¿Que qué paso con aquella Mutualidad de Orífices y Plateros que desde 1868 se esconde tras las tabernas “Sociedad Plateros” de Córdoba y que tanto bien social ha hecho …? Ya saben, esta ciudad tiene tesoros escondidos, esencias inmateriales y almas que vagan por los rincones, preguntándose por qué somos tan indolentes con todo eso auténticamente nuestro, eso que no existe en ningún otro rincón del planeta.
Hace unas semanas vino a verme un viejo amigo, Francisco Vera, el presidente de esta “Mutualidad de Previsión Social de Orífices y Plateros”. Hablamos de cuando hace cinco años fue el 150 aniversario de la institución, de los éxitos históricos alcanzados y de todas esas historias, avatares y reconversiones que les he contado estas semanas. Pero también de la lucha de los pocos hombres que aún quedan detrás de ella y de cómo se aferran a mantenerla viva. De los nuevos tiempos, de la tecnología, de la joyería de marca que relega la artesanal, de la solidaridad cada vez más escasa, de la falta de relevo, o de cómo nos engulle todo lo material frente a las cosas del alma. En fin, ya saben.
Con esos ojos llenos aún de vida y esperanza, me decía, mirándome con nostalgia: “Empecé a trabajar con 11 años, entrando en un el taller de platería en el que solo me dejaban mirar. Cuando algún tiempo después, un día llegué a mi casa con el primer sueldo, mi madre, cogiéndome en brazos, dijo 'olé Mi Paquito que ha traído veinticinco pesetas con las que vamos a comer todos unos días'”. Aquel Paquito es hoy Francisco Vera, uno de los más laureados plateros de Córdoba de los últimos 50 años, si de cincelar y modelar en plata se trataba. Sigue en pie, luchando.
Y es que, de repente, hace un año, tocó a su puerta ella, la más bella y voraz, la Hacienda Pública contumaz y a los 26 hombres que aún sostienen esta singular Mutualidad, les espetó algo así como que si son muy pocos; que si no están a la altura de las grandes aseguradoras; que si el volumen de su actividad no supera los mínimos que de repente algún imbécil ha establecido y que, en resumen, están heridos de muerte. Después de mucho bregar, consiguieron un plazo que está próximo a expirar y que les obliga a conseguir más mutualistas, o los aniquilaran definitivamente, revocándoles la autorización administrativa que tienen para ejercer la actividad aseguradora.
Así que lo que quiero decirles hoy es que ahora que cabemos todos, hombres y mujeres, joyeros o plateras, médicos o electricistas, abogados, carniceras y artesanos del mundo, algo tendremos que hacer. Al menos todos los que sintamos que no puede morir este club de alma tan cordobesa como solidaria. Una Mutualidad cuya rentabilidad ya quisieran otras (y no quiero mirar a la mía) con cuotas mínimas y unas prestaciones con rendimientos de Champions que son el complemento perfecto para su Seguridad Social.
Porque hay que creer en la sutileza de las cosas pequeñas y simples pero auténticas; porque frente a las grandes cuentas de resultados están las pequeñas, igual o más rentables, que son las que nos hacen diferentes; porque si dejamos morir nuestra historia, alguien, en algún sitio, no nos lo perdonará; y porque respetar y salvar nuestro pasado nos ayudará a construir un futuro diferente.
¿Vamos a dejar que nos aniquilen?… No, sé que no. Paco, hazme hueco que voy.
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
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