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Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

Costumbres como pueblo

Rocío de Meer.

Juan José Fernández Palomo

19 de julio de 2025 20:34 h

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Como sólo me da susto en esta vida que un árbitro pite al Real Madrid en el Bernabeu o que Café Quijano grabe otro disco, no le di mucha importancia a lo que dijo el otro día una señora que se anunciaba como portavoz o representante del partido político Vox (los fascistas, vamos). Pero tiene su cosa.

La señora en cuestión, con un apellido como de Flandes o algo así, dijo que su partido (el de los fascistas, vamos) pretende expulsar de España a siete u ocho millones de extranjeros e hijos de extranjeros, así, calculados un poco a voleo.

“Porque no se adaptan a nuestras costumbres como pueblo”, justificó la cosa esa señora.

Pensé yo que esos millones de invasores no se adaptaban a correr delante de vacas, a tirar cabras desde un campanario, a pegarse tomatazos, a rectificarle el sofrito a un cuñado, a romper escaparates porque su equipo de fútbol ha ascendido de categoría, a destrozar la fachada de una tienda porque el mismo equipo de fútbol ha descendido de categoría, en fin, a mear entre coches, a depositar residuos alrededor de la papelera para que la papelera se distinga y alcance su valor como mobiliario público, a tirar la ceniza al suelo mientras limpian muy bien el cenicero (esto último es un verso que homenajea a otro verso; deténganse un poquillo en él).

En fin, nuestras costumbres.

Señora, disculpe: ¿No se adaptaron y se adaptan a nuestras costumbres como pueblo los iberos, los fenicios, los púnicos, los griegos, los celtas, los romanos, los vándalos, visigodos, bárbaros todos, luego árabes, después esclavos negros y coloniales ultramarinos, y ahora la dominicana que limpia el culete de tu madre, el magrebí que te enchufa un kebab llena tripas o el ecuatoriano que te sirve el más castizo vermú con tapa de callos...? Por no hablar del polaco que me instaló el ventilador de techo en el dormitorio. Mas santo que Wojtyla.

Señora de Vox de nombre extranjero: es usted racista, clasista y fascista.

Y gilipollas.

Elija qué poner primero en su tarjeta de visita (si todavía hay de eso).

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Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

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