Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
El patriota
Una estatua sedente de mármol de Charles Darwin preside las escaleras que acceden a la segunda planta del Museo de Historia Natural en Londres.
Es maravilloso tanto el contenido como el continente: un edificio enorme de arquitectura victoriana británica de mediados del siglo XIX. Allí se exponen todo tipo de bichos, sus esqueletos, plantas, reproducciones, disecados, estudios de entomología, vida marina, geología, tractatus, bibliografía, planos, mapas… y todo se explica.
Es un caos ordenado: el mamífero fue primero ovíparo y luego hay un ornitorrinco que lo mismo es ovíparo que mamón o bestias marinas que amamantan un rato a sus cachorros y otras que sueltan huevos al azar que se mezclan con plancton y se buscan la vida
Porque de buscarse la vida se trata el museo.
Porque de buscarse la vida se trata todo.
Básicamente.
Una de las alas del museo, en su segunda planta, está dedicada a la geología: es enorme, como la nave central de una catedral gótica, con sus vidrieras y todo. Está plagada de silicios, geodas, cuarzos, gemas y piedras de esas; incluso meteoritos caídos del espacio exterior y hasta una piedra lunar minúscula recogida por una de las misiones Apolo (la XI o la XIV, no me acuerdo) y regalada “graciosamente” por el presidente Nixon al museo.
El caso es que, como debo llevar un patriota dentro de mí cada vez que me desplazo un poco, eché de menos en esas estanterías la presencia de una muestra de “chino cordobés”, un mineral autóctono que destroza tacones y tobillos en cualquier boda o celebración de Cruz de Mayo.
Como también eché en falta en la tienda tan chula del museo un imán para el frigo de la etiqueta de anís del mono, donde la cara del primate es una caricatura de Charles Darwin. Más pop no se puede ser.
Me lo pasé bien en el museo. Es tan patriota (británico) como apátrida (universal).
Por eso busco ya tanto mi estampita de la etiqueta del mono como la del Sagrado Corazón de Charly (Darwin).
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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