Elogio del ruido
A nuestros políticos no les gusta el ruido. La presidenta andaluza, Susana Díaz, ha dejado claro que no se tienen más derechos porque se haga más ruido, que no se puede premiar a los que dan una patada en la puerta, y no se refería a los agentes judiciales que lo hacen por cientos a diario. Desde su nombramiento no ha parado de reunirse con Fainés y Botines para escenificar convenios de más bien poca monta, y supongo que se ha acostumbrado a las buenas maneras. Es gente silenciosa, de colegio de pago, que no dice una palabra más alta que otra, y que habla donde tiene que hablar, sin molestar, y no esta bulla de los desalojados que han convertido la ciudad en un mercado de abastos. Ruido.
A Fernando López Aguilar tampoco le gusta el ruido. El eurodiputado socialista, cabeza de lista en las pasadas europeas, escribía ayer en EL PAIS un interesante artículo en el que intentaba justificar porqué él y otros como él no son Adolfo Suárez, o sea, porqué no son valientes, no defienden los intereses de la mayoría, no se juegan su carrera política por conseguir el bienestar general. Comparaba las circunstancias en las que unos y otros hacían y hacen política, así, mientras que a Suárez le bastaba publicar un decreto para crear instituciones o legalizar partidos, en la actualidad cualquier acción gubernamental requiere el informe de órganos consultivos, tiene el contrapeso de otras instituciones democráticas, la crítica de multitud de medios de comunicación, y la presión de los ciudadanos en las redes (las que ejercemos usted y yo compartiendo en Facebook, para entendernos). Ruido.
Curioso que con la insoportable presión que reciben nuestros políticos por las salvaguardas legales de los expertos y la participación de los ciudadanos en las redes, tengamos el sistema energético que tenemos, la ley hipotecaria que tenemos, el sistema fiscal que tenemos. Quizás a López Aguilar se le ha olvidado alguna variable en la ecuación porque da la sensación de que esas presiones deberían producir otros resultados, así es que a lo mejor hay alguien que no chilla tanto y sin embargo le va muy bien. De nuevo gente educada y discreta, de buena familia, con la que supongo que no tiene ningún problema nuestro diputado porque no aparecen en su artículo.
Si le hiciéramos caso a nuestra presidenta no existiría Stop Desahucios, miles de personas habrían sufrido el desalojo de sus viviendas sin haber recibido el apoyo de sus conciudadanos, ni el colegio Rey Heredia, ni el propio socialismo. El socialismo fue ruido, porque lo hacían los que no eran recibidos en los despachos ni firmaban convenios, y utilizaban lo que tenían, su propia voz, su valentía y la calle. Otros tiempos.
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