en gastos. Muchas de las cuales son arrancadas de cuajo en los días posteriores a su colocación. A cada cuál más cutre y peligrosa. Que obliga a los usuarios a transitar con mil ojos para no caer en celadas caprichosas. O hacer funambulismo jugándose la crisma a un palmo del canal, sorteando cables y alambradas, montones de tierra o invadir las fincas anejas.

Una yincana infame que ha provocado ya innumerables accidentes entre los usuarios que, obviamente, no se dejan intimidar y siguen usando un recurso que consideran tan propio en la actualidad, a pesar de las cacicadas de la CHG, como lo lleva siendo desde hace siglos. Algunos de estos percances con resultado de grandes traumatismos, hospitalizaciones, bajas laborales y meses en cama por la negligencia de quienes tendrían que eliminar barreras en lugar de ponerle puertas al campo. Por la arbitrariedad y la falta de criterio técnico en la instalación de estas barreras, tan sólo en el mes de diciembre han ocurrido tres accidentes, el último de ellos con varias costillas rotas y contusiones. 

Objetivamente, no hay más riesgo en circular paralelo a un canal que hacerlo junto a un río o por una calzada con terraplén. Por lo tanto, según la estéril y condescendiente forma de proceder de la CHG, como ciudadanos sólo podríamos circular por sendas acolchadas, planitas y con las esquinas redondeadas. Y el que quiera riesgo que vaya a la piscina de bolas. Por el contrario, si circulamos por una carretera y nos tritura un coche, nos salimos de la vía o nos caemos por un mirador, en la mayoría de ocasiones la responsabilidad no desborda mucho más allá del individuo.

Una lógica paternalista cuya frigidez ofende a la inteligencia. Y que tan sólo encubre la exasperante rigidez de la administración y la distancia sideral entre ésta y la realidad de los territorios y recursos que gestiona. O las necesidades de la ciudadanía, de la cultura, el medioambiente o el patrimonio. 

Está to’ inventao 

Si trazamos en un mapa una línea que conecte los emplazamientos de Medina Alzahira (según la hipótesis más reciente publicada por Antonio Monterroso Checa en 2023), el Puente de los Piconeros, Turruñuelos, el Puente Califal de los Nogales, Medina Azahara, la Almunia de Alamiriya o Almodóvar del Río, habremos dibujado con enorme precisión el recorrido completo del Canal del Guadalmellato. Estamos hablando de un valiosísimo patrimonio histórico y arqueológico sin igual, herencia de uno de los periodos más célebres de la historia de Europa que sucedió precisamente ahí, a los pies de Sierra Morena, hace más de mil años. Podemos añadir el Lago de Pedroche (o lago Azul), el Campus Universitario de Rabanales. Y un sinfín de paisajes naturales y agrícolas, de rica flora y fauna, que desembocan a los pies del imponente Castillo de la Floresta, en Almudawar al-Adna. 

Pues bien, existe un camino “natural” de una enorme belleza que discurre plácidamente junto al canal y que ha servido de tránsito “toda la vida”. Una auténtica autopista de desahogo y bienestar social de la que disfrutan a diario miles de cordobeses. Una arteria esencial de casi 50 kilómetros que conecta todos esos puntos de interés natural, patrimonial e histórico. Así como buena parte del área metropolitana de la ciudad. Y a la que, además, se puede acceder en tren desde varios puntos de la misma: Alcolea, Rabanales, Córdoba, Villarrubia y, pronto, Almodóvar. 

La Taifa Cordobesa 

El Ayuntamiento de Córdoba, con la ayuda de la Diputación, la CHG y el Ayuntamiento de Almodóvar del Río, tan sólo tiene que desmontar una veintena de vallas, cancelas, cadenas y alambres, de enorme peligrosidad, pésimo gusto y nula utilidad teórica y práctica, para trazar la ruta cicloturística y de bikepacking de mayor valor y relevancia histórica que probablemente exista en España. Y de paso restituir la legalidad del paseo diario de la ciudadanía. 

Un itinerario verde generador de beneficios y atrayente de visitantes para ensanchar las costuras de la ciudad en materia cultural, económica y patrimonial. Un recurso turístico y de bienestar social de primer orden, y a un coste cero. Que haría salivar a ciclistas, senderistas y administraciones de medio mundo. Además de poner en valor lugares de una importancia mayúscula y repercusión internacional que, en el mejor de los casos, pasan desapercibidos y son desconocidos por el cordobesismo. En el peor, están en situación total de abandono y corren un serio riesgo de destrucción y perderse para siempre

Al contrario de lo que se piensa, la época de Taifas no se desarrolló en un ambiente guerracivilista, más bien fue un periodo fecundo en el que varias facciones rivalizaron por exhibir su esplendor cultural y artístico. Por lo tanto no es tan difícil ponerse de acuerdo. Pero al más puro estilo de Almanzor, la CHG gobierna con valla de hierro un reino que no le pertenece y que corre el riesgo de despilfarrar. Con la desidia del resto de súbditos cordobesistas que hacen equilibrios imposibles para no despeñarse en el sorteo de unas rejas que los protegen contra la nada. Mientras se preguntan por los verdaderos propietarios del feudo por el que transitan: nadie. 

Un círculo virtuoso de gran potencial económico, turístico y patrimonial; una autopista verde de conveniencia y convivencia social, medioambiental y para la salud pública, está justo a la vuelta de la esquina. Esperando a que hablemos y liberemos las cadenas. Pongámonos a ello, pardiez. Manquesea por las costillas de Pedro y de tantos otros caídos por la sinrazón. 

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Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.

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