Una escena
(Interior noche. Habitación con paredes acristaladas. Luz de neón cenital. Una mesa ovalada. Dos computadoras portátiles abiertas. Dos vasos de plástico. Papeles dispersos. También carpetas. Tres o cuatro rotuladores. Un pendrive, o dos…)
El jefe de cierre del periódico y el director de fotografía:
-Esta es la portada ¿no? Está claro.
-Buff… No sé. No la veo. La foto es buena; pero no sé.
-Es cojonuda, tío. No lo pienses más: el niño, bocabajo, el poli con su chaleco fosforito, la orilla, la ola que se retira…
-Ya, ya. Pero es que es muy fuerte.
-Bueno, así es la vida.
-¡Y un mojón! Así es la muerte, más bien.
-Sí. Es la muerte. Pero la cara se la hemos pixelado.
-Ya, ya; pero no acabo de verlo…
-Todos van a salir con esta foto. La tiene todo el mundo.
-Sí, lo sé. Pero nosotros tenemos que tomar una decisión.
-¿Una decisión dices? ¿Ahora somos nosotros los que tenemos que tomar una decisión…?
-Sí, joder. Aunque sea por quien nos lee, por quien va al quiosco por la mañana, por quien abre la web… por nosotros (resumiendo)
-¿Nosotros? Nosotros somos los chicos de los recados, no more.
-Ya.
-Pues venga. Se edita así que ya es tarde.
-En fin…
(Uno de ellos se levanta para salir de la habitación. El otro se queda sentado rascándose la cabeza y mirando el portátil)
-…por cierto; ayer me acosté con María.
-¿Tienes foto?
-No.
-Mejor.
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