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La psicología de la adolescencia

Saudade Amaya, psicóloga de Fepamic Salud.
2 de agosto de 2022 06:00 h

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La psicología de la adolescencia hace referencia a la intervención psicoemocional que se le ofrece a pacientes en edades comprendidas, generalmente, entre los 12 y los 18 años. Es fácil saber que estos años conforman una etapa difícil para todos, o cuanto menos, desconcertante.

Sin embargo, cuando pasamos a la edad adulta, casi inconscientemente dejamos de darle el valor que tiene y/o ha tenido, entre otros motivos, porque la sociedad comienza a plantearnos otras exigencias y pasamos a tener problemas de otra índole que nos llevan a “infravalorar” los que teníamos en nuestra querida mocedad.

El problema de todo esto es que no estamos teniendo en cuenta que el periodo de la adolescencia es crucial en desarrollo de la personalidad y, por tanto, en cómo seremos de adultos y qué recursos dispondremos para afrontar lo que supondrá (con suerte) tres cuartas partes de nuestra vida: adultez y vejez. Por ello, es tan necesario darle la importancia que se merece y favorecer en los adolescentes el bienestar general y, concretamente, mental.

La adolescencia es una etapa muy “intensa” donde entran en conflicto muchos aspectos y donde tienen que lidiar con muchos cambios. Es un período de redescubrimiento, curiosidad, impulsividad, incertidumbre… un millón de sensaciones que confluyen todas a la vez provocando una situación casi permanente de tensión que, a su vez, lleva a sentir una necesidad insaciable de aprender y descubrir y, por consiguiente, asumir los posibles riesgos que ello conlleve.

Esto pertenece a un proceso normal del crecimiento, pero, en ocasiones, los jóvenes también “tropiezan” con algunas circunstancias que hacen que esta “tensión” acabe explotando y se convierta en un trastorno psicológico: problemas de comportamiento, concentración, sexualidad o alimentación; depresión; autoestima; abuso de sustancias; etc. Realmente, son muchos los puntos flacos que existen teniendo en cuenta lo muy expuestos que están a los inevitables cambios físicos, sexuales, sociales y afectivos que les suceden.

Además, es crucial añadir el momento sociocultural en el que se encuentran los jóvenes actuales; sumergidos en una era tecnológica y de redes sociales que crece mucho más rápido de lo que realmente son (y somos) capaces de asumir; con unos estándares de belleza irreales, pero que taladran su autoconcepto a una velocidad de 4G permanente; familias desestructuradas² (“al cuadrado”, ya que no se trata solo de una posible desestructuración por una separación contenciosa o no, sino de cómo sea la implicación de los hijos, el estrés familiar, los problemas económicos, la falta de tiempo de los padres, el trabajo, etc.); por la forma en que ha cambiado la manera de relacionarse entre iguales; el fácil acceso a la sexualidad; la competitividad académica y “de mercado” primando por delante de la satisfacción intelectual, etc. Podríamos seguir enumerando infinidad de aspectos que aturden al desarrollo saludable de los adolescentes y que están siendo parte del aumento significativo de casos de jóvenes con problemas de salud mental.

Así pues, es muy importante que la sociedad sea consciente de esto, no solo los padres, sino los propios chicos y chicas, la sanidad, la educación, los responsables políticos… Es primordial que todo el mundo sea consciente de la necesidad de adoptar recursos educativos y sanitarios para la prevención de problemas psicológicos en la infancia y la adolescencia; y, por supuesto, es muy importante que dejemos atrás los tabúes o prejuicios respecto a que nuestros hijos e hijas reciban asistencia psicológica cuando la necesitan, ya que la salud psicológica es tan importante como la física e, incluso, en muchos casos, una acaba dependiendo de la otra y viceversa.

En el servicio especializado en la población infanto-juvenil SDI Fepamic vivimos experiencias únicas en las que ayudamos a nuestros adolescentes en su desarrollo integral. Recomendamos fervientemente la posibilidad de “ir al psicólogo/a” para cuidar la psique se convierta en algo tan aceptado como ir al gimnasio para cuidar el cuerpo o ir a clases particulares para mejorar las notas y no como una “mancha” en nuestro expediente personal o algo sólo al alcance de unos “locos”.

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