Otra conversación en la Catedral
Se está fresquito aquí, mejor que en El Corte Inglés. Cerrada al culto y al turismo, Demetrio y yo estamos en la Catedral, sentados en la sillería del coro, charlando tan ricamente.
“¿Te has fijado en mi sotana nueva? Es de lino. Muy cómoda”; me dice. “Pues sí; te queda de perlas. Pero yo quería hablar contigo del burkini” “Buff; ése es un tema complicado”. “Ya te digo; por eso me interesa tu opinión”. “Verás, es que los obispos no tenemos opiniones; tenemos certezas” “Ah, comprendo. Por eso dices esas burradas de vez en cuando”. “Tú llámales burradas; yo las considero verdades inmutables”.
“Mola ser obispo”. “Sí; no está mal. Aunque no somos más que simples pastores. A mí me hubiese gustado ser dueño de cosas”. “¿Dueño de cosas?” “Sí, como Juan Luis Cebrián, el Queco o Amancio Ortega. Gente de importancia”. “Comprendo. Eso no debe ser fácil”. “No. No lo es. Por eso me quedé en pastor. ¿Sabes que voy a montar un grupo?” “¡No me digas!” “Sí. Un trío de power rock. Se va a llamar `The Demetrios´y vamos a tocar canciones de dos minutos con tres acordes y tres estrofas; sin punteos”. “Será verdad” “Ya te digo. Será una verdad inmutable detrás de otra. Oye, por cierto: ¿tú no titularás esto como Vargas Llosa? ”Más o menos, le haré un guiño“. ”Pues ten cuidado“ ”¿Y eso?“ ”Con los derechos de autor, me refiero“ ”¡Hostia!“
0