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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Mirar profundo para ver lo simple

Ballena con su cría nadando bajo su aleta.

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No sé si Lao Tzu, o Lao Tsé, el viejo maestro, existió o no alguna vez. Si el “Tao Te Ching” lo escribió él, o fue una recopilación de refranes y reflexiones escritos por distintas manos; si es en realidad el precursor del taoísmo, si nació como dicen bajo un ciruelo, ya viejo y con el pelo blanco, o si discutía con Confucio mientras bebían té de jengibre. Lo que sí sé es que las reflexiones que le atribuyen en su “Tao” me dan el consuelo que a veces necesito en el mío. En mi camino.

Me costaba respirar estos días, se me antojaba lejano el momento de cortar la dinámica del día a día, sobreponerme con este calor a las historias y dramas con los que a diario convivo en una abogacía cada día menos pura. Llegue a pensar que Aloysius Murphy en realidad formuló su ley pensando en mí. Cuando la cosa iba mal, al rato se ponía aún peor. Imaginar este día, Domingo 31 de julio, se me antojaba lejano no, lo siguiente.

Y así estaba cuando apareció alguien pequeño e insignificante que me recordó de nuevo a Lao Tsé y sus enseñanzas. El funcionamiento natural de la existencia, el ejemplo que la naturaleza siempre ofrece para determinar el orden natural de las cosas. Para descender y recomponer mi comportamiento. Mirar profundo para descubrir lo simple.

Creemos que la felicidad está asociada al dinero, a la acumulación de bienes, al mejor coche, a la cifra de la cuenta corriente, a la posición social y al éxito. Incluso a conseguir quedarte “encima de” o “delante de”. Pero la vida no siempre es eso, ni lo que quieres, ni siquiera lo que crees que necesitas.

Lo he visto cada día en mi profesión. El problema es que se me olvida muy a menudo. Lo veo en mi vida, en la vida de los demás, en la de los que me circundan, en la de los que aparecen y desaparecen. La felicidad no consiste en copas llenas de rubíes, sino en la simplicidad de que te quiera quien tú quieres, aunque te quiera sin nada que ofrecerte. Como el amor puro de una madre incluso con las manos vacías.

Las paradojas de la vida tienen eso. La vida es un camino sin retorno hacia la muerte en el qué hay cosas que no dependen de ti y cosas que ocurren a pesar de ti. El verdadero valor del ser humano no se cifra en el dinero, o el éxito social, sino en estar en paz consigo mismo, porque “el que sabe contentarse con lo que tiene, siempre estará feliz”, porque “el que sabe que suficiente es suficiente, siempre tendrá suficiente” y porque, como el viejo maestro me sigue susurrando al oído, “tengo tres cosas que enseñar(te): simplicidad, paciencia y compasión. Estos tres son tus mayores tesoros”.

Hoy empiezan mis vacaciones, hoy vuelvo a la simplicidad de las pequeñas cosas, creo haber sido compasiva e incluso, muy pesar de mi naturaleza, bastante paciente. Ahora tocan chanclas, paseos, espetos, mar y sol. Eso es suficiente. Mañana empiezo. Puro taoísmo.

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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